De jueves a
Domingo se puede asistir a esta puesta de excepción en el Teatro El Picadero,
con Cecilia Roth, Gustavo Garzón, Martín
Slipak y Victoria Baldomir. Dirigidos por Andrea Garrote, conforman, así, un
equipo de enorme solidez.
"Crecer no significa nada para una madre. Un niño
es un niño. Crecen, se hacen mayores, pero ¿crecer? ¿Qué se supone que
significa eso? En mi corazón, no significa nada".
Toni Morrison
Florian Zeller, autor de La madre, era prácticamente
un desconocido cuando se alzó con dos Óscar por su ópera prima El Padre, mejor
guion y actor principal. Sin embargo, en Francia y a pesar de ser un hombre muy
joven ya contaba con un gran prestigio como dramaturgo, habiendo triunfado con
la trilogía “El padre” (2012), “La madre” (2010) y “El hijo” (2018).
Sobre este texto de espesa densidad semiótica, Andrea
Garrote lleva a cabo una dirección general sumamente lograda que se puede ver
en el Teatro El Picadero de jueves a domingos.
Cecilia Roth, como Anne, la madre, Gustavo Garzón como
el padre, Martín Slipak como el hijo y Victoria Baldomir como la novia de éste último
pivotean en torno a esa figura que compone Anne, la madre y son absolutamente
necesarios a la acción en la que Roth, despliega un dolor templado pero
profundo, sin tregua, inexorable, al decir templado, referimos a esa postración
que pocas veces le deja levantar la voz o la saca de la postración del sillón
en que, en pijama, transcurre sus días o “el día”.
La escena se repetirá, Garzón, de brazos caídos,
ostensiblemente resignado a la situación hogareña, llegará todas las noches y preguntará
lo mismo “Cómo estás” y cada mañana dirá “Me voy sino perderé la combi”.
Está repetición que no solamente indica un paso del
tiempo, una rutina o una fórmula de diálogo, da cuenta de un traslado continuo
del significante “falta”. Las pequeñas variaciones obedecen a repuestas que
como salidas del paso se le brindan a la madre para que no siga ejerciendo la insistencia
sobre los por qué de la ausencia y mudez de su hijo. Por momentos parece estar
duelando a un hijo muerto.
Andrea Garrote maneja tan bien el tempo que por
momentos el espectador supone fantasmagorías, como la anoche en que impensada y
sorpresivamente llega el hijo, y es asediado por toda suerte de preguntas. Él
mismo, habla poco y muchas veces estalla en breves exabruptos.
Como lo elidido, presente, oportuno y necesario a los
fines escénicos es cuantioso, el receptor deja de ser un sujeto pasivo y debe fijar
toda su atención para acceder a una verdad escurridiza que empieza a perder la
noción del tiempo, instaurada en esa reiterancia de formas de saludos y
despedidas. Fundada además en la inexistencia de Sara, la otra hija, que no
preocupa a la madre y se menciona sin urgencias, sin necesidades de aparición.
Mucho se han preguntado hasta dónde puede llegar el
amor de una madre cuando el nido se vacía pero aquí hay un solo sujeto que desencadena
la depresión de Anne, “el hijo”. Muchas páginas se han llenado hablando del
síndrome del nido en desuso y otras tantas de cómo el propósito de una vida o
su carencia nos hace más o menos vulnerables a la partida de la descendencia.
Los roles en una familia, las diversas dinámicas de
parentesco son infinitas pero hay algo que es casi infalible, el proyecto o propósito
y la abulia son previas a estos destetes. Es en ese punto exacto en el que los
actores en escena desentrañan la acción cuando la palabra no alcanza.
¿Qué ocasión provocó que podamos ver a la madre que se
compró un vestido rojo y lo exhibe por instantes, rompiendo así el mono cromo
de la escenografía que sólo alienta tonos pasteles en los cortinados. Esas
corinas que velan y que desvelan cuando se abren o cierran de par en par?
Algo del orden de lo interior, algo que debe ser
buceado indica que ese colorado intenso que troca el pijama por instantes es el
punto en que tal vez, algo que quedó sin tramitar con la psiquis de Anne, establece
un punto de quiebre.
La música con un armonía disonante (si se permite el
oxímoron) grita perturbación, breve pero contundente.
La escenografía cuyo diseño pertenece Micaela Sleigh es
minimalista y acertada. Tres muebles, el sillón del padecimiento colocado en
forma central y un perchero del que pende un saco marrón, al que Anne, al
recomendar al padre que se abrigue señala como “saco negro” y de fondo esas
cortinas en capas como en capas se ha producido el estado de cosas del devenir
de la puesta.
La iluminación a cargo Agnese Louzupone, juega con
claro oscuros sin llegar jamás al apagón, cosa que se agradece, pero que también
nos distorsiona el tiempo, casi tanto como la repetición.
Cecilia Roth, demuestra una vez más su profundidad y
su esmero cuando todo es acción sin estridencia, acción profunda, todo está dentro
de ella y lo va exhibiendo en dosis exactas, sea depresión, enojo o un mínimo
entusiasmo.
Gustavo Garzón asume el rol del padre con una cadencia
de voz y una postura corporal de quién debe irse rápido pero debe regresar a sostener
las ruinas.
Martín Slipak aporta esa dosis de juventud rebelde con
la organicidad a flor de piel dándole a su Nicolás una vida que se escapa de lo
fantasmal pero también de la opresión de ese amor materno. Interpela al menos
dos veces al padre diciéndole “¿No le dijiste?”. ¿Hay algo más de lo no dicho?
Dudas para el receptor que debe asistir para saber qué es aquello que no se
dice.
Victoria Baldomir atraviesa la escena con su frescura
juvenil de novia, que por un momento es confundida con Sara por Anne. ¿Fruto de
la depresión o negación de la hija que tampoco está presente?
El todo que sube a escena compone un signo teatral espeso
cuyas capas se suman sin esfuerzo unas sobre otras y que Garrote dosifica a la perfección.
Una obra que merecemos ver en estos momentos en que la
cultura se ha vuelto un tema álgido por razones ampliamente conocidas y que termina
con un aplauso copioso y cerrado porque abjura de costumbrismos, realismos demodé y pasatismos.
TEATRO PICADERO, CABA
Pasaje
Enrique Santos Discépolo 1857, Buenos Aires, Argentina
De Jueves a Domingos
https://www.plateanet.com/obra/29922?obra=LA-MADRE&paso=inicio
Ficha Artístico/Técnica
Autor: Florian Zeller
Versión: Federico
González Del Pino, Fernando Masllorens
Actúan: Victoria Baldomir, Gustavo Garzón, Cecilia
Roth, Martín Slipak
Diseño de vestuario: Ana Markarian
Diseño de escenografía: Micaela Sleigh
Diseño De Iluminación: Agnese
Louzupone
Fotografía: Alejandra López
Comunicación: Bushi Contenidos
Diseño gráfico: Martín Gorricho
Asistencia de vestuario: Jorgelina Pineda
Asistencia de dirección: Luna Pérez Lening
Producción ejecutiva: Luciano Greco, Bárbara Rapoport
Producción general: Sebastián Blutrach, Faroni
Producciones
Dirección de Producción: Sebastián Blutrach
Dirección: Andrea Garrote