En épocas de cultura evanescente y de productos
artísticos de una obsolescencia temible, Gerardo La Regina se la juega con una
obra de Tito Cossa que dura 120 minutos y no tiene uno de más. El elenco brilla
completo porque además de estar muy bien dirigido, la elección del mismo es
impecable. Quedan dos Funciones.
“Es inevitable: el teatro no muere. Por mucho
que avance la ciencia o la técnica, no hay manera de suplantar al actor vivo
delante del espectador. Superó al cine. Superó a la televisión. Siempre fue
minoritario, incluso por los precios de las entradas, por su característica
centro-burgués. Pero, espero que siga. Y
que este gobierno, cuando pueda, le dé más apoyo al teatro independiente
porque, como decía Arthur Miller, es “un testigo de su tiempo”
En revista hamartia.com.ar/2020/05/08/tito-cossa-dramaturgo/
El 17 de diciembre de
1939, desafiando las órdenes de Hitler, el Capitán del “Admiral Graff Spee”,
Hans Langsdorff, decidió salir del puerto de Montevideo y fue bombardeado hasta
estallar en pedazos.
El almanaque que cuelga
detrás del mostrador del recreo de la rivera de Tigre, marca Diciembre 1939.
Allí se desarrollarán los sucesos de “Los Compadritos” y ese hundimiento con
sobrevivientes será el disparador para lo que La Regina pone en representación.
Es un bar de recreo, corre
el último mes de la década infame. Entonces no es ajeno a la misiadura
generalizada que asola a los pequeños emprendedores de las zonas periféricas y
las centrales también.
Por eso Carmelo, el
dueño del bar tendrá como un Amén la palabra “Plata” en su vocabulario,
interpretado de un modo notable por Matías Alarcón, cualquier instancia que lo
saque de la miseria será bienvenida. Incluso la complicidad con un alemán,
porque el barco fue hundido por ellos mismos, luego de que la tripulación
descendiera. Su esposa, Rosa, en un trabajo brillante de Débora Fideleff, acompaña
como puede esas aspiraciones. No hay mucho lugar para las opiniones femeninas.
Ella construye una máscara de una mujer mayor de lo que es en la vida real y
lidia con las veleidades de bailarina de su hija, en la piel de Samanta
Clachcovsky, Rosita, que compone a una jovencita que reside en un mundo que aún
no sabe, le será esquivo.
Así es como llega a ese
rincón del mundo, el alemán Steiner, en una gran composición de Gustavo Rey. Quien
rápidamente advierte que frente a la necesidades urgentes, se encuentra en el
lugar ideal para preparar la incursión nazi en estas tierras. Tan equivocado no
estaba. Aquí en Argentina las ideas del Führer, prendieron en muchos sectores y
hoy, como si Cossa hubiera escrito anoche, aún cuando la oportunidad es
propicia, salen de sus madrigueras de diversas maneras: negacionistas, violentos,
xenofóbicos pero lo más peligroso es que siempre parecen dispuestos a terminar
una tarea inconclusa. No es necesario aquí reflotar las tragedias de los regímenes
totalitarios ni tampoco de los pretendidos demócratas que cuando toman el cetro
portan los genes de Videla.
En ese campo fértil para Steiner y el paso del tiempo que se traduce en hojas del almanaque que cambian, afinca un vínculo entre todos ellos. Rosita, la aprendiz de bailarina se enamorará de Rudolf, interpretado con gran soltura por Alexei Samek, quien ha llegado primero abrazado a un salvavidas. Pero le aguarda otro destino.
Por supuesto que no
falta la figura del compadrito y ahí está José Manuel Espeche, quién se luce sobre
todo porque su aspecto es el de un malevo, pero no es Jacinto Chiclana, ni uno
de los hermanos Iberra, Aldao quiere un kiosquito. Como ahora, como hoy, como
desde de modo cíclico la Patria pierde la brújula del Bien y se inclina a un
Norte nefasto y temible.
No puede faltar quien llegue a filosofar, a querer evidenciar verdades o saberes de utilería, el Profesor encarnado muy bien por Jorge García Marino.
Lo cierto es que esto
se puede calificar como una sainete. El humor distiende y relaja las desgraciadas
vidas de Rosa y Carmelo y presenta situaciones hilarantes.
Pero cuidado, decía
Freud que “el chiste se hace” pero “el humor se construye”. Y en Los
Compadritos hay una construcción del humor sumamente elaborada, a tal punto que
estrenada en 1985, hoy está tan vigente no puede menos que dejarnos pensando en
cómo, cuándo y por qué el rumbo se perdió o se pierde de modo circular.
Carmelos, Rosas, Rositas
y nazis habrá siempre. Hay semillas que no necesitan demasiada fertilidad de la
tierra para prosperar. Son como la soja que avanza cubriendo hasta las
banquinas, la diferencia es y seguirá siendo en qué momento echamos mano a las
malezas pensando que podemos vivir mejor. Sin distinguir una planta benéfica de
un veneno.
El trabajo de Ángel Calmet
así como también el vestuario y las luces son tan funcionales a la puesta en su
minimalismo que se agradecen. Funcionan como otro personaje más, porque
contribuyen a la creación de clímax y al paso del tiempo.
Quedan dos funciones y
ojalá haya otra temporada. Es un trabajo para ver y hacer resonar cuando se
abandona la sala.
Ficha Artístico/Técnica
Autor: Roberto Tito Cossa
Actúan: Matías Alarcón, Samanta Clachcovsky, José
Manuel Espeche, Débora Fideleff, Jorge García Marino, Gustavo Rey, Alexei Samek
Voz en Off: Carlos Demartino
Vestuario: Héctor Calmet
Escenografía: Héctor Calmet
Luces: Héctor Calmet
Música original: Pablo Clavijo
Arte digital: Samanta Clachcovsky
Asistencia de dirección: Pedro Alberto Ferro
Prensa: Haydeé Marocchi, Alfredo Monserrat
Producción: Teatro Nacional Cervantes, Gerardo La
Regina
Dirección: Gerardo La Regina
Web: http://loscompadritos.com.ar/
Duración: 120 minutos
Clasificaciones: Teatro, Presencial, Adultos
SALA TEATRAL INDA LEDESMA - ESPACIO EXPERIMENTAL
LEÓNIDAS BARLETTA
Diagonal Norte 943 (mapa)
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: 4326-3606
Web:
https://www.centrocultural.coop/agenda-mes/todas/2022-03
Entrada: $ 10.000,00 - Sábado - 20:00 hs - Hasta el
30/11/2024