La puesta está centrada en una jornada trágica para
la Nación, que muchos suelen olvidar como si sólo se hubiera tratado de un
ataque a un sector político y no a la civilidad toda. El texto de Selva Palomino
tiene su sello y la dirección de Raquel Albéniz acierta de principio a fin.
Domingos a las 20.30 hs.
Por Teresa Gatto
“Estoy en los
ruidos de la tristeza,
en las tablas de
la perdición,
en el aire de
este tiempo maldito, infortunado;
llovizna
criminal y sucia.
En aventuras, en
la queja
del muerto y el
terror de los vivos y el soplo
de los
convalecientes”…
Francisco
“Paquito” Urondo, Frag. de Fin y Principios
Por Teresa Gatto
Quitarle aristas
ideológicas a esta crítica ¿podré? Imposible. El lenguaje es ideológico, lo
público lo es, la Historia lo es.
En torno a un lienzo
muy bien logrado, que se expande en el suelo del espacio escénico deambulan como
en una coreografía 4 personajes. Una niña con su guardapolvos, encarnada por
Paola Fontana, un aviador en la piel de Mariano Monsalvo, una mucama
interpretada por Susana Manchini y un florista, que se pone en el cuerpo
Federico Poncerini.
Los que conocemos el
trabajo escriturario de Selva Palomino sabemos que su pluma exquisita funciona
con lo elidido, no cae en lugares comunes y cuando tiene que referirse a lo
indecible, inefable y horroroso, inscribe un nuevo modo de decir en el que lo metafórico
se vuelve plurisignificante, o sea, invita todo el tiempo a reflexionar. En el
caso de quién dirige, Raquel Albéniz, premiada y elogiada por cada trabajo, su
ojo exacto, sus decisiones en torno de la puesta en escena, la colocan en un lugar
de dirección (y también de dramaturgia) de excepción, seamos honestos, para
hacer teatro hay que ver teatro mucho teatro y leer como signo de vida y asola
la sospecha de que muchos hacedores son muy endogámicos, no ven a sus pares. El
ojo escénico de Albéniz no falla.
Así las cosas,
alrededor de ese lienzo que reposa en el piso, casi como una puesta en abismo
de lo que vendrá, los 4 protagonistas irán hilando diversas especulaciones
sobre la densidad de lo que se avecina.
No todos son plenamente
conscientes de que el aire de esa mañana del 16 de junio se puede cortar con un
dedo. Cada uno piensa la realidad o su realidad. En el caso de la niña escolar
que muy preocupada por una nota baja, espera un milagro para que su madre no
vea su cuaderno. No será justamente un milagro lo que va a acontecer, sino para
ser concretos; un acto de iniquidad y espanto pocas veces visto.
El aviador, se pregunta
por qué cargan municiones si es un viaje inaugural. El florista cuya palma de
flores está lista, se siente confuso, está seguro de que ese arreglo floral no
era para este “acto” de la marina de guerra.
La mucama se preocupa
porque debe llegar hasta la CGT pero va a advertir que “la Rosada” arde.
Entonces entre los 4 y
siempre rotando por fuera del lienzo y los zapatos desperdigados, van
sugiriendo y sugiriéndose el miedo, la sinrazón. La colegiala piensa que todos
se han vuelto locos.
El bombardeo es inaugurado
con leyendas en los aviones en las que se lee: “Cristo Vence”.
¿Así aconteció?¿Cuál es
la cronología de Junio 16? . ¿Qué fue primero? ¿La casa de gobierno o el micro
que incineró a los niños en el trolley?
Por fuera de la puesta
se leen testimonios de gente que tenía a sus padres haciendo trámites como
cualquier día laboral y el estallido les provocó estados confusionales que los
mantuvieron perdidos deambulando por un par de días. Inhallables.
Inhallables, como lo
será después el cadáver de Eva Perón, los 30.000 y los culpables que hoy parecen
haber renacido desde el subsuelo inundado de la democracia.
“Junio 16” es una
puesta necesaria. Por razones que se vuelven obvias, el teatro revisita a la Historia
y entonces la cartelera sale de lo esperable y nos concede obras como ésta y
muchas más (El debate, Perón en Caracas, Yo, Encarnación Ezcurra, Bastarda sin
nombre etc., que regresan desde hace mucho tiempo o se re estrenan y tienen un
nicho de público que decidió no rendirse)
Celebramos la puesta,
el trabajo de Palomino y Albéniz, la música compuesta por Rolando Vismara,
adecuadísima, el lienzo de Rubén Sassano y la posibilidad de entablar un
lenguaje común, no por ideología ( y también) sino por imperiosa necesidad. Los
náufragos nos asimos de lo que sea para aunque sea flotar hasta que otro barco
nos lleve a una nueva orilla en la que tal vez seamos expulsados y así hasta la
eternidad.
Sin voluntarismos, sin repeticiones,
sin obviedades, estos 4 domingos de noviembre en Tadrón Teatro, se puede ver
este trabajo que tomó su tiempo y no tiene un ápice de oportunismo.
Ficha Artístico/Técnica
Autora: Selva Palomino
Actúan: Paola Fontana, Susana Machini, Mariano
Monsalvo, Federico Marcelo Poncerini
Artista Visual: Rubén Sassano
Escenografía: Daniel Hernandez
Diseño de luces: Mariano Monsalvo
Realización de escenografía: Daniel Hernández
Música: Rolando Vismara
Diseño gráfico: María Forni
Asistencia de dirección: Facundo Darío Altonaga
Dirección: Raquel Albéniz
Clasificaciones: Teatro, Presencial, Adultos
TADRON TEATRO
Niceto Vega 4802
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: 4777-7976
Web: http://www.tadronteatro.com.ar
Entrada: $ 9.000,00 - Domingo - 20:30 hs - Hasta el
24/11/2024