Perón en Caracas, de Leónidas Lamborghini, dirigida por Guillermo Ghio, por Teresa Gatto

 

La puesta que se puede ver en Ítaca, los viernes a las 20.30, tiene varias aristas. Un actor que se le anima a Juan Domingo Perón en las malas y un director que aprovecha esas dotes para versionar un pequeño tiempo de la vida de un hombre del que no se deja de hablar jamás.




Por Teresa Gatto

“El odio y el deseo de venganza ya sobrepasaron todos los limites tolerables hasta en nosotros mismos frente a tanta infamia y espíritu criminal. Es necesario confesar que aunque fuéramos santos tendríamos que descuartizar a los traidores y asesinos de inocentes ciudadanos y prisioneros indefensos. Yo dejé Buenos Aires sin ningún odio pero ahora, ante el recuerdo de nuestros muertos y asesinados en prisiones, torturados con el sadismo más atroz, tengo un odio inextinguible que no puedo ocultar”.

Carta de Perón a Cooke – 11 de Julio de 1956

 

 

Ser Perón, imposible concebirlo. El más amado y odiado de estos lares. Re. Presentar a Perón, pocos han tenido el coraje de hacerlo o de dirigirlo.

En un cuarto austero pero con lo necesario para subsistir, en medio de una patología molesta, está él:  Marcelo Rodríguez, termina de caracterizase en escena.



Y así aparece un Perón que se va volviendo conocido para adeptos y descubierto por aquellos que con o sin prejuicios han ido a ver este recorte, aparece con un ritmo que tal vez cueste reconocer: el ritmo del exilio. Dice Tununa Mercado que “en el exilio el tiempo no transcurre o transcurre en otra parte” (En Estado de memoria, 1990). Aquí el anclaje con el afuera son las cartas que intercambia (con todos los cuidados del caso) con su Delfín en Buenos Aires: John William Cooke, que permanecerá militando en la izquierda peronista hasta su muerte.






Pero la soledad, cuando ha quedado un sueño sin realizar, cuando es forzada por un gobierno de facto o la muerte, se puebla de recuerdos. Así el telón de fondo, además de reproducir de forma audiovisual lo que Perón le escribe al “Gordo” Cooke como lo llamaba, reproduce además, momentos tremendos que preceden al golpe. No hace falta recordar aquí el trágico 16 de junio en que la Marina de Guerra, con la leyenda de Cristo Vence, bombardeó la plaza , asesinando civiles y niños que iban de excursión, ese día Cristo no venció, fue vuelto a crucificar porque el pecado a limpiar era demasiado enorme.




Conforme la puesta transcurre va apareciendo el líder que conocemos o mejor el líder al que muchxs seguimos invocando cuando la patria se diluye en un magma negro y alquitranado de inequidad, obscenidad y discursos de odio que lejos de estar cerca de la doctrina basada en San Agustín,  la verdadera doctrina peronista, se parece más a proclamas de un satanás de Hollywood que no dura una hora y media. Ésta no es “una profecía”, es el decadentismo mayor que ni Perón logró imaginar.

Las pastillas menguan un poco esa esperanza de regreso pero como guerrero que se auto salva, es capaz de tocar en el piano viejas piezas del recuerdo.



El recuerdo de Eva y las vejaciones a las que fue sometido su cuerpo eterno, se refuerzan  con voces en off que acentúan aquella encarnización demente que sufriera la abanderada de los humildes. Allí los ojos del personaje Perón brillan desbordados de saladas lágrimas.

Esta puesta dura 60 minutos mucho más que lo que dura un exilio, aunque sea de meses. Y es la chance de asomarse a una ventana por la que espiar a Juan Domingo Perón que Leónidas Lamborghini concibió como si él mismo espirara por una rendija que hoy es espiada por su director Guillermo Ghio.

Enorme coraje de Marcelo Rodríguez por construir su máscara de manera gradual y plena, ayudado por la dirección.

El vestuario de Marcela Basso, el diseño sonoro de Rony Keselman, la luminotecnia de Tamara Josefina Turczyn y el espacio escénico que recorre integro el personaje, dan como resultado una obra que visitar o re visitar cuando la Historia Grande se ha vuelto inexistente en estos lares de destinos incomprensibles pero sumamente dolorosos.

 

 

 

 

 

 

Ficha Artístico/Técnica

Autor:Leónidas Lamborghini

Versión Escénica: Guillermo Ghio

Actúan: Marcelo Rodriguez

Vestuario:Marcela Basso

Diseño De Proyección: Julián Cavero

Espacio escénico: Guillermo Ghio

Diseño de luces: Tamara Josefina Turczyn

Diseño sonoro: Rony Keselman

Redes Sociales:Las Maiselman

Realización de pelucas: Soraya Ceccherelli

Realización de video: Ignacio Verguilla


Los Compadritos, de Roberto “Tito” Cossa, dirigida por Gerardo La Regina. Por Teresa Gatto.