La puesta que se puede ver en Ítaca, los viernes a las 20.30, tiene varias aristas. Un actor que se le anima a Juan Domingo Perón en las malas y un director que aprovecha esas dotes para versionar un pequeño tiempo de la vida de un hombre del que no se deja de hablar jamás.
“El odio y el deseo de
venganza ya sobrepasaron todos los limites tolerables hasta en nosotros mismos
frente a tanta infamia y espíritu criminal. Es necesario confesar que aunque fuéramos
santos tendríamos que descuartizar a los traidores y asesinos de inocentes
ciudadanos y prisioneros indefensos. Yo dejé Buenos Aires sin ningún odio pero
ahora, ante el recuerdo de nuestros muertos y asesinados en prisiones,
torturados con el sadismo más atroz, tengo un odio inextinguible que no puedo
ocultar”.
Carta de Perón a Cooke –
11 de Julio de 1956
Ser Perón, imposible concebirlo.
El más amado y odiado de estos lares. Re. Presentar a Perón, pocos han tenido
el coraje de hacerlo o de dirigirlo.
En un cuarto austero pero con lo
necesario para subsistir, en medio de una patología molesta, está él: Marcelo Rodríguez, termina de caracterizase en
escena.
Y así aparece un Perón que se va
volviendo conocido para adeptos y descubierto por aquellos que con o sin
prejuicios han ido a ver este recorte, aparece con un ritmo que tal vez cueste
reconocer: el ritmo del exilio. Dice Tununa Mercado que “en el exilio el tiempo
no transcurre o transcurre en otra parte” (En Estado de memoria, 1990).
Aquí el anclaje con el afuera son las cartas que intercambia (con todos los
cuidados del caso) con su Delfín en Buenos Aires: John William Cooke, que
permanecerá militando en la izquierda peronista hasta su muerte.
Pero la soledad, cuando ha
quedado un sueño sin realizar, cuando es forzada por un gobierno de facto o la
muerte, se puebla de recuerdos. Así el telón de fondo, además de reproducir de
forma audiovisual lo que Perón le escribe al “Gordo” Cooke como lo llamaba, reproduce
además, momentos tremendos que preceden al golpe. No hace falta recordar aquí
el trágico 16 de junio en que la Marina de Guerra, con la leyenda de Cristo
Vence, bombardeó la plaza , asesinando civiles y niños que iban de excursión,
ese día Cristo no venció, fue vuelto a crucificar porque el pecado a limpiar
era demasiado enorme.
Conforme la puesta transcurre va apareciendo
el líder que conocemos o mejor el líder al que muchxs seguimos invocando cuando
la patria se diluye en un magma negro y alquitranado de inequidad, obscenidad y
discursos de odio que lejos de estar cerca de la doctrina basada en San
Agustín, la verdadera doctrina peronista,
se parece más a proclamas de un satanás de Hollywood que no dura una hora y
media. Ésta no es “una profecía”, es el decadentismo mayor que ni Perón logró
imaginar.
Las pastillas menguan un poco esa
esperanza de regreso pero como guerrero que se auto salva, es capaz de tocar en
el piano viejas piezas del recuerdo.
El recuerdo de Eva y las vejaciones
a las que fue sometido su cuerpo eterno, se refuerzan con voces en off que acentúan aquella
encarnización demente que sufriera la abanderada de los humildes. Allí los ojos
del personaje Perón brillan desbordados de saladas lágrimas.
Esta puesta dura 60 minutos mucho
más que lo que dura un exilio, aunque sea de meses. Y es la chance de asomarse a
una ventana por la que espiar a Juan Domingo Perón que Leónidas Lamborghini
concibió como si él mismo espirara por una rendija que hoy es espiada por su
director Guillermo Ghio.
Enorme coraje de Marcelo Rodríguez
por construir su máscara de manera gradual y plena, ayudado por la dirección.
El vestuario de Marcela Basso, el
diseño sonoro de Rony Keselman, la luminotecnia de Tamara Josefina Turczyn y el
espacio escénico que recorre integro el personaje, dan como resultado una obra
que visitar o re visitar cuando la Historia Grande se ha vuelto inexistente en
estos lares de destinos incomprensibles pero sumamente dolorosos.
Ficha Artístico/Técnica
Autor:Leónidas Lamborghini
Versión Escénica: Guillermo Ghio
Actúan: Marcelo Rodriguez
Vestuario:Marcela Basso
Diseño De Proyección: Julián Cavero
Espacio escénico: Guillermo Ghio
Diseño de luces: Tamara Josefina
Turczyn
Diseño sonoro: Rony Keselman
Redes Sociales:Las Maiselman
Realización de pelucas: Soraya Ceccherelli
Realización de video: Ignacio Verguilla