“Me caecum qui haec ante non viderim”
Ciego de mí por no haber visto estas cosas
antes
Catilinarias- Marco Tulio Cicerón.
Tres espacios escénicos que podemos distinguir
a simple vista pero que con el soporte que brinda la tecnología, se vuelven más
ricos al ser interactivos y estar completos escaneando el código de barras (se
puede observar una escenografía completa y reponer cada acción). Eso no
importa, porque rápidamente se distingue que cada espacio tiene su acontecer y
que finalmente será el espectador quien junte los trozos o des-trozos de lo que
las escenas vayan brindando alternadamente.
Tres parejas, en cada extremo 2 matrimonios que
componen Cristian Sabaz y Graciela Clusó, Rafael (Abel) y Sara. En el otro
extremo, Laura Acceta y Roberto Caute, componen la otra cara de su extremo, en
la primera un dignatario de Estado y su esposa, aparentemente perturbada, en la
segunda un militar y su mujer. Exactamente en el centro se encuentra la tercera
pareja llevada adelante por Alexandra Bangert y
Federico Vilaro. En este último caso están funcionando en espejo por momentos y
por otros establecen una perfecta simbiosis.
Los seis intérpretes en sus roles deben
convencer a sus parejas de llevar adelante determinadas acciones. Es, en ese
punto donde la dramaticidad comienza a desplegarse sin prisas pero sin pausas. Hay
un in crescendo dramático que permite ir armando el puzle de una posible acción
sin retorno. ¿Pero cuál?
¿Quién es Max? ¿Por qué su palabra tiene poder?
Sobre todo sobre para Vilaro que convence a Regine (Alexandra Bangert, bello
canto) de la importancia de lo que ocurre en la “frontera” que los domingos
cierra. La frontera es un “no lugar”, un in between (Homi K. Bhabha, El lugar
de la Cultura), o sea un entre (…) Y en este caso es el lugar donde tiene lugar
ese plan. El que militar no quiere calzar su uniforme a pesar de la insistencia
insoportable de su mujer, que apela a todo para que porte ese distintivo que
hoy sigue siendo símbolo de represión y conspiración
para reprimir o para reprimir sin esconder nada.
Pronto la aparente paciencia de Rafael que
sabremos se llama Abel, se acabará y entonces adoptará su carácter autoritario.
No importa lo que ocurrió antes en su matrimonio, su paciencia del inicio se ha
consumido y ya no importa si está psicótica, si tuvo una hijo o nunca llegó a
parirlo. Lo que sí importa para Rafael/Abel es ir al Acto de Estado, de eso
dependen muchas cosas. Abel, uno de los principales sacrificados de la historia
de la humanidad en manos de su hermano Caín. Acaso, no hemos presenciado un
intento de magnicidio en manos de unos conciudadanos de la víctima. Es más, lo metafórico
está tan bien trabajado en el texto de Mayorga y la dirección de Cardozo, que el
receptor puede reponer casi con claridad meridiana que los posibles magnicidas se
parecen mucho a los dos perdedores que aún no han sido condenados, mucho menos
Max, abreviatura de Máximo, del lat. Maxĭmus, entre otras acepciones: Límite
superior o extremo a que puede llegar algo (RAE).
Pero el objeto de esta crítica no es revelar un
argumento o develar finales o resoluciones. La finalidad de esta crítica es
refrendar que existe un teatro en nuestro país que puede elaborar textos muy
pensados, con la verdadera masa crítica que deviene del tiempo de los sucesos,
con el distanciamiento que los hechos amerita y reitero: no se trata de la
novedad, se trata de “lo nuevo”. De montar una obra compleja sin contar el
cuento de modo lineal y previsible, sino de re-presentar un hecho que puede
acontecer en cualquier lugar de la tierra y que prevé una preparación que
aunque pueda ser ineficaz o no, está mostrando dos bambalinas: una la de los
ensayos que deben haber sido necesario para que la obra sea tan redonda y la
que está detrás de un asesinato.
Por ello todos los ítems que engrosan el signo
teatral, están en perfecta consonancia con las actuaciones, texto y dirección. Un
elenco que lo da todo y una técnica que además incorpora el detalle de dejarnos
imaginar luego, cómo fueron aquellos sucesos en los lugares diseñados con el
cuidadoso trabajo de Sabrina López Hovhannessian, la iluminación de Ricardo
Sica y la realización de esos tres polígonos en los que interactúan los artistas
en escena que se juntan hacia el final, porque todo, absolutamente todo tiene
que ver con todo.
Los sábados en el icónico Patio de Actores, a
las 18.00 hs, el espectador puede ver el despliegue de trabajo arduo y logrado
de este equipo al que no le falta nada.
Autor: Juan
Mayorga
Actúan: Laura
Accetta, Alexandra Bangert, Roberto Caute, Graciela
Clusó, Cristian Sabaz, Federico Vilaro
Iluminación:
Ricardo Sica
Diseño de
vestuario: Sabrina López Hovhannessian
Diseño de
escenografía: Sabrina López Hovhannessian
Realización
de escenografía: Unoporelpiso, Marcelo Capasso, Riky Gonzalez, Jimena Nicole
Pascuali, Nicole Rufanacht
Realización
de vestuario: Jimena Nicole Pascuali, Nicole Rufanacht
Fotografía:
Nacho Lunadei
Diseño
gráfico: Sol Melian
Asistencia
De Producción: Bruno Shmidt
Asistencia
de dirección: Bruno Shmidt
Prensa: Paula Simkin
Community Manager: Domènica Teatral
Producción
general: Domènica Teatral
Coreografía:
Marina Svartzman
Dirección
de arte: Sabrina López Hovhannessian
Dirección: Adrián
Cardoso
Duración:
80 minutos
Clasificaciones:
Teatro, Presencial, Adultos
PATIO DE ACTORES
Lerma 568
Capital
Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos:
4772-9732
Web:
http://www.patiodeactores.com
Entrada: $
9.000,00 - Sábado - 18:00 hs - Hasta el 02/11/2024