No tiene un desgarrón. Adaptada y dirigida por Rita Cortese, por Teresa Gatto.

Adaptación de Heldenplatz (Plaza de los Héroes) de Thomas Bernhard, la puesta de Rita Cortese, condensa en los dos personajes del servicio de la casa, todas las cuestiones significantes de aquella Austria ya casi hitleriana que puede y debería enloquecer a cualquiera.


Por Teresa Gatto

“La Austria alemana debe regresar a la gran patria alemana y no debido a una consideración económica.

Una sola sangre exige un solo Reich”

    Hitler Frag. de Mi Lucha

 

 

En el contexto del epígrafe transcurre la obra que escribió Thomas Bernhard. Al cumplirse 50 años de la anexión de Austria a Alemania. Fue casi póstuma y hoy Rita Cortese y Carolina Santos la adaptan en una síntesis brillante, al dejar en manos de sólo dos personajes la Sra. Zittel, ama de llaves y la criada Herta, el universo del miedo, la sujeción y una lógica de amo- esclavo.

Julieta Cardinali será el ama de llaves y Vera Spinetta, la criada. Ambos trabajos sostienen una sincronía fantástica y exhiben con una organicidad plena, el ser de sus personajes.

Herta aparecerá obsesionada mirando cuando puede por la ventana por la que el Señor de la casa, el profesor, se arrojó hace poco. La Sra. Zittel, la llamará al orden porque está sustraída al orden de las pertenencias del profesor, que aunque ya no usará, deben permanecer tal y como éste deseaba. En una suerte de ceremonia post mortem, dedicada y precisa, le asignará a Herta las otras tareas como son lustrar zapatos o revisar ropa.

“No tiene un desgarrón, solo un agujerito en el chaleco” dice el ama de llaves, como si esa muestra no fuera suficiente para demostrar que su patrón, haya muerto. Tan impecable, tan bien compuesto el Profesor.

Esta situación que las coloca en la escena gris del duelo que la mayor asume doliente pero desorienta por momentos a la criada y la lleva a la ventana.



Es un disparador muy ejecutado por las adaptadoras para que, desde abajo, desde la visión del personal de servicio, se hable de la situación en que están todos (salvo los adeptos a los nazis) en esa Viena que la señora de la casa no soporta (estos son los decires de Herta) y que amerite que todo esté en orden. La más joven tiene la convicción  de ir a la casa de campo con la señora, aunque ésta no la quiere.

Cada parlamento tiene un doble sentido, los 22 trajes del profesor y a la vez la realidad de su ausencia.



Si los nazis están por llegar es porque como bien decía José Emilio Pacheco en Morirás Lejos “la sola existencia de Hitler, no justifica el nazismo”.

Pero como escrita anoche mismo, también se evidencia una irritación que no pasa al acto.

Las diversas consideraciones sobre el pueblo de Viena, que no oye ni lee o al decir de Herta: No quieren oír ni ver.

El profesor Schuster, de origen judío, se arrojó por la ventana, su mujer está en un psiquiátrico recuperándose y ellas dos, la más pequeña que fue la primera en verlo muerto y no puede alejarse de la ventana y la mayor con autoridad absoluta, van hilando un relato que en la re presentación permite reponer el malestar de un lugar a punto de ser invadido, pero es un pueblo de desgracias y aún hoy es muy xenófobo (esto corre por cuenta de quién escribe que lo ha presenciado absorta).

El orden de los sucesos, lento e inquietante como todo duelo, se corresponde con una realidad insoslayable: la de la Argentina de hoy. La esperanza es casi una quimera y Julieta Cardinali y Vera Spinetta, manejan unos tiempos escénicos que sin piolines a la vista ensambla cada parlamento o acto sin fisuras.

Cardinali es una perfecta Señora Zittel, tan compuesta y abusiva por momentos en su pequeña materialidad de jefa del servicio, indubitable siempre, firme hasta lo imposible. Ejerciendo autoridad sobre una criada, Vera Spinetta, que con sus miradas y gestos dice sin decir, da perfecta en el rol y lo compone desde adentro hacia afuera, así mismo Cardinali , compone su máscara que es lo que permite el aplauso cerrado del público.

El diseño de escenografía de Diego Méndez Casariego es rotundo, no hay otra cosa más significante, además de la ventana que provea tanto sentido a la estancia de las mujeres.

Del mismo modo, el vestuario de Mónica Toschi, alude al duelo pero conserva las jerarquías y edades de las actrices. La iluminación de Iván Gierasinchuk, acompaña a la perfección cada instante haciendo que junto a los otros ítems técnicos, el signo teatral se engrose y redunde en una puesta impactante.

Tal vez, el impacto sea tan fuerte porque nuestra sociedad conoce de miedo, decepción y abismos. Es posible que sea muy difícil rescatar los restos de naufragio y que éstos aún sirvan para algo. Lo cierto es que “Sin un desgarrón” metaforiza este tiempo y otros tiempos de desvío del rumbo de los pueblos que alcanzarán la felicidad alguna vez o que la alcanzaron y por no leer ni oír otra cosa que lo que la hegemonía del poder real le ha impuesto, cayeron en un pozo que debe tener un fondo. No hay precipicio que no lo tenga, mientras tanto, como dice un personaje: A este pueblo le queda el teatro.

Rita Cortese dirige una obra magnífica y absolutamente digna de sus posturas sociales.


 


 

Ficha Artístico/Técnica

Adaptación: Rita Cortese, Carolina Santos

Actúan: Julieta Cardinali, Vera Spinetta

Vestuario: Mónica Toschi

Escenografía: Diego Méndez Casariego

Iluminación: Iván Gierasinchuk

Peinados: Ricardo Molina

Maquillaje: Valeria Brédice

Redes Sociales: Prensópolis

Diseño gráfico: Martín Gorricho

Asistencia de escenografía: Ana Agustina Gobbi

Asistencia De Producción: Juan Manuel Ferraresi, Bernardita Ottonello

Asistencia de dirección: Carolina Santos

Producción ejecutiva: Bárbara Rapoport

Dirección: Rita Cortese

Duración: 60 minutos

Clasificaciones: Teatro, Presencial, Adultos

DUMONT 4040

Santos Dumont 4040

Capital Federal - Buenos Aires - Argentina

Entrada: $ 16.000,00 - Jueves - 20:00 hs - Hasta el 25/07/2024

Entrada: $ 18.000,00 - Jueves - 20:00 hs - 01/08/2024, 15/08/2024 y 29/08/2024


Los Compadritos, de Roberto “Tito” Cossa, dirigida por Gerardo La Regina. Por Teresa Gatto.