La
obra de Jordi Galcerán, posee un dispositivo narrativo arduo por lo que la
cuestión escénica está resuelta de modo que historia y re-presentación lleguen
al espectador de un modo cuasi cinematográfico que no abandona la convención
teatral jamás y en la que se lucen los actores Natalia Pascale y Ernesto Falcke
de la mano de su director Guillermo Ghio.
“Pues bien, así fue. Usted creerá que estoy loco.
Los locos no saben nada.Pero debería haberme visto.
Debería usted haber visto con qué sabiduría procedí,con qué cuidado,
con qué previsión, con qué disimulo me puse a trabajar”
Egdar Alan Poe, El corazón delator
Con la sala ya a oscuras, asistimos
a una proyección. Este soporte audiovisual
nos presenta a Ramón confesando un crimen. El dispositivo que es significativo,
por los materiales que lo conforman, es un indicio que, verdadero o falso, nos
asediará durante toda la puesta. El rostro de Ernesto Falcke, protagonista del
video, es la apertura de un anuncio muy significativo.
La economía de recursos con los que
pasamos a la representación se agradece, se abre al espacio escénico (en este
caso todo el escenario) quitándonos el estremecimiento de estar tan cerca de
esa confesión. Allí, encadenada a una silla se encuentra Natalia Pascale, Laura
en la ficción, a la que iremos conociendo en el devenir de la puesta. ¿Cuál es
su vínculo con Ramón y cuáles las razones por las que se encuentra en esa
situación?
El ida y vuelta de los protagónicos
es veloz y acertadísimo. Falcke y Pascale, cada uno en su rol (que veremos
cambiante) se lucen de un modo fantástico. Él juega al todo o nada en cada
escena, ella que parece conocer con quién está tratando no se queda atrás y
replica a cada andanada del que sabremos es su ex marido del que se divorció luego
de 19 meses de casados (el número no es un detalle menor).
El ambiente de lo siniestro, del thriller,
se instala de inmediato, Ramón propone jugar a las palabras encadenadas. Ganar para Laura
significa la libertad, perder es recibir la ablación de un ojo con una cuchara.
El juego siniestro se interrumpirá en
varias ocasiones porque Ramón necesita contar, necesita explayarse sobre cómo
ha manejado la separación y con qué crueldad fue superando los últimos 18
meses, Laura, de profesión psicóloga, le
ofrece ayuda fuera de los límites de ese sótano lúgubre pero se está jugando
algo más. Aunque Ramón simule aceptar que la necesita, toda la puesta reposa
sobre un juego siniestro, no sólo de confesiones y acertijos, sino que en un oscilación
de montaña rusa, la verdad, esa gran redentora a veces, se modifica y adapta a
necesidad.
Es realmente maravilloso como estos
artistas ponen todo su instrumento a disposición de la representación. Falcke
hace gala de un histrionismo que cambia según necesidad y no se deja acción sin
ejecutar. La composición de su Ramón es tan acertada en todas las vicisitudes
de la puesta que se complementa a la perfección
en el dúo con Natalia Pascale de una
enorme versatilidad corporal y actoral.
Las cadenas y las esposas no la privan de sacar su voz y darle el tono
adecuado en cada escena. Tampoco pierde potencia cuando se ofrece a intimar con
su ex marido.
Hay escenas que resultan coreografías perfectas alrededor de una mesa
volviendo a jugar a las palabras encadenadas.
¿La verdad? Decía Oscar Wilde que la verdad es
raramente pura y nunca simple, de modo que tanto en la puesta como en la
vida, las aristas de la verdad se juegan en un azar de un juego de dados que
por buenos no logran abolir el azar.
Lo que el espectador debe saber no
es el devenir del argumento, Lo que el espectador debe saber es que existe un guion,
el de Jordi Galcerán es muy complejo de montar y que el director de esta
puesta, Guillermo Ghio ha logrado mecanismos discursivos, y dispositivos escénicos
absolutamente adecuados a la puesta, para que las criaturas en la escena hagan un
trabajo notable. No hay pausa, no hay respiro, la verdad cambia de manos como
un cubilete y no será hasta el final de la obra que sepamos quién es quién, si
hay inocentes y víctimas y cómo la precariedad de la diferencia entre los argumentos
nos lleva a un carrusel de emociones sin poder quitar la vista de la escena.
El diseño de luces de Tamara
Josefina Turczyn, colabora con ese vaivén de estados que atraviesan los
personajes. El diseño de vestuario de Pheonía Veloz, es acertadísimo, toda vez
que este secuestro se dio en un entorno común y le permite tanto a Falcke como
a Pascale moverse con la soltura necesaria en este vértigo de idas y vueltas.
Cada objeto de la escenografía
tiene su motivo y su uso, nada sobra, todo suma a la puesta sin interferir en
lo importante; la historia que se cuenta. Todo lo que se exhibe colabora con la
diégesis y eso es lo que los futuros espectadores de esta obra enorme deben
conocer.
Lo que queda es asistir a Ítaca
Complejo Teatral, los sábados a las 21 horas y, de este modo, volver a
comprobar que nuestros artistas están a la altura de las circunstancias siempre,
que el teatro se defiende porque además de ser identitario de una Nación, es
vehículo de cultura y que obras como ésta tienen un trabajo enorme detrás que
no merece que nadie menoscabe la Cultura.
FICHA TÉCNICO ARTÍSTICA
Autor; Jordi Galcerán
Actúan: Ernesto Falcke, Natalia Pascale
Vestuario: Pheonía Veloz
Dispositivos Escénicos: Guillermo Ghio
Diseño de luces: Tamara Josefina Turczyn
Realización de video: Fiero Fuego (productora
Creativa)
Banda Sonora: Guillermo Ghio
Gestión: María Emilia Cornier
Diseño gráfico: Horacio Carro
Asistencia de dirección: Iranda Acosta Toloza
Prensa: Marcos Mutuverría
Realización; Pablo Figueroa
Dirección General: Guillermo Ghio
Agradecimientos: Gonzalo Arias, Soledad Ayardi,
Gerardo García, Silvia Ribé, Marcelo Rodríguez, Mirta Tamayo, Marcelo Velázquez
Clasificaciones: Teatro, Presencial, Adultos
ITACA COMPLEJO TEATRAL
Humahuaca 4027
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: 75493926
Sábado - 21:00 hs - Hasta el 29/06/2024