La puesta escrita por Héctor Olíboni, dirigida por Marcelo Velázquez, encuentra en las actuaciones de Martín Urbaneja, Silvina Katz y Bautista Duarte, un trío fenomenal para que durante 60 minutos pensemos que la magia existe, que se presenta pocas veces en una vida y que si te toca un ángel, no podés mirar hacia otro lado. A veces no queda otra salida que confiar en los ángeles. Mucho más allá de la Fe.
“Hablas como si eso estuviese dentro de mi voluntad,
como si me quedara elección,
Frederick. No
es ése el caso. No tengo ninguna elección.
No fui yo quien
escogió la magia: ella me escogió a mí”
Herman Hesse- Dentro y
Fuera
Veredas y baldíos, zona de excluidos. Amontonamiento
de residuos que hacen difícil distinguir a las personas. Será que a determinados
sujetos la sociedad los trata como residuos, el sistema como despojos y el
poder los olvidó hace tiempo.
Pino, el Ángel, revuelve bolsas y busca algo para
comer, o algo útil para usar. Primero detrás de una reja, luego en una zona
limite entre la vereda y la calle. En ese momento lo descubre a Mongo que
duerme o trata de hacerlo. El Ángel, en un trabajo espectacular de Martín
Urbaneja, con una caracterización externa e interna, a tal punto que no lo
reconocí después de tantos años de disfrutar sus trabajos, verá a Mongo, un
Bautista Duarte que hace un gran trabajo como díscolo, incrédulo y out sider que
no desea socializar con nadie. Tal vez esa resistencia del joven que encontró
un lugar donde dormir, un lugar que no es cualquiera, está cerca de un teatro,
sea una manera de sabotear una chance por mínima que sea de estar menos solo.
Esta obra de encuentro como la hubiera categorizado Osvaldo Pellettieri, permite que los
personajes entablen un diálogo difícil por la resistencia de Mongo y el
optimismo de la voluntad del Pino, el Ángel.
Soy un ángel y los vengo a despertar, están todos
dormidos, dice Pino.
Mongo no sin resistencias cuenta su sueño, o tal vez su quehacer. Porque aún en
medio de un pilar de desperdicios, existen los sueños, los talentos, los afanes
y muchas ilusiones perdidas.
Tal vez la gente aguarde milagros grandes y eso, eso
es obra del capitalismo. La humanidad se debate hace muchos años, cuando se
quebró el equilibrio entre Capital y Trabajo. Y trabajo no es sólo operar un
balancín, una cosechadora, o manejar un taxi. Trabajo es hacer dignidad de los
saberes, talentos y oficios.
Existe un forcejeo de diálogos en el que Pino no lora
persuadir a Mongo, porque la melancolía lo invade todo. Porque parece que el
mundo huyó a un universo paralelo sin espacio para los que no llegaron a tiempo
al banquete que ya no es cooperativo, sino individual hasta el dolor. ¿O todo
es un teatro?
Ya no conmocionan los poemas de Alfonsina Storni, “Hombre
pequeñito. Hombre pequeñito, suelta tu canario que quiere volar”, recita el ángel
sin que Mongo se emocione.
Y como en toda obra de encuentro aparecerá el
personaje embrague, ese mediador, ese que acerca, media y además muestra una
nueva realidad, ni mejor ni peor (o sí), que la de los personajes. Ellos están en una dialéctica imposible de hacer
síntesis. Llegará ella, Liliana, en una notable participación de Silvina Katz. Su
aspecto es indicial de su labor. La calle no la asusta, el Ángel es su amigo y
Mongo es un descubrimiento.
Un descubrimiento al que hay que asistir para entender
toda la ternura que despiertan los losers, los nuevos desengañados. Porque los
trucos del Ángel no son creíbles para él. La magia se fue de su vida y no cree
ni en sí mismo. Pero Liliana, con sus saberes de la calle, las diferencias
entre trabajo y amor, cuando el acercamiento es siempre por trabajo, hará su
parte espléndidamente.
No existe pobreza mayor que la falta de ternura y
afecto. No existe calor más fuerte que el de la mano extendida. Y es posible que
no exista un diluvio mayor que es el del dolor que no cesa.
Los diseños de escenografía de Alejandro Vaccaro, de
vestuario de Paula Molina que, a la vez hace las caracterizaciones espléndidas,
junto al juego de la luz diseñado por Alejandro Le Roux, acompañan y aseguran que la
Dirección de Marcelo Velázquez salga mucho mas que airosa haciendo lucir texto
y actores y actriz.
Este texto de Héctor Oliboni, es un respiro de la
angustia cotidiana, no importa que el lector o el espectador no haya perdido nada.
Siempre existe un punto de inflexión en el que es necesario creer en la magia,
en la transformación, y en que los ángeles no portan alas y túnicas blancas,
pueden estar sucios, mal trazados, famélicos pero si se lo proponen pueden
jugar a ser ángeles y hacer milagros.
Ficha Artístico/Técnica
Autor : Héctor
Oliboni
Actúan: Silvina
Katz, Bautista Duarte, Martín Urbaneja
Caracterización:
Paula Molina
Diseño de vestuario:
Paula Molina
Diseño de
escenografía: Ariel Vaccaro
Realización de escenografía:
Ariel Vaccaro
Redes Sociales:
Carolina Krivoruk
Música original:
Fernando Laub
Diseño De
Iluminación: Alejandro Le Roux
Fotografía:
Lucas Suryano
Comunicación:
Kasspress
Diseño gráfico:
Ana Willimburgh
Asesoramiento en
magia: Mateo Garcia
Asistencia de
dirección: Lucas Suryano
Prensa:
Kasspress
Producción
ejecutiva: Cristina Sisca
Dirección:
Marcelo Velázquez
Duración: 60
minutos
Clasificaciones:
Teatro, Presencial, Adultos
TEATRO DEL
PUEBLO
Lavalle 3636
(mapa)
Capital Federal
- Buenos Aires - Argentina
Teléfonos:
75421752
Web:
http://www.teatrodelpueblo.com.ar
Entradas desde:
$ 7.000,00 - Viernes - 20:00 hs - Hasta el 31/05/2024