Una puesta fascinante en la que el minimalismo escenográfico es fundamental porque todo es palabra, todo es poesía, todo es buscar “el sentido de las cosas”. Andrés Bazzalo pone a jugar a dos espléndidos que hacen lucir el texto de Franzen y que tensan no sólo los límites, un joven y un hombre mayor sino también los significados.
“De pronto sentí
el río en mí,
corría en mí
con sus orillas
trémulas de señas,
con sus hondos
reflejos apenas estrellados.
Corría el río en
mí con sus ramajes.
Era yo un río en
el anochecer,
y suspiraban en
mí los árboles,
y el sendero y
las hierbas se apagaban en mí.
Me atravesaba un
río, me atravesaba un río!”
Juan L. Ortiz,
Frag. de Fui al Río
Cada función de teatro tiene como cada obra la
chance de un plus. Algo más en lo que el espectador puede bucear. Resonancias
del lecturas, reverberancias de escenas imaginadas de alguna narrativa que nos enamora.
Entonces llega “El sentido de las cosas” y la autora nos juega (a algunxs) una bella
pasada.
Las luces se apagan y vemos a los protagonistas que,
rompiendo la convención, deciden volver a comenzar. Ese gesto los acerca a la platea
que, ansiosa, se da el gusto de ver a los artistas que le darán el placer que sigue.
El en delta del Paraná, un poeta cuya cama pende un
de un sauce, acomoda los papeles que escribió en su insilio de escritor y su
retiro voluntario de todo bullicio con el que la cuidad tapa lo verdadero, el
ruido de la naturaleza y el silencio de la misma.
En el otro extremo un empleado de una entidad
burocrática es enviado, a despecho de su voluntad, a anoticiar al poeta de una “importante”
mención honorífica.
Mientras para el poeta, la crecida es un hecho
esperable y natural, Víctor Laplace se maneja con maestría en este rol que
supone que lo más importante es la palabra a resguardar, el empleado, encarnado
con enorme logro por Gastón Ricaud, da cuenta de un temor casi fóbico a las alimañas,
señalando que su alergia puede ser fatal. Nada de lo que Josecito, el empleado
teme será opción de piedad para el poeta que se siente invadido y procede como la
libertad que ganó le indica.
Hay una obstinación del empleado en cumplir con su
deber, hay otra que es la del rechazo del poeta ya que justamente el sentido de
las cosas no radica en la burocracia.
El espectador asiste así a una conversación que se
va tornando afable, luego de la primera resistencia. Los matices que surgen de
la escritura de Sandra Franzen están resaltados por la excelente dirección de Andrés
Bazzalo que como es su costumbre, toma en sus manos un guion excelente y lo convierte
en una obra en la que los actores sin piolines a la vista, se lucen al extremo.
La música en vivo de Gonzalo Domínguez, con su
registro litoraleño, excelentemente ejecutada, nos permite junto al resto de
decisiones que engrosan en signo teatral, pasar una hora en el Paraná sin que el
realismo invada la escena. No hay otra escenografía que la cama del poeta, de modo
que imaginar correntada, crecida, papeles al viento, posibles ofidios que el
río arrastra y ver par a par al poeta y al joven empleado hacer toda suerte de
piruetas con las misma versatilidad, dan cuenta de un mecanismo aceitado entre
personajes, una complicidad que no los deja fallar, fruto seguro de un trabajo
previo en el que lograron construir ese vínculo cambiante y que redundantemente
cambiará la vida de uno de ellos. Hay que resaltar que la escenografía y el vestuario
son obra de Carlos Di Pasquo y son indiciales y celebratorios.
Hasta aquí lo técnico/artístico compone una puesta para
celebrar, pero hay resonancias que en el caso de esta crítica resultan insoslayables.
Ciertas referencias como que el río Colastiné es peligroso o la frase que repite
el Poeta “Ay Garay, Garay, llevaron a quien escribe al universo de Juan José Saer,
como una cita homenaje al escritor que sólo se quedó en su zona (El litoral
Santafesino) para darnos a personajes como Pichón Garay (poeta y exiliado) o mencionar
que el Colastiné es muy peligroso como río, un brazo del Paraná que tiene doble
cauce y que el mismo Saer utiliza para situar la historia de El Entenado, en el
Siglo XVI, donde habitaban los indios del mismo nombre que eran antropófagos.
Entonces, el rito teatral se afinca en la memoria
lectora que cruza sus lecturas preferidas, con la poesía del guion y el desempeño
de los artistas que al final nos brindan un abrazo.
¡Viva el Teatro!
FICHA TÉCNICO/ARTÍSTICA
Autora: Sandra Franzen
Actúan: Víctor Laplace, Gastón Ricaud
Diseño de vestuario: Carlos Di Pasquo
Diseño de escenografía: Carlos Di Pasquo
Músico En Escena: Gonzalo Domínguez
Operación técnica: Ramiro García Zacarías
Diseño De Iluminación: Horacio Novelle
Fotografía: Nacho Lunadei
Diseño gráfico: Mariana Meliac
Asistencia De Escenas: Adrian Rallap
Prensa: Natalia Bocca
Producción artística: Alejandra García
Producción ejecutiva: Alejandra García
Dirección artística: Andrés Bazzalo
Duración: 60 minutos
Clasificaciones: Teatro, Presencial, Adultos
CENTRO CULTURAL DE LA COOPERACIÓN
Corrientes 1543
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: 5077-8000 int 8313 en horario de venta
Web: http://www.centrocultural.coop
Entrada: $ 10.000,00 / $ 9.000,00 - Domingo - 19:30
hs - Hasta el 26/05/2024