La Malinche de Cristina Escofet, dirigida por Andrés Bazzalo, por Teresa Gatto

 

Un hecho teatral inédito en torno a la representación femenina de un mito (?), se presenta en el Teatro Nacional Cervantes para que una vez más, texto, dirección y las brillantes actuaciones de Ana Yovino y Maia Mónaco emocionen a una platea que, conociendo o no la trama de los sucesos, se conmocione estremecida.



 

Por Teresa Gatto

 

¿“Acaso hablás las lenguas de estos Moctezumas”?, la interrumpió bruscamente un soldado, dirigiéndose a ella en maya, cuando conversaba con una mujer que molía maíz para los hombres barbados.  “Es la lengua de mis padres”, contestó ella, “no la he olvidado”. El blanco que hablaba maya dio una orden y la condujeron ante el gran Capitán”.

Hernán Lara Zavala[i]

 

De todos los legados que me ha dejado la Historia de la Conquista de América y, diría Todorov “Y el Problema del otro”[ii], siempre el asombro de las Cartas de Colón a la Reina Isabel, describiendo un mundo inventado y narrándolo como “descubierto” y la Conquista de México a cargo de Hernán Cortés y sus Cartas de Relación, enviadas a España, han sido motivo de inquietud. ¿Cuánta literatura (hoy sabemos que sí) había en ese género epistolar y cuánta verdad, mito o naturalización del sometimiento era vedado?  O tal vez no, porque el mayor problema para estos españoles arribados a Mesoamérica y a América del Sur sus habitantes eran infrahumanos. No sólo conformaban un “Otro” de raza, credo o religión, no eran seres humanos. Eran bestias de carga listas para ser a sometidas o usadas como se verá luego en la Conquista de México por parte de Cortés. Ya no importa si se leyeron mal las señales y el Capitán Rubio no era lo que el horóscopo anunciaba. Ni siquiera la ingenuidad de Moctezuma frente a los primeros signos de cordialidad. No. América sería labrada en sangre. Y cómo hemos visto en los siglos posteriores, cosecharía sangre hasta nuestros días.

Pero de la todas las Crónicas (extensos volúmenes que narran los sucesos, avalando o rechazando el avance europeo) las mujeres son las grandes ausentes o personajes muy secundarios, nombrados solamente en lo que concierne a tareas domésticas o sexo. Con una enorme excepción: La Malinche.


 Más allá de cierta incomodidad que nos asedie en esta suerte de post modernidad, acerca de los mitos, como lo es efectivamente Malinalli, Malintzin, Malinche o Marina, ya sea porque va de suyo que en la modernidad no se pueden sostener mitos o porque escapa a nuestro razonamiento una narrativa del Siglo XVI, ella está presente y se resignifica según pasa el tiempo.Algunos insisten en que el México que conocemos se forjó sobre dos mitos fundacionales: La Malinche y la Virgen de Guadalupe. Cara y seca de una necesidad de conjurar el papel de traidora coptada por Hernán Cortés, porque hablaba dos lenguas: Nahual y Maya y porque tenía un aura más brillante que el sol “El tiempo es tu origen, busca en tu ombligo” le dice la cantora en el texto de Escofet.





Pero esto se trata de una crítica teatral. Y después de muchos años de esperar una representación que le hiciera honor a la primera mujer ilustre de México (sí, Ilustre) el rizoma se pone en marcha y es imposible no contextualizar. Pero, cuidado, no es necesario saber nada de Malinalli, Marina o Malinche para ver este despliegue escénico.

La sala Orestes Caviglia del Teatro Nacional Cervantes es el espacio de contención ideal para esta puesta porque brinda la intimidad que requiere narrar/ re-presentar una vida. Y la sostiene con creces porque como el texto espectacular y el original son pura poesía, hay que estar muy atento pues cada palabra es de una densidad semiótica y cada movimiento de las protagonistas es una cadencia que aún en los malos presagios, acuna.

El dispositivo escénico montado por Alejandro Mateo permite que Maia Mónaco, cante descifrando granos de maíz que ve en un pozo que se replica infinito en una pantalla. Ella presentará a Marina y es ahí cuando Ana Jovino, gladiadora triunfante de todas las heroínas, completa el espacio escénico. No sólo lo consuma sino que amplía esa condensación de sentido que ya la cantora (extraordinaria voz) nos venía adelantando.

Asistimos a la historia de un nacimiento, de un modo de creer en los Dioses y de un rapto.

El registro vocal de ambas es imponente, una canta, la otra describe su vida y mientras tanto su cuerpo se contorsiona. Todo el diseño audiovisual de Lucio Bazzalo que se replica en el suelo y en la pantalla de fondo, acompaña poéticamente a la poesía vocalizada a la perfección. Allí, una selección de rostros, signos, la propia mixtura mexicana, Aztecas, Toltecas, Mexicas, las Ferias del viejo Tenochtitlan y los dioses hacen la metonimia perfecta con lo representado.

Los avatares se suceden y en un sencillo chasquido de dedos las ropas de Marina mutan, ejemplo de la notable concepción de vestuario de Adriana Dicaprio. No existe una tela de más. La funcionalidad de los ropajes nos pone permanentemente en el día a día de la guerrera, sobreviviente, en el de una mujer que quedará en un “entre” (in between) del que nos hablaba Homi Bhabha, en El Lugar de la Cultura. Ese lugar el del mestizaje más certero del que haya registro: Maya, Azteca, Europeo.

“La voluntad trama flores y el destino trama abismos” dice el texto glorioso.

Pero Malinche es la lengua, la lengua es la madre, no hace falta revisar ningún texto, lloramos, amamos, gozamos en la lengua materna. Y si bien el mestizaje es brutal en el caso de ella, sobrevive. Subsiste al destino del abismo porque es una guerrera. Pero como señala Octavio Paz en el Laberinto de la Soledad “Si la chingada es la representación de una madre violada, no me parece forzado asociarla a la Conquista que fue una violación, no sólo en sentido histórico sino también en la propia carne de las indias”.

Ana Yovino, Malinche de Ley, en un despliegue físico notable, en el que el cuerpo se convierte en un instrumento afinadísimo y guiado con certezas todas exitosas de la mano de su director, Andrés Bazzalo, hace honores a la guerrera, se desplaza en el conjuro del diseño lumínico de Soledad Ianni, se fusiona con la cantora que en sí misma un personaje ya de culto, porque la música en vivo creada por Gerardo Morel y ejecutada a la perfección por Maximiliano Más, asiste a su voz y mece al publico en el encantamiento de un mito que me obstino en negar.

Malinalli, Malintzin, Marina, Malinche existió, no sólo en las Crónicas en las que a Cortés se lo llamó Hernán de Malinche, otorgándole a la india lengua una estatuto enorme. Si no que además y esta es una teoría de trasnoche y conmoción; sólo su existencia justificaría el escarnio atávico que padecen las mujeres mexicanas, el acuñamiento del término Feminicidio (Marcela Lagarde) y toda la vasta y hermosa literatura que nos legaron y legan Elena Garro, Rosario Castellanos, Elena Poniatowzka, etc. , agregaremos entonces, a Cristina Escofet a esa lista sin números de orden, porque todo canon es subjetivo.

Que el sol sea una señal para  que cada uno se arme una Malinche propia o pueda conocerla en el Teatro Nacional Cervantes.

La Cultura es el único bien que nadie puede arrebatar. La Conquista de América y sus pormenores nada menores ayudan a entender quiénes somos y adónde estamos.

Creo que como dice un personaje de Juan José Saer: “Como de costumbre, lo importante no se ha dejado decir”.

 


 


 Ficha Artístico/Técnica

Autora: Cristina Escofet

Actúan: Maia MónacoAna Yovino

Diseño de vestuario: Adriana Dicaprio

Diseño de escenografía: Alejandro Mateo

Diseño Audiovisual: Lucio Bazzalo

Músico En Escena: Maximiliano Más

Realización Audiovisual: Lucio Bazzalo

Música original: Gerardo Morel

Diseño De Iluminación: Soledad Ianni

Asistencia de dirección: Vanesa Campanini

Producción: Sofhi García JLucía Quintana

Dirección musical: Gerardo Morel

Dirección: Andrés Bazzalo

Duración: 75 minutos
Clasificaciones: Teatro, Presencial, Adultos

TEATRO NACIONAL CERVANTES
Libertad 815 (mapa)
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: 4816-4224
Web: http://www.teatrocervantes.gob.ar/
Entrada: $ 3.500,00 - Domingo, Jueves, Viernes y Sábado - 19:30 hs - Hasta el 28/04/2024

 

 

 

 



[i] Lara Zavala, Hernán: Las cuatro Heridas en La malinche, sus padres y sus hijos”, Coordinado por Margo Glantz, Prisa Ediciones, México, 2013.

[ii] Todorov, Tzvetan, La conquista de América. El problema del otro, Siglo XXI Editores, Madrid, 1990.

Los Compadritos, de Roberto “Tito” Cossa, dirigida por Gerardo La Regina. Por Teresa Gatto.