Fausto en Valle Oliva Por Teresa Gatto





Héctor Levy-Daniel lo hace de nuevo. A partir de un clásico reescribe una obra nueva, como lo es toda versión con un hipotexto de referencia. Un Fausto en que las condiciones son de extrema inminencia histórica. Excelentes trabajos actorales.

Por Teresa Gatto

 

 




“Mi única ambición ha consistido en ver.

Ver, ¿no es, acaso, saber

Y saber, ¿no es gozar instintivamente?

¿no es descubrir la substancia misma del hecho

y apropiársela esencialmente?

¿Qué queda de una posesión material?

Una idea, juzgue, pues, cuán deliciosa

ha de ser la vida del hombre que, pudiendo grabar

todas las realidades en su mente,

transporta en su alma las fuentes de la dicha,

extrayendo de ella mil voluptuosidades ideales, exentas de las mancillas terrenas”

Honoré de BalzacLa piel de Zapa.

 

Fausto, desde su edición de la primera parte en 1808, a cargo de  Goethe,  es sinónimo masivo de venderle el alma al diablo. De pactar, de un querer ir más allá. La obra que se exhibe en el Teatro del Pueblo los sábados a las 17.30 hs. muestra la profundidad de la lectura de su autor del clásico de Goethe, toda vez que propone una mixtura entre el mito original del pacto con Mefistófeles y el materialismo burgués. 

Estamos en un pueblo como cualquier otro. Un pueblo argentino. Un paraje sumido en la contaminación de una minera en la que no importan cuántos mueren adentro ni cuántos afuera. Y como copia maldita de la realidad de estos lares, la lógica de amo-esclavo se impone porque hay que trabajar. Hay que vivir, hay que obedecer.

Habrá un personaje narrador que romperá cada tanto la cuarta pared para poner al espectador en contexto, interpretado magníficamente por Nacho Vavassori, quien es Oberdán en escena, nos contará que muerto el viejo médico del pueblo, arribó a Villa Oliva el Doctor Fausto con su esposa Elena.

El Doctor, en la piel de Marcelo Nacci de gran desempeño actoral, tiene del original, ser un hombre de ciencia, pero es además extrovertido, joven, agradable y rápidamente muy querido por toda la población. Sus grandes amores: su esposa Elena y la salud de sus pacientes.

De nada sirve tratar de intermediar con el dueño de la mina, el Sr. Sandor que muy bien encarnado por Alejo Mango, no saldrá jamás de su lógica materialista, individualista y por ende capitalista. Sandor manda y lo hace sin miramientos, con soberbia y desprecio.

El río está contaminado, todo se transforma en peste y esa peste se llevará a Elena, joven y bella interpretada por Milagros Almeida. Hay que resaltar que Elena porta un aire etéreo que a posteriori, cuando ya no integra el mundo de los vivos, es una continuidad orgánica.

Nada de lo que los intermediarios entre Sandor y Fausto proponen logra que cese la ruina del pueblo. Hasta Livia, encarnada por Amanda Bond, que hace apariciones claves y muy precisas expone su integridad moral ante el dueño de la mina.

Pero Fausto no volverá a ser el mismo y el paso del tiempo no consigue que olvide ni termine el duelo de su Elena amada. Y aunque encabece la protesta por la minera mortal, el pueblo ya no confía en él porque sobre su faz se cierne una sombra irreparable.

En ese entorno de protestas y ruindades aparecerá él, primero en el cementerio y luego del piquete. Es una figura oscura y tenebrosa, llevada adelante por Ricardo “Kiko” Cerone, de manera notable. Sus parlamentos breves, sus respuestas esquivas pero inteligentes y esa imagen  que podemos imaginar en las pesadillas, si el diablo existiera se parecería a este hombre que no se deja definir. Inquirido por Fausto sobre si el es demonio, responde “no me encasille”.

La propuesta no es de índole colectiva. Fausto se ha quedado en un pueblo polvoriento y mustio por una sola razón: pertenece al lugar donde tiene un muerto, en este caso su esposa.

La promesa es volver a verla, ese el contrato a cambio del alma. Nadie cuenta con la Fe o la Ética de los muertos.

El resto hay que verlo en escena. Porque poco puede dar una síntesis de un argumento cuando la escena es imposible de reponer salvo a ojos del espectador.

Lo verdaderamente importante, es el tratamiento del texto, justo, preciso y con guiños, no es casual que el objeto del amor de Fausto se llame Elena (en la segunda parte del original de Goethe, en sus viajes Fausto conoce a Helena de Troya, la mujer de la belleza que desencdena una guerra) en ese reino todo es posible).

Lo verdaderamente significativo es como cada personaje juega sus escenas de modo alternado y ajustado a la fábula, cuando ésta procede de otro momento y espacio.

Las quimeras y luchas perdidas de Fausto en Valle Oliva son muy cercanas y no sólo argentinas. En este momento hay pasteras que contaminan, pueblos sudamericanos repletos de migrantes (los más osados) o tolerando condiciones de trabajo en las que se les va la vida y si no acatan, ya sabemos que siempre habrá gendarmes que ordena el poder para reprimir y disciplinar.

Preguntas como ¿Para qué quiere usted un alma? En boca de Mefistófeles o argumentos que ya son clásicos de estos lares, en boca de Sandor “Vamos a hacer lo que vinimos a hacer” son lapidarios, para el personaje Fausto y una piedra en el pecho del espectador que aún hoy, no logra aferrarse a ninguna certeza.

Los destinos se cumplen narrados o representados. Hay que ver Fausto en Valle Oliva y llevarse ese sello que Levy-Daniel no depone jamás: interpelarse sobre qué somos capaces de hacer, cuáles son nuestros límites y recordar que la Moral es Universal pero la Ética es Individual.

Esta nota comienza con un epígrafe de La Piel de Zapa de Honoré de Balzac. La novela de 1831 también responde a un esoterismo o fantástico, pero con el realismo de su autor, no deja escapar su motivo: el materialismo burgués.  Aquí en Valle Oliva se impondrá éste y el amor en duelo. Una reescritura de los pactos con Satán que merece la pena ser vista.

Las opciones de diseño de escenografía y vestuario de Gabriella Gerdelics, la iluminación de Ricardo Sica y la música original de Eduardo Zvetelman, completan y espesan el signo teatral}, dándole un marco a la puesta que la hace  impecable.

 

Ficha Artístico/Técnica

Autor: Héctor Levy-Daniel

Actúan: Milagros Almeida, Amanda Bond, Ricardo Cerone, Alejo Mango, Marcelo Nacci, Nacho Vavassori

Vestuario: Gabriella Gerdelics

Escenografía: Gabriella Gerdelics

Música original: Eduardo Zvetelman

Diseño De Iluminación: Ricardo Sica

Fotografía: Camila Levy-Daniel

Diseño gráfico: Camila Levy-Daniel

Asistencia de dirección: Stefanía Franco Turyk

Prensa: Giacani-lauro Comunicación

Producción ejecutiva: Cristina Sisca

Dirección general: Héctor Levy-Daniel

Clasificaciones: Teatro, Presencial, Adultos

TEATRO DEL PUEBLO

Lavalle 3636

Capital Federal - Buenos Aires - Argentina

Teléfonos: 75421752

Web: http://www.teatrodelpueblo.com.ar

Sábado - 17:30 hs - Hasta el 26/08/2023

Socilto de Otoño de Sebastián Bayot, interpretado por Ana Padilla, por Teresa Gatto