En mis versos siempre joven por Ana Abregú



Siempre William Shakespeare, eterno y nuevo a la vez. En el método Kairóz Teatro, El Salvador 4530, se presenta la obra En mis versos siempre joven, representación de la obra Como gusteis (Londres, 1599), en entrecruzamiento con personajes de otras obras del mismo autor, intertextualidades de diversos escritores, guiños. Gestos de la modernidad.

Por Ana Abregú

Además de los rasgos clásicos del autor, el contraste, la referencia a las clases, vicios, pasiones, el poder, la herencia, la puesta propone un entrecruzamiento con rasgos de la modernidad; el conflicto familiar y la instancia de primogenitura en esta comedia, que en su época podía leerse como una parodia a la corte; la corte como reino “natural”, entre el escenario de la nobleza y el escenario bucólico, personajes adaptados y desadaptados en el cruce de lo pastoril, artesanos, pastores y el retruécano de identidades.

En la composición de Shakespeare encontramos la influencia de Virgilio y los romances poéticos, así como el personaje femenino, Rosalinda –inspiración de Thomas Lodge–, que resultaría, en un interesante juego de género, femenino-masculino, el amor y cuestiones sobre la identidad.

En la obra En mis versos siempre joven se entrelazan personajes de Sueño de una noche de verano (1600), el procedimiento de Ricardo III; e intertextualidad que incluye frases como por ejemplo del Martín Fierro.

A la muerte del padre su hijo Oliverio, serio, preparado, el primogénito, se hace cargo del menor Orlando, descuidado, disoluto; se verán enfrentados por la herencia del título; a su vez, asistimos a la discordia entre hermanas, en otro telón de fondo, el ducado de Árdenas, donde la hermana menor, fuerte, empoderada, expulsa al bosque a la mayor, díscola, lujuriosa; en este punto se produce la bisagra con otra obra de Shakespeare, Sueño de una noche de verano, Titania , reina de las hadas, que ha provisto a Lady Lunática y su hermano de la habilidad de verter amor en los ojos.

Encuentros y desencuentros entre dos mundos, el de la corte y el pastoril, con la intervención voluble y carácter de cada personaje, hijos de la corte, hijos del bosque.

Shakespeare se caracteriza por los juegos lingüísticos, que en esta obra se actualiza con intertextualidad, pero con el espíritu de discursos tanto elevados como de la plebe que identifica asuntos de clase social e importancia del entorno, la corte, el bosque.

El amor, siempre presente, aparece entre Orlando y Rosalinda; uno expulsado por el hermano, la otra por la usurpadora; Rosalinda obligada a huir de la corte y acompañada de su prima, se disfraza de hombre y se hace llamar Ganimedes acompañada de su prima, Celia.

En la mitología griega, Ganimedes, príncipe troyano, fue raptado por el dios Zeus, quien lo convirtió en su amante y en sirviente de los dioses. Aquí hay una referencia a lo indistinguible que resulta enamorarse, sea hombre o mujer; y en la obra, se percibe como tema actual, Orlando se enamora de Rosalinda como mujer y también como hombre cuando es Ganimedes; la belleza está en los ojos, donde Lady Lunática y hermano han vertido el filtro de amor.

La obra repone la atmosfera de bruma y opacidad del mundo de los duendes, que se involucran en los movimientos e ímpetus de los enamorados Orlando y Rosalinda, así como de los personajes de artesana, luchador, alegorías del Renacimiento y conversión del absurdo en aventuras románticas.

La puesta en escena, jóvenes actores realizan un despliegue de proezas físicas, música y movimientos. La obra comienza desde que se ingresa a la sala, los actores, estatizados, hasta que el último espectador ingresa y encuentra la obra en curso dando paso a la escena con la magia de la luz sobre el escenario.

En ese momento, se produce el gesto de cuarta pared, la ruptura de la pared invisible entre escena y público, el procedimiento es de Ricardo III, el cambio de foco de la narración, el off escénico donde los personajes asumen que lo son, que están en una obra de teatro; lo que habilitará el gesto de otro escenario: enfrentan al público, los actores revelan que saben que ahí está el espectador, y que se está por representar una historia; hablan al espectador y los episodios transcurren entre gestos de las caras, sonidos, poses, que forman un sistema de elementos de contacto; el efecto es de estar divirtiéndose con el espectador incluido, están contando la historia, están representando lo que cuentan; no están “en” el mundo construido, sino que están mostrando la historia, de allí que los saltos en frases reconocibles para la modernidad producen el choque hilarante del anacronismo. Hay algo del procedimiento de Lady Macbeth, cuando tres brujas aparecen al comienzo, contando el punto de comienzo de la historia un plan y vaticinio sobre los sucesos en la corte, para hacerse del poder.

La expresividad de las caras, el maquillaje, la “gimnasia” facial, es particularmente notable acompañada de la plasticidad de los cuerpos y el hechizante impacto de la luz en los movimientos de las manos –particularmente bellas imágenes–, las poses de los cuerpos y el contraste con el vestuario de época, produce una tensión permanente con la sensación de que algo se va a enredar, caer, resbalar y que funciona con una coordinación admirable de dominio del espacio.

Resulta interesantes el uso de los elementos, la construcción del clima y época con marcos de cuadros, vajilla, telas, detalles de reconstrucción del bosque, que prefiero no revelar para dejar que el espectador se sorprenda.

Como recurso del lenguaje el procedimiento permanente de la voz convierte la dinámica del sonido en un protagonista, de ahí que habrá juegos de chasquidos, voces, onomatopeyas, ironías, armonías vocales y musicales, y elementos que servirán a los efectos: objetos de madera huecos, metales.

Noté algunos detalles de vestuario, como guiños al Simbolismo, el sombrero de copa, que aislado, podría significar en una referencia a la época, pero cuando se acompaña con tres personajes con sombrero excesivamente largos, en una obra donde hay magia, no es difícil relacionarlo con el sombrerero de Alicia y con Tres sombreros de copa, de Miguel Miura, donde el Simbolismo es reacción al Naturalismo de Zola que en El naturalismo en el teatro se abre a la revalorización del lenguaje poético, de la imaginación y lo subjetivo, teatro comprometido y político, en el cual se manifiestan contradicciones de conductas, la sociedad, los discursos de choque entre clases, elementos que de forma fresca, divertida y eficiente se despliega en esta obra.

Las figuras femeninas en desafío a la mujer isabelina, se revelará en los diálogos, el desdén y la negación a las etiquetas, el ideal femenino pincelado con la lujuria y en libertad, lo antiguo en sincronicidad con lo moderno.

La amistad, el amor, la identificación, son algunas de las cuestiones que se desarrollan, Shakespeare eterno.

 

 

Ficha Artístico/Técnica

 

Dirección:Guadalupe Alonso, Luna Zaballa

Actúan:

Lula Andrada-Duquesa

Lola Casas-Margot

Tomas Gabriel Gallo-Silvio

Darshan Gonzáles - Amiens

Rocío López Acuña- Lady Lunática

Nina Morriconi- Celia

Sol Muñoz- Febe

Matías Panaro-Orlando

Indiana Pereiro- Rosalinda

Jana Quiroga- Titania

Mateo Ronn Abregu - Hermano

Lautaro Stork- Oliverio

Vestuario:Carolina Tisera.

Música original:Tom CL.

Fotografía:Darshan González, Mateo Ronn Abregu

Diseño gráfico: Darshan González

Asistencia de dirección:Violeta Pedregal

Producción: Violeta Pedregal

Dirección: Silvana Amaro, Tom CL

Duración:90 min.

 

Clasificaciones:Teatro, Presencial, Adultos

EL MÉTODO KAIRÓS TEATRO

El Salvador 4530 (mapa)

Capital Federal - Buenos Aires - Argentina

Teléfonos: 4831-9663

Web: http://www.elmetodokairos.com.ar

Sábado - 16:30 hs - Del 05/08/2023 al 23/09/2023

Los Compadritos, de Roberto “Tito” Cossa, dirigida por Gerardo La Regina. Por Teresa Gatto.