La puesta de Tennessse Wlliams adaptada por Mauricio Kartun y dirigida con enorme acierto por Gustavo Pardi, revive un clásico que en este caso no ha envejecido. Los Martes en el teatro El Picadero. Actuaciones para no olvidar.
Por Teresa Gatto
"Sólo somos personas cuando nos situamos frente a otro,
nunca de forma aislada. Lo que nos convierte en personas
es el vínculo con el otro, la relación de amor"
Julia Kristeva
El Zoo de Crsital, fue estrenada de Broadway en marzo de 1945 y alcanzó nada menos que 543 funciones. En 1944 se había estrenado en Chicago y en 1950 se convirtió en película.
Muchos la consideran la obra maestra de Tennesse Williams y casi semi biográfica, en esta ocasión encuentra una adpatación que no sólo posee no sólo un lenguaje acitado y asequible, sino un ritmo parejo que, elaborado desde una excelente dirección, nos lleva a los años '30 del Sur de Estados Unidos sin extrañamientos.
Una mesa en la que cenan los 3 intergrantes de la casa: Amanda Wingfield cuya interpretacion lleva adelante Ingrid Pelicori, componiendo a una Amanda que por su pasado, tal vez y, por ser una mujer abandonada por su esposo, se debate entre ser la cabeza de la familia y/o reproducir el modelo patriarcal, en su hijo varón. Pelicori estalla todas las aristas de su personaje como siempre, de modo excelso. Ella desea que Tom, su hijo varón, se convierta en un triunfador, en algo más que un vendedor de zapaterías. ¿Acaso no es necesaria esa solvencia cuando todavía resuenan los ecos de la guerra?. Tom, interpretado por Agustín Rittano, con su gran desempeño escénico, lleva a su Tom a las diletancias propias entre irse para siempre o complacer a esta madre intensa y no abandonar a su hermana Laura.
Esa hermana compuesta por Malena Figó, con la candidez , la belleza y la timidez por su discapacidad motriz, es renga. No puedo pensar otra Laura que no sea Figó. Es perfecta, en sus tonos, gestos y registros.
Para Amanda todo es un escalón. Que Tom triunfe, que Laura se convierta en dactilografa porque necesitará ganarse la vida, lejos de conseguir un buen matrimonio con un buen partido, ya que el modelo de belleza hegemónico la excluye.
En un Estados Unidos que 10 años después de la Segunda Guerra será ya el gestor y beneficiario del más agudo y hóstil capitalismo, ser y tener es lo mismo para Amanda. Los vínculos con sus hijos son su vida y lo refrenda en cada parlamento o gesto pero encarados desde la obligación del triunfo son una carga insoportable de llevar.
En ese ambiente en el que suena un jazz asordinado el quiebre lo proveerá la llegada de Jim O'cconor, quién es invitado a cenar por Tom para que recuerde a Laura que fue su compañera de preparatoria y que gustaba de él. Martín Urbaneja como Jim, trae optimismo, frescura y un soplo de esperanza para Laura. Siempre espléndido en sus desempeños actorales.
Podríamos, forzando un poco los signos teatrales decir que hay un personaje "inanimado" más. Es el Zoo de Cristal que es el entretenimiento de Laura. Es bello y frágil como ella y un mundo en sí mismo porque al mundo real ella no desea salir, tampoco quiere ser dactilógrafa. no asiste a sus clases y pasa tiempo en el parque. Ese zoo, configura un mundo tierno y tan frágil como ella.
Cada integrante de la familia tiene un mundo interior y cuasi secreto que lo sostiene fuera del tiempo de la realidad y dentro del de las ensoñaciones. No importa que la madre quiera esto o aquello, Tom de día trabaja y de noche escribe poemas o se va al cine. Laura, no consiente que la quieren hacer ver mas sensual porque ella es otra cosa. La única que vive en un presente al que desea forzar es Amanda.
El argumento se puede ver en la obra pero hay que hacer incapie en estas actuaciones brillantes. En la solvencia con la que se desempeñan en escena, creando un verosímil en el que además de viajar al pasado, vemos algunas reiteraciones en el presente. El éxito, la solvencia económica, la mirada del Otro, como constitutivos de una subjetividad que la más de las veces lastima porque no logra sus objetivos. Y la "diferencia".
Hay que resaltar además que los intérpretes logran actuaciones brillantes, en el entusiasmo y en la pena son orgánicos y totalmente entregados al ser de su personaje.
El reparto es un hallazgo que Gustavo Pardi sube a escena sin piolines a la vista y aceitado al máximo ya en su estreno.
La música que diseña Silvia Aspiazu es totalmente acertada en torno a los momentos que invocan cierta nostalgia de lo que fue y una pequeña esperanza cuando Laura baila con Jim. El diseño de vestuario Julio Suárez es icónico de la época y la escenografia Cinthia Chomski, opera con un minimalismo acertivo, ya que lo que importa son las acciones y los elementos escenográficos están al servicio de mostrar ese mundo.
Un texto fantástico, actuaciones para recordar y el acercamiento a un clasico de gran adaptación y excelente dirección, hacen de El Zoo de Cristal una puesta para revisitar un clasico sin prejuicios como ostenta casi siempre quien escribe esta nota.
Ficha Artístico/técnica
Autor: Tenessee Williams
- Versión:
- Mauricio Kartun
- Actúan:
- Malena Figó, Ingrid Pelicori, Agustín Rittano, Martín Urbaneja
- Diseño de vestuario:
- Julio Suárez
- Diseño de escenografía:
- Cinthia Chomski
- Diseño sonoro:
- Silvina Aspiazu
- Música original:
- Silvina Aspiazu
- Diseño De Iluminación:
- Horacio Novelle
- Fotografía:
- Nacho Lundadei, Federico Sosa
- Comunicación:
- Marcos Mutuverría
- Diseño gráfico:
- Stella Maris Santiago
- Asistencia De Producción:
- Glenda Aramburu
- Asistencia técnica:
- Ramiro García Zacarías, Matias Noval
- Asistencia de dirección:
- Carolina Krivoruk
- Prensa:
- Marcos Mutuverría
- Producción artística:
- Alejandra Garcia
- Producción ejecutiva:
- Alejandra Garcia
- Dirección de arte:
- Stella Maris Santiago
- Dirección:
- Gustavo Pardi
Pasaje Santos Discepolo 1857 (mapa)
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: (+54 11) 5199 5793
Web: http://www.teatropicadero.com.ar/
Entrada: $ 6.000,00 - Martes - 20:00 hs - Hasta el 26/09/2023