La obra de Magalí Meliá encuentra un modo de re-presentar una tragedia desgraciadamente cotidiana, con la contundencia en la dirección de Lorena Romanín, que logra que los actores se desdoblen sin perder jamás la organicidad de sus dos personajes.
Por Teresa Gatto
"Bajo las matas
En los pajonales
Sobre los puentes
En los canales
Hay Cadáveres
En la trilla de un tren que nunca se detiene
En la estela de un barco que naufraga
En una olilla, que se desvanece
En los muelles los apeaderos los trampolines los malecones
Hay Cadáveres "
Néstor Perlóngher - Fragmento de Hay cadáveres
Se hace mucho hincapié en tratar de apresar los formatos dramatúrgicos como si eso proveyera de sentido a los textos. Los que lo provee de sentido no es si son dramas, bio dramas, tragedias, comedias o comedias dramáticas. Lo que los provee de sentido es la ausencia del anhelo realista como si el horror pudiera quedar atrapado en un registro y no fuera algo que, inapresable, nos estremeciera porque siempre en estos casos, algo no se deja decir.
En el caso de Yo quería morirme antes que vos, de Magalí Meliá, no debemos preguntarnos a quién le ocurrió, sino interpelarnos sobre esa desgracia llamada Femicidio que no para su escalada. Acechando a todas las clases sociales, desgarrando vidas, familias, abriendo heridas que la Reclusión Perpetua no cierra, sólo cierra en falso y en la cicatriz se verá siempre la presencia/ausencia de la víctima. Huella de un asesinato, escrito en el cuerpo de la ausente y en el de los que la amaban.
La obra que dirige Lorena Romanín, tiene grandes logros de dirección, sobre todo por la economía de recursos en todos los planos. Sólo 3 actores tendrán los roles de 5 personajes. La historia de Leia, la víctima, será contada y por su hermana como narradora y representada por la misma del mismo modo que su hermano además interpretará a su pareja.
Es importante destacar además que la decisión de que Leia (Longobardi) interprete un sólo un personaje, deja flotar en el ambiente toda su inocencia de la adolescencia, los entusiasmos de la juventud y la resolución de salir de un círculo vicioso de violencia como una madre adulta.
Sebastián Blanco Leis como hermano y femicida y Magalí Meliá como hermana mayor y narradora, cumplen su doble función con acierto y una organicidad notable toda vez que en el devenir de las acciones, sin solución de continuidad, van pasando de deudos a otra cosa. Débora Longobardi como Leia, asume un in crescendo dramático que la coloca en plano ascendente de la niña que heredaría las cosas de su hermana mayor (la naturaleza prescribe con desaciertos quién se va antes de este plano) y va alcanzando una independencia enorme cuando, convertida en mujer decide qué contar y qué no sobre su vínculo de pareja.
Las escenas de violencia simbólica o física se juegan de un modo sutil pero contundente y, aunque podamos inferir el final, cada gesto es una sorpresa que la platea acusa con la respiración.
Gabriella Gerdellics como diseñadora de vestuario y escenografía, el diseño de José Binetti a cargo de la iluminación, aportan junto a Pina Gonzáles en la música, un grosor del signo teatral que se impone.
Las elecciones estéticas son importantes en la puesta. Desde la paleta gris de absolutamente todo lo que se ve en el escenario y en los cuerpos de los actores, hasta la reja gris acerado que está significando toda la puesta: Significa sujeción, prisión, división, encierro, y cárcel. Porque el femicidio es una zona gris hasta que se convierte en negro luto.
Zona gris en la que se va a la vida de una mujer cada 28 hs. en Argentina y de entre 30 y 40 en México, sin mencionar a las migrantes de Mesoamérica. Es gris, ni blanca ni negra, pero no es una media tinta que ayude a nada.
Al contrario, es una niebla. Niebla que quien padece no puede ahuyentar y el que sospecha ve velado e intervenir es difícil, jugado y se corren riesgos enormes. Muchas mujeres niegan o mienten.
Ese golpe, ese ojo negro, por no hablar de los psicópatas que saben dónde golpear para que nadie vea. Salvo él, que es el dueño del cuerpo y que antes se adueñó de la subjetividad de la víctima.
No hay dos historias iguales, no existen devenires similares lo que si hay es un final anunciado. Es, en ese momento cuando la niebla deja lugar a la luz cegadora de la muerte. Ya es tarde.
Quien escribe, desde el año 2005 investiga Violencia de Género, el caso mexicano fue emblemático, pero pronto y mucho más grave que una Pandemia, las mujeres escriben con sus cuerpos la muerte y el dolor.
Si es indecible, inefable, irrepresentable de modo realista, no conforma parte de la cuestión, lo que sí lo hace es esa conciencia de que en este momento una mujer está siendo asesinada por razones diversas, por psicopatías varias como son el sentido de pertenencia de la “cosa” (ahí la mujer está cosificada) o para ocultar otro delito como la violación, el robo. No Importa.
No podemos seguir escribiendo en las paredes y en las pancartas “Disculpe las molestias, pero nos están matando” como cada 3 de junio.
El teatro es vehículo de Cultura y como tal nos encuentra presenciando un espectáculo que tal vez le dé un aventón a esa indiferencia de algunes que piensan que a elles no les va a pasar, ni a sus hijas, ni nietas.
Yo también me quiero morir antes que M.V.
#NIUNAMENOS
Si sufrís violencia de Género
Llama al 144
Ficha Artístico/Técnica:
Dramaturgia: Magalí Meliá
Actúan; Sebastián Blanco Leis, Pina González, Debora Longobardi, Magalí Meliá
Diseño: de vestuario: Gabriella Gerdelics
Diseño de escenografía: Gabriella Gerdelics
Diseño De Iluminación: José Binetti
Asistencia de dirección: Adriana Yasky
Prensa: Giacani-Lauro Comunicación
Producción ejecutiva: Adriana Yasky
Producción general: Magalí Meliá
Agradecimientos: Silvina Macri
Duración: 60 minutos
Clasificaciones: Teatro, Presencial, Adultos
Lavalle 3636 (mapa)
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: 75421752
Web: http://www.teatrodelpueblo.org.ar
Jueves - 20:00 hs - Hasta el 22/09/2022