La obra escrita y dirigida por Héctor Levy-Daniel, demuestra una vez más que no hay adaptaciones o hipotextos que reescritos , intervenidos o como disparadores no sean obras nuevas. Basada en el famoso caso policial de las Hermanas Papin, la obra es una demostración de que: buenos textos, buenas direcciones y actrices de fuste, nos alientan a seguir por el camino del teatro de hoy.
Por Teresa Gatto
“El asesinato en casos comunes, donde la simpatía está enteramente
dirigida al caso de la persona asesinada, es un incidente de horror tosco y vulgar(….)
Tal actitud sería poco conveniente a los propósitos del poeta. ¿Qué debe entonces hacer?
Debe dirigir el interés sobre el asesino. Nuestra simpatía debe estar con él
(por supuesto quiero decir una simpatía de comprensión,una simpatía
por la cual penetramos dentro de sus sentimientos,
y los entendemos, no una simpatía de piedad o aprobación).
En la persona asesinada,toda pelea del pensamiento todo flujo y reflujo de la
pasión y de intención, están sometidos por un pánico irresistible;
el miedo al instante de la muerte lo aplasta con su mazo petrificado.
Pero en el asesino, un asesino que un poeta admitiría, debe estar latente una gran tormenta de pasión -celos, ambición, venganza, odio
que creará un infierno en él; y dentro de este infierno nosotros miraremos."
Thomas de Quincey, El asesinato considerado como una de las Bellas Artes. Pág, 18 Ed. Verbum.
A lo largo de muchos años hemos seguido la poética de Héctor Levy-Daniel con enorme curiosidad y beneplácito porque además de no traicionar su escritura escrupulosa y su dirección en la que acierta siempre con los actores/actrices con las que trabajará, busca de modo incesante hallar un nodo que nos permita repensar las categorías de horror, esclavitud, flagelación, humillación y demás catástrofes que la división de clases ha erigido como tótem en los Siglos XX y XXI.
La puesta fantástica que ha montado es posible gracias a 3 fantásticas artistas.
En una casa de pueblo, dos hermanas Alba y Lina son las empleadas custodiadas de cerca por una mujer, su ama, que no les pierde pisada. Alba es más ingenua y su rostro adopta durante todas la puesta matices que cuando rompe la cuarta pared son tan intensos que es imposible no empatizar con ella. Daniela Rizzo en la piel de Alba es el par que Brenda Fabregat, como Lina, necesitará siempre. No sólo como interlocutora de esa vasta cadena de humillación a la que su ama, la enorme Silvia Villazur, somete a ambas.
El texto propone rápidamente la situación, las coreografías de Teresa Duggan (espectaculares) dan cuenta de una sujeción interminable de ellas para con la señora y además se realizan en un marco musical y corporal que muestra como pueden ser indisolublemente una sola. (Cuando las verdaderas protagonistas del caso fueron enjuiciadas fue muy difícil que se soltaran una de la otra, querían permanecer unidas) Y ellas son dos caras de una misma moneda, donde Alba quiere dejar pasar o poner paños fríos, Lina se enfurece. Brenda Fabregat nos mira e interpela y no hace falta demasiado para saber que ese rostro, esa voz y esa torsión corporal están gestando algo. Dentro de ella hay un embarazo como el de todas las sociedades que, necesitando un cambio en el momento de parir hacen estallar la violencia (Carlos Marx). Esa violencia que subvierte el orden. La violencia como partera de la Historia.
Silvia Villazur, Fany en la ficción aparece rompiendo la intimidad insatisfecha de las hermanas y colma el escenario. Su voz, su gestualidad y esa manera tan imperativa no sólo de su voz sino de su postura, es una satisfacción que el espectador, aunque también quiera lastimarla, agradece.
Cité a De Quincey al principio de esta crítica porque su modo de ver el asesinato artístico me permite convalidarlo porque el Arte no debe ser moral. Y porque el sólo el dramaturgo o poeta puede lograr que nos provoquen empatía los que toman la justicia por mano propia. Pero a la vez me asedian unas preguntas que son perentorias de esta puesta notable y de la vida ordinaria de todos los días en tiempos de desigualdad. ¿Cuánto debe soportar un ser humano en la lucha por su supervivencia?
¿Escapar es una opción para todos? ¿Cuánto se puede sostener el sueño de tener una casa aislada en la que ser amo y señor sin sufrir humillaciones?
La respuesta es obvia. El mundo camina hacía una encrucijada que propone la destrucción de las subjetividades y que torna muy precaria la diferencia en lo que hace al delito. Y no lo justifico.
Sólo pregunto ¿Cuánto tiempo soportaría yo lejos de este teclado desempeñando una tarea pequeño burguesa y trocándola por la limpieza de un sanitario ajeno?
Este, para mí, es el núcleo que me permite decir que sin realismos petrificados, que sin lugares comunes ni respuestas de personajes que podemos adivinar, existe en nuestro país una dramaturgia que se interpela y nos interpela. Y con sus nuevas formas, nos sacude a los comprometidos e incomoda a todas las Fanys del mundo.
Ficha Artístico/Técnica
Dramaturgia: Héctor Levy-Daniel
Actúan: Brenda Fabregat, Daniela Rizzo, Silvia Villazur
Vestuario: Cecilia Zuvialde
Escenografía: Cecilia Zuvialde
Diseño de luces: Ricardo Sica
Música original: Eduardo Zvetelman
Fotografía: Camila Levy-Daniel
Diseño gráfico: Camila Levy-Daniel
Asistencia de dirección: Laura Otermin
Prensa: Aida Giacani, Adriana Lauro
Producción: Marina Kryzczuk
Coreografía: Teresa Duggan
Dirección general: Héctor Levy-Daniel
Duración: 60 minutos
Clasificaciones: Teatro, Adultos
(LA PAUSA) TEATRAL
Luis Viale
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: 1551232030
Web: http://www.lapausateatral.com.ar
Sábado - 20:30 hs