La puesta escrita y dirigida por Mariano Saba pone en jaque una subjetividad que advierte tarde cuánto más temerario es ser tibio, que ser valiente. Gran Trabajo de Horacio Roca. Los domingos a las 18.00 en Moscú Teatro Escuela.
Por Teresa Gatto
“¿Pero hay borrón y cuenta nueva para el que ha atravesado
el embriagador instante de la cobardía y luego se ha arrepentido?
El arrepentimiento, se sabe, no es por fuerza una vacuna
que inmuniza contra la tentación de nuevos actos cobardes”
Noé Jitrik[i]
Corre el año 1979, el profesor Joaquín Rodríguez Janssen dicta clases de Literatura en un colegio. Eligió, porque aquellos programas así lo exigían a Miguel de Unamuno. En condiciones actuales propagaría en la clase toda suerte de opiniones, en 1979, opinar sobre cualquier cosa era muy difícil.
Para aquellos que se atrevían a dar una opinión, las cosas podían ponerse comprometidas. Unamuno, claro está, en su bipolaridad política y creyente, fue un ser que creyó, se hizo ateo y volvió a creer y sus novelas, hoy, no son leídas ni canónicas ya como supieron serlo. Pero Cuando Rodríguez Jannsen en un trabajo excelente de Horacio Roca, se pone en su piel, lo reivindica. Lo está dictando en clase y salvo los que no lo leyeron, un alumno, un tal Sánchez le opone argumentos. El joven deja vislumbrar en sus intervenciones (en Off) que nada se le dará pensado, que está en este mundo para pensar.
Y la actitud del docente, aferrado a los textos de Don Miguel, es impensable hoy. Pero hay algo más, ese meneo del pensamiento del escritor en cuestión no posiciona al educador. Lejos de ello lo coloca en el medio cuando se le hace imposible sostener esos supuestos. Cuando Sánchez arremete con sus intervenciones. Unamuno y Rodríguez Janssen caminan por la cornisa de la historia. Se balancean sin cesar por una hamaca insoportablemente cambiante y, si al primero se le puede reconocer un estado de exaltación en agosto de 1936, frente al General Millán Astray, cuando entendió la masacre, no es menos cierto que Carmen Polo, esposa de Franco lo sacó de ese estrado y le salvó la vida cuando el supuestamente injuriado General desenvainó su arma. ¿Hubiera dado la vida por los caídos?
El caso es que estamos en 1979 y no es ocasional la elección de la fecha de Mariano Saba para contextualizar nuestra realidad y la de España, acabado ya el régimen franquista y Argentina en un mar de sangre. El profesor en un trabajo extraordinario de Roca, tiene todas las defensas alertas, su casa en un búnker para leer y no pensar demasiado ni correrse de ese lugar que cree le está destinado hasta que sea tarde.
Pero de pronto Sánchez se comienza a extrañar, casi al tiempo de que el Rector de la escuela lo reconvenga sobre qué pueden decir los alumnos, qué se les puede permitir, o sea, nada que no sea ajustado a curricula. Mientras tanto todos son sospechosos hasta que se demuestre lo contrario.
La mención de las “listas” que Rodríguez Janssen hace no es menor, las listas, aquí, allá y acullá. Las listas de libros o quehaceres transitan su vida al mismo tiempo en el que afuera de su ostracismo se hacen listados interminables de sospechosos, de perseguidos, de caídos, de vivos y de blanqueados.
Curiosamente el blindaje del profesor es tal que ni se pregunta por los exiliados de nuestro país, toda vez que es hijo de exiliado español.
Recuerdos vagos de una mujer, Beatriz, llegan sin llamarlos. No es la de Dante (beata inmaculada) no es la de Borges en El Aleph (más mundana), es alguien que también se mece en la nube en la que con extraordinaria solidez Horacio Roca se mece durante toda las puesta. Con esos claro/oscuros que la iluminación de Ricardo Sica propone siempre para bien de la puesta. Con una escenografía que no necesita más de lo que hay para significar todo el tiempo. El resto lo hace la organicidad de Roca que sin salir de su rectángulo de espacio escénico puede pensar en el subte, en su casa, en el patio del colegio o en clase.
¿Y Sánchez? Se extraña, le ponía sal a las clases, pero dónde está Sánchez. ¿Quién era Sánchez?
Sólo el final revela algo inesperado y convierte la obra de Saba en un disfrute que aunque por momentos angustiantes, es una clase de actuación y dirección.
Escribe una Historia Mínima y hazla estallar para bien de todes.
FICHA ARTÍSTICO/TÉCNICA
Dramaturgia: Mariano Saba
Actúa: Horacio Roca
Vestuario: Paola Delgado
Escenografía: Paola Delgado
Diseño de luces: Ricardo Sica
Diseño De Sonido: Pablo Sala
Operación de sonido: Pablo Sala
Voz: Demián Velazco Rochwerger
Fotografía: Melina Frezzotti, Mariano Martínez
Diseño gráfico: Melina Frezzotti, Mariano Martínez
Asistencia de dirección: Mariela Selicki
Prensa: Marisol Cambre
Dirección: Mariano Saba
Duración: 80 minutos
Clasificaciones: Teatro, Presencial, Adultos
MOSCÚ TEATRO
Ramírez de Velasco 535
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: 2074-3718
Web: http://www.moscuteatro.com.ar
Domingo - 18:00 hs - Hasta el 29/05/2022