La puesta adaptada y dirigida por Daniel Veronese, original de Lars Norén, encuentra en su elenco un sostén insuperable para llevar la teatralidad a la máxima expresión. Últimos domingo en Timbre 4
Por Teresa Gatto
“Esto es el teatro: un ritual vacío e ineficaz que
llenamos con nuestros porqués.
Con nuestra necesidad personal,
que en algunos países se celebra en la indiferencia
y en otros puede costar la vida a quien lo hace”
Eugenio Barba. Antropología Teatral, 1997.
Expresar sorpresa por lo visto en escena no es una emoción que me acompañe siempre. Pero ocurre que a veces acontece que frente a la pantalla líquida y blanca uno desea plasmar lo indecible. ¿Y que sería lo indecible en este caso? Nada vinculado al horror, sino a la imposibilidad del lenguaje de describir aquello que es inasible por la lengua.
El autor de Otoño e Invierno falleció a principios de 2021 de Covid. Daniel Veronese adaptó esta pieza y sacó a escena al team soñado: Paula Rasenberg, Inda Lavalle, Miriam Odorico y Guillermo Aragonés. El epígrafe es solamente un modo de señalar que elles cuatro dejan la vida del ser de su personaje en escena. Ninguno desafinó jamás en mi presencia. Las tres mujeres son para mí las mejores de su generación, con respeto supremo por todo el resto. A Guillermo Aragonés lo había visto en Un tranviá llamado deseo pero se había escapado de mi centro de referencia y, la magia del teatro me lo devolvió protagónico.
Si el lector desea una sinopsis le puedo decir que es otoño, que existe una familia tipo, matrimonio y dos hijas adultas se reúnen a almorzar y que conforme transcurre la tarde, la conversación comienza a develar, que no todo es como luce. Y que esa escenografía blanca nívea, mesas, sillas botellas, bandeja, veladores para aclarar esa tarde oscura son indiciarios de cómo las vidas tienen un patio de oscuridad que avanza hasta convertirse en todo lo construido adentro. Avanza como una inundación incontenible que orada el silencio que se mantuvo por mucho tiempo y pone a flotar las verdades.
Y antes de que alguien, lector o crítico diga “Uh, otra familia disfuncional” respondo que no hay otra cosa que familias disfuncionales. Salvo las que se recuerdan allá a lo lejos en los duelos, hasta que emerge que nadie era héroe ni malvado. Porque la obra es mucho más que eso. Porque la disfuncionalidad es social. Y no creo estar develando ningún secreto y sí así fuera, vayan despertando.
Aquí la disfuncionalidad es la condición de posibilidad de re-presentar lo que un actor/actriz puede hacer con su herramienta usada al límite.
Porque si el texto no da respiro, las actuaciones de los cuatro, mucho menos. Existe un mecanismo tan aceitado y grandioso que hace que nada permita la pausa. Que Marga, la madre, (Odorico) no sea pisada por las respuestas pero que éstas llegen como en casa. Que Ana (Lavalle) sea de una premura y una exactitud de reacción tan orgánica que uno no puede no sentir que es así, sobre todo cuando su hermana en la ficción Eva (Paula Ransenberg) hace un camino lento que va de la prescindencia y superación al desmoronamiento más agudo. Porque la madre es una negadora serial a punto de ser vencida y, finalmente, el personaje embrague (hubiera dicho el querido maestro Pellettieri), Nicolás (Guillermo Aragonés) no puede sostener la armonía porque él también se ve implicado y muta con un oficio extraordinario.
Todo esto acontece sin pausas en 80 minutos en que el espectador debe tener una flexibilidad en la mirada mucho mayor que la usual porque las butacas están dispuestas a modo de un ring, no hay un solo espacio de la sala de calle México de Timbre sin mirones. Elles, en el medio se desplazan en la casa familiar y hasta giran la mesa que es un cuadrilátero perfecto para dirimir todas esas cuestiones que van a venir a desmontar creencias y supuestos. Ni a Eva le sirve su meritocracia y su buen vivir, ni a Ana le resulta fácil salir a mendigar porque el dinero no le alcanza ni a Marga la ayudan las palabras atropelladas pero legibles para el espectador para justificarse como abuela.
¿Y el supuesto incesto? ¿Y el adulterio de Marga? Se quedan flotando porque ya todo es demasiado y además el cartesianismo de toda la familia no puede asimilar bien la catarata de emociones que el público recoge con una adrenalina a tope, jamás como la de los que están en escena.
Los desplazamientos, muchos e impecables, alrededor de la mesa dan cuenta de las vueltas que se da un domingo en familia cuando emerge la punta del iceberg que no hundirá al Titanic sino la figuración. Todos actúan dos veces, para nosotres y para sí, porque en este juego hay una ficción dentro de otra que se desmorona porque aparecen los verdaderos integrantes de la familia, esos padecientes que, han callado otras tardes de sobremesa pero en ésta tarde no.
El diseño de Iluminación de Ricardo Sica es tan pertinente que la oscuridad se toca aunque veamos perfecto. La escenografía (Veronese) podría ser una casa de juguete que va a desaparecer aún blanca y radiante frente a la oscuridad que estos animales teatrales sacan a la luz de la lámparas que agregan porque “¿Está oscuro no?”.
Indecible es la maravilla que se pone en escena no por la historia, sino por la actuación deslumbrante en este pin pon sin respiro que sube a escena por poco tiempo más en Timbre 4.
Ficha Artístico/Técnica
Autor: Lars Norén
Versión: Daniel Veronese
Actúan: Guillermo Aragonés, Inda Lavalle, Miriam Odorico, Paula Ransenberg
Diseño de escenografía: Daniel Veronese
Realización escenográfica: Ariel Vaccaro
Diseño De Iluminación: Ricardo Sica
Fotografía: Giampaolo Samá
Asistencia De Producción: Lucía Tomas
Asistencia de dirección: Gonzalo Martínez
Producción: Maxime Seugé, Jonathan Zak
Dirección: Daniel Veronese
Duración: 75 minutos
Clasificaciones: Teatro, Presencial, Adultos
TIMBRE 4
México 3554 (mapa)
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: 4932-4395
Web: http://www.timbre4.com
Entrada: $ 1.000,00 - Domingo - 18:00 hs - Hasta el 08/05/2022