Cae la Noche Tropical. Una Oda a la Conversación



La obra de Manuel Puig, adaptada por Santiago Loza y Pablo Messiez, con una primera Dirección de éste último y una Dirección de reposición de Leonor Manso, encuentra en ésta e Ingrid Pelicori dos virtuosas de la charla tan cara a la narrativa de Manuel.

Por Teresa Gatto

 

“Cada vez es menos frecuente encontrarse con gente que pueda contar algo como es debido. Cada vez más a menudo se da un silencio embarazoso en un grupo, cuando alguien desea que se cuente una historia. Parece como si nos hubieran quitado una capacidad que considerábamos inalienable, algo que era la más incorporada de nuestras seguridades: la capacidad de intercambiar experiencias.”

 Walter Benjamin, “El narrador”

 

-Qué tristeza da a esta hora ¿por qué será? Esta pregunta de Nidia, interpretada de manera magistral por Leonor Manso da pie a una respuesta de Luci en la piel de Ingrid Pelicori, sobre el atardecer, hora en la que hay ponerse “a hacer algo” porque cuando es noche cerrada ya esa sensación pasa. Pelicori, cuya voz es un ícono de la escena nacional, flexiona de gran modo su registro hasta convertirse en una anciana notable, orgánica y adorable.

Confieso que además de ser ferviente admiradora de Puig, esta novela, cuya adaptación teatral es una perla de Santiago Loza y Pablo Messiez,  tiene para mí un valor personal y emotivo.

Pero volvamos a la puesta. La pregunta de Nidia es en la puesta y en la novela,  la condición de posibilidad de narrar o re-presentar.

Este texto tiene dos valores primordiales, por un lado es la última novela de Puig y es la que omite al narrador por completo y en la puesta esto tiene una  enorme significación porque no son necesarias las extraescenas, ni otras voces, ni la ruptura de la cuarta pared para señalar nada. Se advierte, además, la escenografía hecha en escala, diseñada por Mariana Tirantte. Con un gusto exquisito y adscripto a la época y edad de las habitantes del departamento de Río de Janeiro, la voz que estará ausente y será glosada por Luci.

La vida de Silvia Bernabeu, objeto de vigilancia y chismorreo de las hermanas, advierte que no es necesario tampoco allí ninguna extraescena porque el departamento de arriba se ve y en él Eugenia Guerty, de gran labor, toda vez que ingresa a la acción muy avanzada la obra y que sólo será vista cuando entra y sale de su casa, hace que el espacio escénico sea un faro del que no podemos sacar la vista ni un segundo, gracias a la excelente labor en el diseño de iluminación (una vez más) de Gonzalo Córdova. Así, la noche, el departamento de arriba “de esa” (dirá Nidia), el día y la tarde espesan el signo teatral haciéndolo gozar de una enorme pertinencia y salud. El vestuario de Renata Schussheim  también coadyuva a identificar a esas ancianas adorables, siempre con sus batones de color y siempre distintas, tanto como lo son en sus vidas escénicas.

La escritura dramática  replica a Puig, en su más logrado estilo: la conversación que pasa del chisme como un vertiginoso opioide y en voz baja, a veces, por si “la de arriba” o “Silvita”, según quién la nombre, está en casa, a  una  cuestión más formal como los asuntos de familia.

Es posible que Nidia sea la más libre de las mujeres de Puig, en torno al lenguaje, ella profiere todas las frases que algunos denominan clichés pero con una inflexión que no está en el enunciado sino en la voz. De este modo Luci, al no acordar o corregir esas visiones propias de una octogenaria, le entrega de manera permanente un material para que Nidia remate con una frase hecha o repleta de ironía o prejuicios.

Este juego desplegado entre ambas es de una riqueza escénica que se agradece, son dos piezas que encastran a la perfección, son las dos caras de una moneda de colección.

Quisiera describir muchas alternativas que las hermanas soportan, quisiera hablar de la incursión perfecta de Eugenia Guerty, pero lo único que haría es adelantar el argumento de una obra que es de una  factura espléndida. Que nos trae a Manuel Puig de regreso y que además cuenta con actuaciones brillantes que son acompañadas por un equipo artístico/técnico de excelencia.

Cuando uno toma un autor para adaptar debe tener el tino de respetar su esencia, como lo han hecho Loza y Messiez. Hay artefactos artísticos que no porque provengan de la Literatura se pueden manipular buscando una vanguardia que se museifica a los 10 minutos.

En este caso, Puig no es un cobayo con el que experimentar, es un autor respetado y admirado por sus adaptadores y por las actrices que lo re-presentan en el escenario.

No hay manera de no advertir que estas dos mujeres serán nuestras para siempre, hayamos o no leído la novela. Son exactamente eso que alguna vez Puig, a fines de los 80’, imaginó para hacer huir por primera vez una voz, ¿Cuál será?

 

 

Ficha Artístico/Técnica

Autor: Manuel Puig

Versión: Santiago Loza, Pablo Messiez

Actúan: Leonor Manso, Eugenia Guerty, Ingrid Pelicori

Vestuario: Renata Schussheim

Escenografía: Mariana Tirantte

Iluminación: Gonzalo Córdova

Música original: Carmen Baliero

Entrenamiento corporal: Lucas Condró

Asistencia artística: Florencia Wasser

Asistencia de escenografía: Sofía Eliosoff

Asistencia de iluminación: Paul Pregliasco

Asistencia de vestuario: Mariana Seropian

Coordinación de producción: María La Greca

Colaboración artística: Patricio Binaghi

Dirección: Pablo Messiez

Dirección de Reposición: Leonor Manso

Los Compadritos, de Roberto “Tito” Cossa, dirigida por Gerardo La Regina. Por Teresa Gatto.