Por Teresa Gatto
“Lo que vemos no vale (no vive) a nuestros ojos más que por lo que nos mira. Ineluctable, sin embargo, es la escisión que separa en nosotros lo que vemos de lo que nos mira, por lo tanto, habría que volver a partir de esa paradoja en la que el acto de ver se despliega al abrirse en dos.Ineluctable paradoja”
Georges Didi- Huberman
Los que vemos nos mira en La ineluctable escisión del ver
La tentación de volver a leer La Pasión según G.H es muy fuerte, pero por qué volver a Clarice cuando Marcelo Velázquez ha hecho un trabajo de adaptación excelente, y como hacedor (The Maker, diría Borges), dirige a Mercedes Fraile de un modo sutil en que no queda un solo hilo suelto ni a la vista.
El vestuario y peluca que ha diseñado Paula Molina, no deja dudas, ha travestido a esa mujer que narra por primera vez en la Literatura de Lispector en Primera Persona. No queda incógnita, son los 60. (La novela es la última de C.L. y es de 1964)
La organicidad de Fraile hace que sólo podamos mirar fijo /y tal vez ser mirados) su desplazamiento en el montaje minimalista y efectivo de Ariel Vaccaro, que le permite un recorrido que no se fuerza jamás porque nada le impide seguir con el texto que lleva como su propia piel.
Los que la conocemos, sabemos que Mercedes Fraile es siempre un dispositivo en sí misma, siempre a punto de estallar y regar las esquirlas del ser de su personaje en toda la platea.
Con este texto que no da respiro por la profundidad de la mirada que a la vez se ve observada –vista-, la re-presentación de esa mujer de clase media alta de Río de Janeiro, está consumada.
Mira y se ve interpelada por lo que ve. ¿Cómo era la mujer que amaba no ya un hombre sino a una idea? El Amor, ese encantador de serpientes.
Esos son los registros de su acontecer, fotos, dibujos, etc., registros que van a tener un punto de inflexión, cuando entre al cuarto de la mucama.
En ese hiato, el excelente acabado audiovisual la mostrará en primer plano ¿Qué ocurre? ¡No! Es imposible de explicar si uno o ha seguido el hilo del relato, de esa presentación de una mujer que decide o le acontece perder su visión de las cosas y que ha despojado incluso, hasta incluso de su ropaje epidémico. Tan serena, tan bien vestida en la sencillez. Tan apropiada para lo que se esperó de ella, se está despojando hasta de su piel humana.
Es posible que G.H comience con su visión del mundo cercano, cotidiano cuando ingresa en el cuarto de su mucama. Allí posiblemente resida la realidad (¿?) o todo lo que hace espejo con su ser.
Pensé que ese “devenir animal”[i] era una bisagra, sin embargo no lo es. No hay cucarachos, hay solamente cucarachas. Es casi como una invitación a leer la Subjetividad Nómade de Rosi Braidotti[ii]. Pero no me haga caso. La teoría embadurna mi vida de crítica y usted sólo debe saber que La Pasión según G.H, es una obra no sólo para los admiradores de Clarice, sino es un asedio al sujeto que mira. A ese sujeto binario o no, que percibe de una vez y para siempre que ser cartesiano en el más amplio sentido de la palabra es una opción vintage o al menos dudosa. Que todo lo que sabemos y vemos es de una relatividad suprema y que como bien señalaba Oscar Wilde “la verdad es raramente pura y nunca simple”.
Permítame querido lector de apropiarme de las palabras de Gonzalo Aguilar[iii] “En la escritura, exhibida desde un inicio en los guiones que abren y cierran el relato, GH materializa no una interioridad sino justamente la indistinción, evidente en el femenino clariciano, entre la intimidad y la dimensión política de la vida, entre el hogar y el espacio público”.
Y es justamente lo que Marcelo Velásquez capta y lo que Mercedes Fraile abre a una platea que no tiene por qué haber leído a Lispector, sino ser sensible y no pensar que el realismo monocromo y lineal como única opción posible.
Hay binarismo en todos los aspectos de la vida: buenos/malos, creyentes/ateos, heteros/homosexuales/ bisexuales, decentes/malandras, rubios/negros. De esto se trata devenir, no ya animal, sino devenir en la mirada del otro.
En este punto, el cambio de registro de Fraile, la excelente ejecución del audiovisual de Nico Di Cocco, Victoria Di Cocco, dan cuenta de esos ojos que desmesuradamente abiertos son capaces de mirar e incorporar todo aquello que la habita y habita en su mundo, porque un hogar es finalmente un mundo.
No puedo decir más, el “universo Lispector” es para ser leído o re-presentado. Si hasta ahora usted no pudo o no supo cómo acercarse, esta es la ocasión, no sólo para sumergirse en Clarice, sino para ver cómo un Director y una Actriz trabajan dos años completos para que al menos 40 de los espectadores se conmuevan o interpelen.
Fraile-Velázquez o Velázquez- Fraile, el orden de los factores no altera el producto.
Ficha Artístico/Técnica
Autora: Clarice Lispector
Adaptación: Marcelo Velázquez
Actúa: Mercedes Fraile
Maquillaje: Mónica Gutiérrez
Diseño de pelucas: Paula Molina
Diseño de vestuario: Paula Molina
Diseño de escenografía: Ariel Vaccaro
Realización de escenografía: Ariel Vaccaro
Edición De Imágenes: Christina Steel
Realización Audiovisual: Nico Di Cocco, Victoria Di Cocco
Música original: Matías Macri
Cámara: Damián Lastra Quintana
Diseño De Iluminación: Alejandro Le Roux
Fotografía: Damián Lastra Quintana, Fernando Lendoiro
Dibujos: Rafael Landea
Diseño gráfico: Fernando Lendoiro
Asistencia de dirección: Milagros Previgliano, Lucas Suryano
Asistencia De Escenas: Milagros Previgliano, Lucas Suryano
Prensa: Carolina Alfonso
Producción Ejecutiva: Rosalía Celentano
Dirección: Marcelo Velázquez
Web: https://linktr.ee/lapasionsegungh
Duración: 60 minutos
Clasificaciones: Teatro, Presencial, Adultos
EL PORTON DE SANCHEZ
Sánchez de Bustamante 1034
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Reservas: 011 4863 2848
Web: http://www.elportondesanchez.com.ar/
Entrada: $ 700,00 - Domingo - 18:00 hs
[i] Maider Tornos Urzainki, El devenir-animal en “la pasión según G.H.” de Clarice Lispector (en lengua extranjera) en https://revistas.um.es/reapi/article/view/317131. “la protagonista se adentra en una dimensión desconocida, que permanece al margen de las palabras y los nombres. El movimiento de desterritorialización, que inaugura el proceso del devenir-animal, establece una zona de intercambio entre el hombre y el animal, que posibilita el cuestionamiento crítico de los límites internos que circunscriben el estatuto del ser y la identidad, en contra de la (falsa) autocomplacencia que exhibe el sujeto cartesiano”
[ii]Braidotti, Rosi, Feminismo Diferencia Sexual Y Subjetividad Nómade, Gedisa, Bs. AS. 1995
[iii]Aguilar, Gonzalo, El riesgo de ser humano, prólogo a La Pasión según G.H. Cuenco de Plata Ed. , Bs. As. 2010