Deviniendo Tato



Gabriela Villalonga dirige con exactitud esta obra en la que Maximiliano Sarramone se pone en la piel de Pavlovsky. La dramaturgia que logran junto a Rodrigo Cárdenas, nos entrega la sustancia de ese Intelectual Magnífico que fue Tato y que tiene un legado.

 

Por Teresa Gatto

“No se puede jugar a medias. Si se juega, se juega a fondo. Para jugar bien hay que apasionarse, para apasionarse hay que salir del mundo de lo concreto. Salir del mundo de lo concreto es introducirse en el mundo de la locura. Del mundo de la locura hay que aprender a entrar y salir Sin introducirse en la locura no hay creatividad. Sin creatividad uno se burocratiza, se torna hombre concreto. Repite palabras de otro” Eduardo Tato Pavlovsky

Un escenario sólo poblado por un círculo de almohadones. En el centro se encuentra Maximilano Sarramone que con maestría transmutará el ser de sus personajes en siete identidades diversas, masculinas y femeninas y en los conceptos que Pavlovsky tanto en sus sesiones de Psicodrama como en algunas de sus obras. Él pondrá a funcionar la máquina Tato y que, como un legado, deberían asediar todxs aquellos que hacen teatro. Esto último no es una máxima caprichosa de ésta crítica que escribe, sino la reflexión que se basa en cierto teatro actual, lineal, repetitivo y asentado en un sólo comienzo y final. De este modo, el concepto deleuziano de Desterrorialización y Reterretorizalicación* van a convergir en esas sesiones maravillosas a las que Cárdenas y Viillalonga tuvieron acceso y hoy rinden tributo.

Porque lo cierto es que en esas recreaciones o re-presentaciones, el mundo de Tato emerge como una iluminación profana. Entonces frases como “Éramos más felices cuando éramos inocentes” alcanza su opuesto justo en “hoy nos convertimos en es esquivadores profesionales”.

¿Y qué esquivamos? A veces el “entre” esa cosa que se instala entre dos miembros de una pareja y que no se define por su extrañeza pero separa, se siente, se nota, se frota sin que las pieles se sientan como antes. Asimismo, se hace hincapié desde los diversos personajes que Sarramone encara, esta necesidad de revisar las versiones subjetivas pues no existe una sola visión objetiva, hay versiones de versiones, como si deberíamos regresar al universo beckettiano en el que el protagonista es el “lenguaje vacilante. Porque las lenguas se vuelven seniles. En definitiva, buscar una línea de fuga, como la propuesta por Deleuze y Barthes, una línea de fuga como una huida, siempre desigual, algunas como que delimitan territorios más o menos estables y otras mucho más flexibles, como una salida para no terminar perdidos en el universo. El texto espectacular utiliza además fragmentos de Obras de Pavlovsky como Potestad, El señor Galindez y Textos balbuceantes, y Sarramone tanto como paciente y como Tato, descolla en todos. El trabajo actoral es impecable o más y la dramaturgia que trabajan Gabriela Villalonaga y Rodrigo Cárdenas le permite tanto al avezado en Tato como al que jamás lo asedió, disfrutar momentos de verdadera fuga, presenciar un espectáculo cuyo valor no tiene precio.

Y de ese modo  asistir a eso que muchos críticos pedimos a gritos: innovación, lo nuevo, no la novedad y aunque esto suene repetido alejarnos del realismo desgajado, de la linealidad histórica y textual, de la ausencia de quiebres que nos permita re pensar qué deseo del teatro hoy, ahora, en 2021 cuando lo único posible es buscar líneas de fuga para seguir existiendo, deviniendo ser. En Latín devenir tiene un giro “esse est fieri”, el ternero que deviene vaca, por ejemplo. En Deviniendo Tato, las múltiples intervenciones y compilación de los textos y sesiones de Pavlovzky devienen Tato, nada más y nada menos. Y ese hecho de por sí ya es extraordinario.

Ficha artístico técnica:

Autores: Gabriela Villalonga y Rodrigo Cárdenas Con textos de Eduardo Tato Pavlovsky

Actúa: Maximiliano Sarramone

Música: Martín Pavlovsky

Asistencia de dirección: Malala Emanuele 

Diseño y entrenamiento del lenguaje corporal: Silvia Spinelli

Diseño de luces: Gabriel Virtuoso

Vestuario y escenografía: Virginia De Los Santos 

Diseño gráfico: Malala Emanuele 

Fotografía: Gabriel Insaurralde 

Producción: Adriana Yasky

Redes sociales: Pablo Lancone

Dirección: Gabriela Villalonga

Funciones: domingos a las 18 hs
Dónde: Nün Teatro Bar (Ramirez de Velasco 419. villa crespo)

 Deleuze Gilles, Guattari, Mil Mesetas, Pre Textos, Bs. As. 1980: La función de desterritorialización: D es el movimiento por el que "se" abandona el territorio. Es la operación de la línea de fuga. Pero diferentes casos se presentan. La D puede estar enmascarada por una reterritorialización que la compensa, de esa forma la línea de fuga permanece bloqueada: en ese sentido, se dice que la D es negativa. Cualquier cosa puede servir de reterritorialización, es decir, "valer como" territorio perdido; en efecto, uno puede reterritorializarse en un ser, en un objeto, en un libro, en un aparato o sistema. 

Los Compadritos, de Roberto “Tito” Cossa, dirigida por Gerardo La Regina. Por Teresa Gatto.