Bergman y Liv- Correspondencia Amorosa



La obra de Lázaro Droznes en la puesta de Leonor Manso alcanza momentos de gran intensidad toda vez que sus protagonistas Ingrid Pelicori y Osmar Núñez, ponen mucho más que la voz. Re-presentan más de 40 años de historia de estos artistas eternos.

Por Teresa Gatto

“La correspondencia en sí misma ya es una forma de la utopía.
Escribir una carta es enviar un mensaje al futuro;
hablar desde el presente con un destinatario que no está ahí,
del que no se sabe cómo ha de estar (en qué ánimo, con quién)
mientras le escribimos y, sobre todo, después: al leernos.
La correspondencia es una forma utópica de la conversación
porque anula el presente
y hace del futuro el único lugar posible del diálogo”

 Respiración ArtificialRicardo Piglia

 

Hay cartas que jamás salen de un escritorio. Las hay escritas en el aire. Están aquellas que enviamos y no sabemos si regresarán sin abrir o si tendrán una respuesta que, antes de abrir el sobre, nos suma en una angustia con mezcla de esperanza.

Ya no hay cartas, qué tristeza. Será tal vez que esos papeles escritos al Amor se han convertido en efímeros grafemas sobre una pantalla blanca que tiene la insoportable ausencia de aquella letra que conocemos y el viaje por un cyberespacio que es un viaje por la nada.

Aquí radica, entre otros el logro de Lázaro Droznes, en armar con ese epistolario, una obra de teatro que viene a redimensionar a la Carta como instrumento de comunicación y a contar una historia de amores que que llegaron a su fin pero hacia el futuro migran en otra cosa.

Lo cierto es que esta Historia de Amor comienza cuando ya separados Bergman y Liv se pasan las facturas correspondientes de esos 5 años de vínculo y también de opresión, de asfixia y de locura, porque la intensidad en la se enamoran también esta mediada por el talento de ambos y los demonios de un creador como pocos.

La correspondencia deviene otra cosa, atrás se quedan los reproches y comparecen los presentes, los logros, los desatinos y las preguntas que solemos hacerle a quién ha sido nuestro amor y que, tal vez, por esa razón tenga las respuestas que esperamos.

Lo único cierto es que 42 años de correspondencia en escena podría  pensarse como un teatro leído. Nada más lejos de eso. No sólo porque Osmar Núñez como Bergman e Ingrid Pelicori, como Liv, asumen el riesgo de re-presentar a esos ex a los que se amó con locura, esa misma locura que hace que todo terminé porque no hay esencia que tolere la tortura de los celos y compartir trabajo y lecho, y porque no hay intensidad que no decrezca. Sino porque estos intérpretes, casi no leen. O no leen. Conocen la partitura como si hubieran vivido esas vidas, las inflexiones de sus voces, operan en cada segmento temporal como una puesta en presente en la que  cada carta enviada o respondida nos pone en situación de imaginar la Isla del Farö. Las dificultades cotidianas de vivir con un genio de las Artes Escénicas y porque finalmente, asistimos a la mutación del amor en otra cosa.

Maravillosas palabras de introducción de la enorme Leonor Manso que dirige la puesta y excelentes  factura  de videos, precisa a cargo de Pauli Coton, sitúan al receptor desde un comienzo. Todo lo demás es actuación, jamás repetición de un texto cuyo atril está delante de los actores.

El Género Epistolar que apareció en la Literatura, a veces hurgando intimidades, otras dando cuenta de discusiones o debates entre intelectuales, abre aquí una línea divisoria de postula una interrogación: ¿Cuánto se puede confiar y confesar a un ex, pasada la tormenta y el granizo de la separación? Si el amor ha podido madurar en algo menos perecedero como la amistad, se le puede confiar todo.

Yo tengo para mí, que no hay finales felices, hay finales inteligentes. Y éste es uno de ellos. Cuando la madurez alcanza (no por edad) la certeza del final, no puede haber nada más más maravilloso que compartir el crecimiento de una hija (Linn Bergman) o el logro y/o fracaso profesional.

Bergman y Liv está armada como un epistolario pero Nuñez, Pelicori y Manso que los dirige para la representación perfecta, pero ellos no se dejan tomar por asalto y son esos amantes tumultuosos y queribles como humanos y ya no como esos excelentes artistas que sólo conocimos en los cines para coleccionar de lo mejor que el Séptimo Arte nos ha legado.

Sólo le queda al espectador el mes de agosto para disfrutar no sólo de esta historia, sino para ser un voyeur que ha sido invitado a espiar el derrotero de un amor devenido algo más grande. Cómo señalaba el Maestro Ricardo Piglia “La correspondencia es una forma utópica de la conversación porque anula el presente y hace del futuro el único lugar posible del diálogo”

 

FICHA Artístico/Técnica

Autor: Lázaro Droznes
Actúan: Osmar Núñez, Ingrid Pelicori
Voz en Off: Leonor Manso
Diseño de espacio: Graciela Galán
Video: Pauli Coton
Diseño De Iluminación: Roberto Traferri
Fotografía: Cristian Holzmann
Diseño gráfico: Facundo Ramírez
Asistencia de dirección: Andrea Giglio
Prensa: Laura Brangeri
Producción ejecutiva: Ale García
Director musical: Diego Girón
Dirección: Leonor Manso
Duración: 60 minutos

Clasificaciones: Teatro, Presencial, Adultos

CENTRO CULTURAL 25 DE MAYO

Av. Triunvirato 4444 

Capital Federal - Buenos Aires - Argentina

Teléfonos: 4524-7997

Web: http://www.cc25.org/

Entrada: $ 550,00 / $ 450,00 - Domingo - 20:00 hs - Hasta el 29/08/2021

Los Compadritos, de Roberto “Tito” Cossa, dirigida por Gerardo La Regina. Por Teresa Gatto.