La pieza escrita por Gabriel Penner y dirigida por Ana Alvarado propone una indagación que negando la palabra, la sacraliza. Con muy buenos trabajos de actuación, los integrantes de esta puesta se contorsionan en virtud de una aporía que parece aullar : Gritame tu silencio.
Por Teresa Gatto
“El vigor de la memoria solo puede sostenerse
Allí donde hay silencio […]
Aprender de memoria, transcribir fielmente,
leer de verdad significa estar en silencio
y en el interior del silencio”
George Steiner- El Lector Infrecuente-
“El silencio es uno de los lujos y una de las cosas más preciadas y buscadas en estos momentos”, dice Lluís Pasqual, director del Teatre Lliure. “El teatro es uno de los últimos reductos donde se respeta. Hay silencios de muchas maneras, redondos, tensos, agudos, esperanzados... No se puede pensar en medio del ruido”. Este enunciado de Pasqual me dispara directo a la puesta dirigida por Ana Alvarado. Siempre existe un sabor especial en hurgar en lo elidido. Ahí, donde no dice, grita.
Abstención de la palabra, abstinencia de la palabra. El actor de reparto dice “los cuerpos son archivo, documentos, registros, marcas en carne viva que se pueden leer”
Los registros dicen que esta obra se estrenó en 2014, dirigida por su autor Gabriel Penner. El silencio podía reflejar entonces, en las marcas del cuerpo del actor que se desviste y contorsiona enredándose en una venda elástica, muchas de las heridas de los tiempos previos, primigenios en términos lo que no se puede enunciar.
Hoy, el silencio nos acomete, nos atraviesa cuando decidimos protegernos de las palabras vacías hablan de números. Un buen texto, resiste “acontecimiento y contexto”. Una buena interpretación, una dirección precisa, evaden al tiempo y significan. Van trasladando su significante que siempre es el mismo: silencio ante lo inefable.
A veces, hablar puede partir en dos al sujeto enunciador y al que recepta ese mensaje que se hace añejo de inmediato. O que no puede por indecible llegar a re-presentar un estado de cosas: la catástrofe.
¿Cómo se enuncia la catástrofe? ¿Cómo se enuncia una vida?
¿Cómo se enuncia en silencio el hecho teatral?
Con acciones, con el cuerpo que es el instrumento sagrado, con títeres y muñecos que sin piernas bailan abrochados a los cuerpos como si lo amarán.
Hay algo del orden de lo fantástico que se fuga siempre, porque esta pieza no se autopercibe como fantástica, mucho menos como realista (Vade Retro), es fantástica en el orden de lo bello. Satisface porque no pretende objetivar nada y menos la palabra.
Y no por el silencio es oscura o medieval ni oscura. Es brillante porque pone en jaque a la Teatralidad. Cualquier palabra puede ser una mutilación, hay que ver en acción este actor de reparto y a sus maniquíes para comprender que no puede haber mil obras sobre el silencio, pero sí puede haber una lograda. Donde rostros, manos, piernas, brazos y cabezas sin cabeza bailen con el “otro” que como espejo retrovertido del deseo se deja llevar.
Alguien habla de Potlatch[i] como la única fiesta verdadera, es dar y también recibir, como se recibe y agradece el silencio. Es extraño que alguien agradezca el silencio. La ausencia de las palabras y las acciones en una economía que el escenario agradece.
Todos los elementos que engrosan el signo teatral, música, vestuario, factura de títeres a cargo de, respectivamente: Cecilia Candia, Gabriella Gerdelics también en titeres, Pablo Maidana (Actor/Titiritero) y Luciano Mansur, colaboran con la diégesis y se comportan como personajes involuntarios pero necesarios para consumar el resultado final.
Confieso humildemente que leo al resto de género humano, los leo mejor en los silencios que en las palabras. Es un ejercicio cuasi teatral, observo, escudriño, callo, sigo leyendo, si una palabra interviene el silencio me incomodo. Estos actores se dejan leer muy bien. Tal vez lo mejor sea “esa retórica errática y caer en espiral hacia el silencio” buscando algo nuevo. Algo que se deslice sobre el sentido. Algo que me mantenga 38 minutos con 11 segundos en estado de suspensión receptora, porque casi todo se ha dicho. Ahora por favor: Actúame el silencio.
Ficha Artístico/Técnica
Autor: Gabriel Penner
Actúan: Pablo Maidana (Actor/Titiritero), Luciano Mansur, Guillermo Tassara
Diseño de vestuario: Gabriella Gerdelics
Diseño de escenografía: Gabriella Gerdelics
Diseño sonoro: Cecilia Candia
Redes Sociales: Mariela Verónica Gagliardi
Realización de máscaras: Gabriella Gerdelics, Pablo Maidana (Actor/Titiritero), Luciano Mansur
Realización de títeres: Gabriella Gerdelics, Pablo Maidana (Actor/Titiritero), Luciano Mansur
Edición de video: Sebastián Ostapow, Laura Rojo
Música original: Cecilia Candia
Filmación: David De La Fuente, Julio Reynoso
Diseño gráfico: Miur Nagur
Asistencia de dirección: Valentina Veronese
Producción ejecutiva: Cristina Sisca
Dirección: Ana Alvarado
Clasificaciones: Teatro, Adultos
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