¿Por qué “Reconstrucción”? por Francisco Lumerman
En este tiempo de incertidumbre nos acercan desde el teatro la propuesta de generar un material audiovisual que este en relación con el espectáculo que se iba a estrenar en este 2020.
Durante este tiempo de aislamiento pienso mucho sobre el termino reconstrucción. Busco definiciones y encuentro: volver sobre lo dañado para intentar una nueva construcción.
Enseguida me hace eco con el material que estabamos por comenzar a ensayar: mi puesta planteaba frente a los ojos del público el ensayo general de un elenco que está a punto de estrenar El amo del mundo de Alfonsina Storni.
Otra vez: una reconstrucción.
Así llego al desafío lúdico de imaginar e intentar representar el mundo pre pandemia pero desde un presente atravesado por un protocolo que nos permite volver a trabajar.
Y sí, una vez más, una reconstrucción de aquello que ya no es.
Generar un material audiovisual nos permite también, a diferencia del hecho teatral, generar un registro de época. Un documento de este momento tan particular que nos toca vivir.
Y también, como una bocanada de aire fresco, regresar a la ficción como manera de sobrellevar nuestra realidad.
El ingreso del elenco que va a ensayar Reconstrucción, sobre la Obra El Amo del Mundo de Alfonsina Storni, tiene como prolegómeno la lectura del protocolo para este tiempo de Pandemia. Un listado de reglas que alucino como la llegada al Servicio Militar de antaño que una colaboradora del Complejo Teatral Gral. San Martín lee a los que arriban.
Dispo, barbijos, y toda suerte de reglas para lo que se supone es una audición. Se le avisa a les actores que una de las productoras, en este caso Elena Petraglia, saldrá por video porque pertenece a un grupo de riesgo. Entonces, la convención será un video que envía desde Praga. Se habla de Storni en una rueda. Se anoticia de que habrá un dron (?). La tecnología se impone en tiempos de peste. Comienza la audición y/o ensayo preliminar.
Pronto aparecen los inconvenientes. "Dame luz de ensayo", "dame luz de escena" "apagá la luz de ensayo". La actriz se desconcentra porque suena un celular. Finalmente aparece el dron que lo único que hace es ruido y vuela todos los papeles y anotaciones que el asistente de dirección va recabando durante un proceso mil veces interrumpido.
La paciencia se agota y se manda al operador del dron a... a afuera del recinto.
La puesta de Francisco Lumerman es perfomática en todo sentido. Porque la convención se cumple pero, hay un teatro, hay actores haciendo de actores. En medio de esta situación, el autor y director cuenta los avatares de la nueva sala Moscú que no llegó a abrirse por la pandemia.
Un estado de cosas que no sorprende a estas alturas en que el Teatro Independiente sufre una depresión nunca antes vista. Pero descoloca, es la exhibición del procedimiento y a la vez la imposibilidad del mismo. La nueva normalidad es un desvarío en el que la lucha del artista por producir y hacer circular teatro es una quimera que no se termina de resolver. Que no se terminará de resolver posiblemente hasta que haya una vacuna y también a la vez, el disparador de una serie cuestiones que muestran desaforadamente la inviabilidad de que las salas pequeñas cumpliendo los protocolos puedan subsistir.
La mayoría de las salas tiene espacio reducido y encender las luces, salir a escena, producir y poder pagar toda la maquinaria que se pone en marcha en el hecho teatral es una utopía.
La cuestión es y me hago cargo: ¿La Ciudad de Buenos Aires que vende tierras, construye espantosos canteros, compra con sobreprecio insumos de todo tipo, burla las licitaciones y mucho más, no entendió que un gimnasio con gente que exhala por la boca sin barbijo es más peligrosa que un teatro que cumpla los protocolos de tapabocas y toma de temperatura más satirizantes pata todes?
Creo que Reconstrucción es, glosando a Lumerman, aquello que no es. El imposible eterno de un Teatro Independiente que no recibe las ayudas en tiempo y forma desde que el neoliberalismo se instaló en CABA.
Entre todes, deberemos ayudar a Reconstruir, ese teatro al que gozosos asistíamos porque la re-presentación, además de un vehículo de Cultura, es la necesidad de pensar en disparadores, en interpelarnos y en saber con o sin catarsis que en 19 minutos como dura este ejercicio o en 3 horas con un intervalo, lo que hacemos es entregarnos al rito sagrado que desde Dionisos (en su doble gestación) nos acompaña como un modo de transitar el mundo.
Puesta Disponible Aquí
Ficha Artístico/TécnicaAutor/a: Francisco Lumerman
Dirección: Francisco Lumerman
Elenco: Diego Gentile, Fiamma Carranza Macchi, Rosario Varela, David Subi, Elena Petraglia, Franco Quercia Vestuario: Julio Suárez
Iluminación: Ricardo Sica
Diseño sonoro: Agustín Lumerman
Edición de sonido: Fernando Ribero
Edición de video: Nubia Campos Vieira
Asesor audiovisual: Benjamín Naishtat