La puesta de Pablo Razuk posee varias particularidades y todas son elogiables, está montada sobre monólogos que han escrito diversos autores, incluido él como adaptador, los intérpretes han sido entrenados en sus viajes a España y por la calidad enorme de sus actuaciones componen con textos que funcionan como un significante absoluto. Una experiencia para no perderse porque el streaming puede también ser funcional a una obra teatral en este universo que no se parece en nada al que concebíamos antes de la Pandemia.
Por Teresa Gatto
“Somos oradores sin fieles,
ideólogos sin discípulos,
predicadores en el desierto.
No hay nada detrás de nosotros; nada,
debajo de nosotros, que nos sostenga.
Revolucionarios sin revolución: eso somos.
Para decirlo todo: muertos con permiso”.
Andrés Rivera - La Revolución es un sueño eterno.
“Allons enfants de la Patrie, Le jour de gloire est arrivé! Contre nous de la tyrannie, L'étendard sanglant est levé”, susurra Amelia entre los resquicios de la pobreza podría ser cualquier mujer sin techo de las que se ven en las calles de Buenos Aires, Madrid o París, pero ella es la Historia. Desde que Rouget de Lisle, su amante, la compuso para levantar el ánimo de las tropas francesas hasta hoy. Ahora, hoy, los ejércitos son diferentes. Se componen de bonistas, deudas, componendas, neoliberalismo y una laptop. No es necesario empuñar un arma para generar una batalla. Sólo es necesario apretar un botón. Así se compran deudas de países, así se dirigen misiles por computadora para decidir quién es el dueño de un territorio, siempre que el misil con menos de un grado de orientación no caiga en un campo de refugiados o de la Cruz Roja. ¿La revolución se ha vuelto una utopía?
Amelia cuenta los prolegómenos de aquella Revolución (1789) que disparó ideas al mundo entero pero que se ha llevado más que lo que le ha dejado y a la vez es capaz de seguir narrando alternadamente con los otros personajes las miserias y estropajos que deja. Marta Calle Hidalgo, es de una organicidad notable, su decir y sus aproximaciones al espectador, son puñaladas de verdades que no por sabidas no son menos trágicas.
Y así de la nada aparece Manuela que en otro cuadro está lavando la ropa en una tabla, y que será interpelada por los sicarios de Franco cada vez que esté cavilando en cómo darle de comer a sus tres críos. Manuela en la piel de Carmen Prada, se desdobla, lidia con su personaje y con el de cualquier sicario de Franco que llega incesantemente a coaccionarla, que de qué vive, que los vecinos hablan, que le quitarán a sus hijos si no se comporta. Como si en aquella España franquista algo hubiera sido fácil para los del bando de los justos. Su juventud la hace pasible de ser sospechosa porque si es soltera, bueno ya sabemos el destino de las bellas solteras pero teniendo 3 niños es sospechosa sobre su quehacer para llevarles el guisado a la boca.
Hay que notar que esta puesta vista por streaming tiene la cualidad de que las miradas de los actores se posen sobre el espectador de una manera brutal y a la vez plástica. Nos miran, nos interpelan, nos gritan como ayer y hoy pueden ser sus vidas.
Así es como en un momento o varios todos están en pantalla, y llega Rosario en- carnada por Ita Hardessen, está en el Chile de la inminente llegada de Pinochet y desea salir a buscar arroz y azúcar para sus dos niños, pero estalla todo por el aire, las bombas son oídas a la vez por todos los personajes porque estos seres de la Historia han sufrido sin excepción, cada una de las tropelías siniestras que han hecho que Europa, Sud América o África hayan sido una presa fácil por sus condiciones emergentes, por la revancha de los que odian las democracias o autodeterminación de los pueblos, o por el reparto que se hizo de sus tierras luego de las calamidades de las Guerras Mundiales.
En Argentina hay un personaje, Robles se llama, y está interpretado con solvencia por Alejandro Carstens. Está como perdido, con la culpa del sobreviviente. Docente escolar, ha sido designado para llevar a los niños a la casa de un pintor cuyo nombre no recuerda pero que quedaba (queda en el barrio de la Boca, es más, sus recuerdos irán apareciendo en una notable gradación dramática). Robles merodea mirando la nada, hasta que el recuerdo se presentifica, llegó tarde, alguien más llevó a los niños a esa excursión que se llevó a cabo el 17 de Junio de 1955. Si de verdad es para olvidarlo todo, para ser un zombi o para empuñar un arma y hacer justicia. El resto es sabido por todxs.
Amelia será el entremés o pase de página entre los personajes, será la que siga contando como la sangre derramada siempre vuelve a ser negociada.
Así aparece John, busca a su hijo, son tiempos de apartheid, las respuestas que logra en su desesperada búsqueda son vagas, fantasmales toda vez que recorre salas con muertos, pero ninguno es su “muerto con permiso”. Aquí en esta tierra y también en España sabemos lo que es buscar a nuestros muertos, es una desesperación kantianamente sublime, no sé si existe otra peor. Porque la revelación de que finalmente un hijo ha sido asesinado no desaparece cuando el cuerpo es hallado, ese es sólo el principio de otra búsqueda, las más de las veces estéril. ¿Quiénes? ¿Por qué? ¿Acaso pedir la libertad, querer impedir la segregación racial es un delito? Lo cierto es que John en el transcurso de su tiempo escénico encontrará la desolación mayor. Es muy interesante su registro, está plagado de extrañamiento y nos obliga a rememorar hechos que han ocurrido lejos y con mucho silencio hasta que como una olla a presión la válvula avisa que no va más. Juan O’Gallar le otorga a su John, una cuota extra que el personaje requiere para hacernos sentir una empatía infinita.
Los susurros de la Marsellesa se van desvaneciendo en un tarareo magnifico porque Amelia como, reitero, es la Historia, a veces se cansa de ese susurro inútil y grita: Revolución es Honestidad.
Irene vive en Berlín, fue bello Berlín, lo es hoy cuando recorremos sus calles plagadas de una historia que todavía es el fracaso de la Humanidad (Adorno dixit). Irene tiene de vecinos a una familia con dos niños hermosos con los que gusta confraternizar. Son sólo niños. Su esposo está fuera de la sociabilidad. Nicole Pérez Yarza, compone a una Irene absolutamente alemana, está hasta los huesos en el ser de su personaje, serena, con un Fisic du rol espléndido, sus modales, la austeridad de su narración, las elipsis en las que deja entrever el horror que le espera a todos y del que verá cómo huir. Nadie se salva en la Alemania nazi o por judío o por testigo de la tragedia que sigue siendo una efeméride de sangre cada uno y todos los días de nuestra vida.
Daniel, nieto de sirios, los recuerdos de aquel abuelo que regresa a Siria y busca su casa natal, y como una epifanía la encuentra y halla también la higuera que había plantado con su padre 50 años seguía intacta. Y sí, había estaban los más de 60 años de ramas dobladas de frutos que lleva como tesoro a España. Pero no hay nada que dure para siempre, y no como un deseo, sino como una certeza. Volver a Siria hoy. Ignacio Picabia le otorga a su personaje un plus del que ha sido nacido y criado en otro lugar pero sigue amando sus raíces y encuentra que le han robado el pasado. A él, a sus muertos y a todo un pueblo. El Welcome Refugees no es más que una fórmula elegante que la Unión Europea les regala en ayuntamientos, plazas y monumentos y luego los encontramos en las estaciones de subte, como mendigos ajenos de nacionalidad, como ausentes de la tierra y esquilmados de sus costumbres y siempre, siempre custodiados por las cámaras de la modernidad. ¿Quién es el delicuente?
Y la repetición de todos en escena: Revolución es Honestidad. Y la repetición de Manuela: Yo no pedí esta guerra. Y Robles diciendo “me robaron el tiempo”. Todos esos enunciados forman junto a los personajes una cadena semántica que habla de dos hitos del siglo XX y XXI: Revolución y Guerra, y el aplastamiento de la primera en manos de la segunda, con los modos que estén a disposición.
Mijaíl Bajtín decía que la novela era la forma coral por excelencia. Pasaron muchos años claro está, pero Los 7 franceses son la forma coral y polifónica de una sola instancia decisiva: la muerte, la verdadera Revolución como sueño eterno y el hilo cortándose siempre por lo más débil.
Brillante ejercicio de entregar teatro a manos llenas en la forma que hoy nos permite el enemigo invisible que aún no puede ser fulminado como los niños en los campos, como los comunistas en los centros de exterminio, como el Franquismo aunque muchos hayan pasado página, pero que se puede esquivar como se esquiva una bala, con creatividad y creyendo que Revolución es Honestidad.Excelente trabajo de adatación y dirección de Pablo Razuk
Ficha Artístico/Técnica
Dramaturgia: Florencia Aroldi, Marcelo Camaño, Raúl Garavaglia, Héctor Levy-Daniel, Sergio López Castillo, Marcela Marcolini.
Florencia Aroldi (Escribe a Amelia), Marcelo Camaño (escribe a Robles), Raúl Garavaglia (escribe a Daniel), Héctor Levy Daniel (a John y a la mujer alemana), Sergio López Castillo (escribe a Rosario) y Marcela Marcolini (escribe a Manuela).
Adaptación: Pablo Razuk
Actúan: Marta Calle Hidalgo, Ale Carstens, Ita Hardessen, Juan O´gallar, Carmen Padra, Nicole Pérez Yarza, Ignacio Picabia
Banda de sonido: Sergio Vainikoff
Fotografía: Caro Larue, Ignacio Pared
Diseño gráfico: Roy Cifre
Asistencia de dirección: Catalina Silva
Prensa: Marcos Mutuverría
Producción: Ktp Korinthio Teatro Producciones
Colaboración musical: Roberta Lazo
Dirección general: Pablo Razuk
Ver en Alternativa Teatral
Los 7 Franceses
Pablo Razuk y su aventura española
PE- ¿Cómo nace un Korinthio Teatro español?
Pablo Razuk- Nace con el 1er viaje. Yo soy Korinthio más allá de las paredes de la sala. Pero llevé Padre Carlos (de Cristina Escofet) y me enamoré de Madrid. Volví en una segunda gira invitado otra vez con El Múgica y mis seminarios. En una 3ra gira (otra vez Padre Carlos) empiezo con mis clases y dirijo El Sigilo de Patricia Suarez. Obra que le pedí a partir de una idea de mundos paralelos y de las ganas de trabajar con Flor Saraví (En Madrid) y Georgina Rey (en ese momento en Bs As todavía). Esa fue la 1ra experiencia con el Skype. En una 3ra gira fui con Severino “la otra historia” de Marcelo Camaño y la dirección de Norberto Trujillo. Después me metí en la dirección de Ay, Camila de Cris Escofet y la actuación de Victoria Di Pace. Que vive en Madrid desde hace 17 años. Todo ese trabajo (salvo 10 días previos al estreno) fue por Skype Y así un día estaba estrenando otra obra (como actor) El Camino de la Fuente (de Sabatino Cacho Palma) y dando clases en la Central de Cine. Armé equipos y empecé la dirección de “Los 7Franceses” Madrid y Sospechosos de Marcela Marcolini. Las dos por Skype y después presencial hasta los estrenos. Los Franceses estrenaron, los Sospechosos no llegamos (faltaban 2 días) y nos tomó la pandemia por asalto la pandemia. Todo ese trabajo es Korinthio Teatro Madrid.
PE- Lo que es Vox populi que se enganchan mucho con nuestros maestros porque enseñan y dirigen de otro modo. En lo personal lo que yo he visto del circuito comercial estaba bien pero tanto la puesta como el modo de abordaje de los personajes era muy retro. Como si costara salir de la escuela de la declamación de Margarita Xirgu.
Pablo Razuk- Totalmente. Hay algo de la experiencia del teatro independiente que ellos están empezando a darle entidad. Está todo por hacerse en ese aspecto.
PE- ¿Cómo nace 7 Franceses? Cómo forman esa polifonía que a la postre es un solo grito por la libertad y la igualdad
Pablo Razuk- Son actores y actrices que fui conociendo en los seminarios que di en esto 6 viajes. Un día los convoqué para una locura…y se subieron hasta estrenar en El Umbral de Primavera (una función) y ahora por streamig directo. Divines!!
PE- Tu vínculo con el teatro histórico es amplio y reconocido pero esto va más allá. Aquí hay un transcurrir de siglos y décadas que Amelia con su canturreo de la Marsellesa marca como si estuviera llevando el compás de las revoluciones fallidas y al mismo tiempo una graduación del dolor. Cómo lograron que ese personaje fuera tan atemporal?
Pablo Razuk- Precisamente su registro de actuación tiene otros colores, otras formas, que evidencia un personaje atravesado por siglos. Pensamos que quien vive esas experiencias extremas de la humanidad, no ve la vida como los demás mortales. Sus valores son otros. Su forma de andar la calle, su palabra están atravesadas por otras pasiones que se desprenden de la sabiduría hecha piel y hecha cuerda vocal. Nadie vuelve igual de una guerra. ¿Cuántas guerras pasaron por sus retinas? ¿Cuántos hijos se fueron al frente para nunca volver…?
PE- Podría estar mendigando ahora en la 9 de Julio o en Fuencarral. Me cuentas que los actores son alumnos y yo me quedo azorada porque viendo teatro desde hace 26 años consecutivos, salvo honrosas excepciones, no he visto esa compenetración en el ser del personaje. ¿Esto es fruto de tu trabajo de seminarios?
PE- salvo algunas excepciones muchos coinciden en que el streaming o los videos le quitan parte del rito sagrado al teatro. En este caso me ha pasado que fue mejor. Ellos me miraban, me interpelaban, estaban en mí living gritándome a la cara: ¡Revolución es honestidad!
Pablo Razuk- Intentamos no perder la intensidad de “lo Teatral” a pesar de saber que estamos en pequeñas ventanitas (que no son cine) en los hay que contar estas historias.
Los Estados emocionales-vibratorios son los mismos en teatro, en cine, como en zoom. Lo que cambia es el formato, tanto en el medio de comunicación con el espectador, como en la formalidad gestual que se eligen para construir ese Siendo que deben transitar actores y actrices.
PE- Gracias Pablo y por favor, nunca dejes estas experiencias, son disparadores para todxs."