Madre Coraje, la nueva intervención Muscari



Con el aire renovado que lo caracteriza, José María Muscari lleva a escena la obra de Bertold Brecht, haciendo de la parodia de la guerra una nueva parodia que no pierde dramaticidad pero que a la vez hace de una obra conocida una experimentación que vale la pena indagar.

Por Teresa Gatto

"En la paz, los hijos entierran a los padres;
la guerra altera el orden de la naturaleza
y hace que los padres entierren a sus hijos"
Heródoto

Escrita en el exilio en 1939, exilio doble de la tierra y de escritor Madre Coraje y sus hijos (Mutter Courage und ihre Kinder), tuvo su estreno en 1941 y Brecht la retocó y volvió a estrenar con el Berliner Ensemble en 1949.

La puesta que dirige Muscari comienza con observaciones sobre la moral en tiempos de guerra, de modo que Emilio Bardi, el reclutador,  (excelente en su papel de soldado con mezcla de canchengue y pajuerano) y Héctor Díaz (su voz magistral siempre, flexionando el texto) concluyen en que “Sin Guerra no hay orden”.

De pronto Madre Coraje, interpretada por Claudia Lapacó, hace su aparición en escena, no tendrá nombre, sólo será Madre Coraje, sus hijos, encarnados por Esteban PérezMartín Slipak e Iride Mockert, serán respectivamente el mayor, el menor y la muda. Pérez y Slipak juegan de un modo muy bueno el juego del mayor y el menor y sus oscilaciones entre el bien y el mal y la devoción hacia madre. Ambos tienen un oficio excelente.

En un gran casting, los personajes son piezas de un engranaje concebido para hacer a coro y en simultáneo una melodía que no desentona nunca. No sólo porque las coreografías y la música con coros es perfecta, sino porque Muscari sella su impronta de la cuestión coral que refuerza el significante de aquello que queda como mensaje.

¡Es la Guerra Señores! Brecht está anunciando de algún modo metafórico pero insoslayable hoy, el advenimiento del nazismo y esa idea monstruosa de que si hay compradores no importa de qué bando sean. Por eso, la dueña de la fonda, impecable Silvina Bosco, duda frente a un pollo descuajeringado y viejo pero si es lo que hay, habrá que guisarlo y servirlo.

Es interesante también observar que las reticencias y pruritos de muchos, caen bajo la lógica del hambre. Caen, bajo la lógica del mercado. La guerra es un enorme mercado de oportunidades. Más si uno es dueño de un carromato que como una gran puesta en abismo contiene de todo. Y todo está en venta. Incluso el hijo mayor de Madre, que era tan necesario para arrastrar el carro que aquel caballo muerto de peste bubónica no puede arrastrar más y todo con Madre encima.

No hay divismo en Lapacó, no hay, salvo por el aplauso del público cuando aparece en escena, una melancolía de lo que no fue, su espléndido trabajo, su presencia escénica arrolladora tiene como condición de posibilidad el mirar hacia adelante, aun cuando todo caiga, porque la guerra, está segura, la proveerá de sustento.

Otro personaje que le saca partido a su labor es la excelente Moro  Anghileri, no sólo por esa belleza cándida y natural, sino por la carnadura del ser de su personaje que también sabe, que infiere sin mucha ilustración que lo que tiene para vender es ella misma y lo hará si hace falta y llegará hasta donde otros no serán capaces.

Las muertes se suceden en un extraescena que se agradece con el sonido indicial de un disparo y la del hijo  menor es narrada por la mesera, Bosco, que saca esa voz fantástica y dice “su vida como la de todos es una cuestión de dinero”.

La aparición del predicador en el cuerpo de Osvaldo Santoro, no hace más que ahondar esa brecha enorme que existe entre la prédica y la verdad, entre la prédica y la realidad. “Sólo los pobres necesitan coraje” y alguien retruca: “No haga hablar de política que se me hace la grieta”. El toque de realidad siglo XXI es puesto en el lugar indicado sin pretender más, aunque el público aplauda la palabra más usada de los últimos años.

Un párrafo aparte amerita la actuación de Iride Mockert que como señalamos en otra crítica, es una fiera, pero no por lo feroz, sino por el modo superlativo de hacer crecer a sus criaturas, todas tan diversas siempre y llevarlas al punto culminante y lograr así que quiénes aún no la conocen le brinden el aplauso más fervoroso. Su muda es antológica. Su capacidad de expresión frente a las situaciones, llena de interjecciones se hace entender porque es sabido que el calla observa y ella en su ropajes desalineados y sucios, en su caracterización que la vuelve irreconocible logra que el ser de su personaje esté en escena sin estorbar la acción que corre fuera de sí, dando el dramatismo o la hilaridad justa y haciendo que Madre tenga siempre el sostén necesario cuando el mayor y el menor muere. ¿Su suerte? No es mejor que la del resto. Pero vale la pena ser testigo de su trabajo.

Muscari logra de nuevo callar a los viejos vanguardistas museificados, llenar un teatro un domingo de calor insostenible y que el público se pare a aplaudir de pie. A los prejuiciosos se los calla con trabajo y sin cambiarle los nombres a las puestas en medio del miedo que amerita meterse con un clásico.

Madre coraje, un placer al que se suma, la escenografía acertada y minimalista de Rene Diviú, el vestuario impecable de Magda Banach y el coro preciso como la iluminación de Marcelo Cuervo.

Una fiesta teatral para indagar qué es la guerra, si se libra sólo con armas, si este Siglo la lleva adelante en los mercados y como mencionó Adela Reck [i] : “A través de Madre Coraje, Brecht le muestra al público una tesis marxista: que no son las ideas las que crean al mundo sino que las condiciones de vida son las que crean la conciencia, las ideas”.

 

 

 

 

 

 

 

Ficha Artístico/Técnica

Autor: Bertolt Brecht
Traducción: Miguel Sáenz Sagaseta
Actúan: Moro  Anghileri, Emilio Bardi, Silvina Bosco, Héctor Díaz, Claudia Lapacó, Iride Mockert, Esteban Pérez, Osvaldo Santoro, Martín Slipak
Cuerpo de baile: Braian Bre, Nicolás Iturbide, Lucas Mariño, León Ruiz, Julián Ignacio Toledo, Miguel Valdivieso
Coros: Braian Bre, Nicolás Iturbide, Lucas Mariño, León Ruiz, Julián Ignacio Toledo, Miguel Valdivieso
Vestuario: Magda Banach
Escenografía: René Diviú
Iluminación: Marcelo Cuervo
Diseño De Sonido: Iván Grigoriev
Asistencia artística: Paola Luttini
Coordinación de producción: Julieta Sirvén
Selección Musical: Guillermo Salvador
Coreografía: Luis Biasotto
Dirección: José María Muscari

TEATRO REGINA
Av. Santa Fe 1235
Capital Federal - Buenos Aires – Argentina
Teléfonos: 4811-7678
Web: http://www.casadelteatro.org.ar
Entradas desde: $ 300,00 - Domingo, Viernes y Sábado - 20:00 hs - Hasta el 24/02/2019

 

Los Compadritos, de Roberto “Tito” Cossa, dirigida por Gerardo La Regina. Por Teresa Gatto.