Por Teresa Gatto
“Yo siempre tengo desconfianza de las teorías
que hablan del líder manipulador.
Porque para manipular a alguien,
ese alguien tiene que dejarse manipular.
Y muchas veces la acción del supuesto manipulado
sobre el manipulador es una gran parte del proceso”
Ernesto Laclau[1]
Manipular. Coaccionar. Coartar. Suspender. Enajenar. Normalizar. Vigilar. Castigar.
Se podría resumir en estas palabras la perfecta metáfora de Gilda Bona en El Alumbrar de Vargas, obra que ha escrito y dirige, sino fuera porque la ha trabajado tan bien que y ha llevado tan al límite la verosimilitud, que uno estalla en carcajadas porque, hay que decirlo, la parodia está tan bien construida que nos saca de eje de manera permanente.
¿Quién es la debutante o portadora? Papel que Celeste Campos Bona interpreta a la perfección. ¿En qué va a debutar? ¿Por qué si llega a horario, la hacen esperar para luego decirle que llegó tarde?
La están disciplinando. Desde el comienzo la están disciplinando. Será una actriz, una empleada administrativa, una gerenta, no lo sabemos, no sabemos en qué tiene debutar.
La Sra. Altamira cumple a rajatabla las órdenes del señor Alfredo, ambos, Raquel Albéniz y Emiliano Díaz son de una solvencia escénica notable y manejan los tiempos de la comedia (sí, comedia) con un reloj interno superlativo. Hay una tensión irresuelta entre ellos, parece del orden de lo sexual, pero lo sexual es poder también. No hay poder mayor que el de la seducción ha dicho Bachelard. Pero también es cierto, y esto deviene de la puesta que Altamira ya superó el ELMALDELQUENOAL. Porque de eso se trata El Alumbrar de Vargas: de superar ese tremendo mal.
El secretario, encarnado por Cristian Di Conza, lo ha superado ampliamente. Su regocijo ante la fallas de la debutante, alcanzan momentos de hilaridad absoluta: "¡Albricias! ¡No es tan inteligente!" anuncia para decepcionarse luego, cuando Vargas rompe la cadena de mando. Vargas que está tan intrigada como el público, actúa como sujeto libre desencadenando brotes de impaciencia en el Sr. Alfredo y una tremenda labor en Altamira, que no quiere que falle. Altamira/Albéniz, no quiere defraudar a su jefe/Amor, Emiliano Díaz.
Los efectos de normalizar, vigilar, manipular, coartar, suspender el pensamiento propio. Los tremendos efectos de las lobotomías simbólicas, son puestos en jaque en El Alumbrar de Vargas con una actualidad asombrosa. En los últimos tiempos el país entero se llenó de gente curada de ELMALDELQUENOAL. Curarse significó ser un/a notable imbécil. Un sujeto manipulado por los medios, un paparulo que pregona mentiras masticadas como parábolas de la Biblia. Un curado de ese mal que tan bien el poder mediático amarrado al neoliberalismo más descarnado les hizo ver al Otro de clase, género o raza como un enemigo al que hay convencer de que las mariposas son libres, anidan en los estómagos enamorados y llegan con la revolución de la alegría, cuando sabemos de su brevísima existencia -eso sí, sin dolor existencial-. Apta para mentes pensantes. Si usted alumbró quédese en su casa leyendo People.
Ficha Artístico/Técnica
Dramaturgia: Gilda Bona
Actúan: Raquel Albéniz, Celeste Campos, Cristian Di Conza, Emiliano Díaz
Vestuario: Alicia Gumá
Escenografía:Alejandro Richichi
Iluminación:Lucas Orchessi
Fotografía:Nicolas Purdía
Diseño gráfico: Mande Estudio De Diseño
Prensa:OCTAVIA Gestión Cultural y Comunicación
Producción ejecutiva:Anabella Moreno
Dirección:Gilda Bona
TEATRO ANFITRION
Venezuela 3340
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: 4931-2124
Web: http://www.anfitrionteatro.com.ar
Entrada: $ 180,00 / $ 120,00 - Jueves - 21:00 hs - Hasta el 15/12/2016