Réquiem, guerra en la conciencia



La puesta escrita y dirigida por Jorge Palant, ficciona con gran acierto un encuentro imposible y fantasmal que interpela lo que somos capaces de hacer, de tolerar y de no soportar. Los sábados en Teatro El Tadrón, espacio ideal para re pensar la Historia.

Por Teresa Gatto

 

"Quiere decir que, en el curso de estos meses,
de octubre a abril, de cada diez de nosotros,
morirán siete. Quien no se muera sufrirá minuto
por minuto, día por día, durante todos los días:
desde la mañana antes del alba…”
Primo Levi - Los hundidos y los salvados.

 

Kevin Carter ganó un Premio Pulitzer por aquella famosa foto que mostraba a un niño famélico y detrás de él un buitre al acecho. La foto que hoy día se sigue usando para hablar de los males que los imperios armados provocan en los países sumergidos, se convirtió en un signo impensado para Carter en contra de un Capitalismo que no da tregua y desafía todos los pronósticos de muerte como los de Jameson y Zizek, “último estadio de la capitalismo salvaje”. Es mejor pronosticar el tiempo. Pero esa foto que le valió a Carter la fama, también le provocó ciertas embestidas que su temperamento no logró sortear y se sumergió en el río Braamfontein Spruit de su Sudáfrica natal.

Milena Jesenská tuvo el privilegio mayor de ser un amor al que Kafka escribió muchas cartas hoy reunidas en un volumen pero fue mucho más. Reportera, activista, traductora, y desafiante fémina que  portaba por las calles de Praga una estrella amarilla sin ser judía. Las fuerzas de la Gestapo la detuvieron y confinaron en el campo de Ravensbrück en el que se convierte en enfermera (había estudiado algunos años de medicina).

Dos vidas, dos tiempos y dos pulsiones diferentes. Carter, la instantánea que detiene el momento clave que nadie más ve. Como una suerte de Blow Up, la lente ve más que el ojo y la mano que dispara. Luego el dilema ético puede hacer el resto. Milena murió de una infección, no asesinada en el campo pero mientras pudo, luchó, ayudó a vivir y a morir con dignidad.

En un diseño multisignificante, como lo es una estrecha pasarela con algunos desniveles, Carlo Argento en la piel de Kevin Carter, vestido con un elegante esmoquin, en un desvelo desesperado se pregunta por aquella foto que le valió un premio y muchas desdichas. El dilema moral no le escatima recuerdos ni detalles, el de Carter se suma tal vez a otros dilemas de la infelicidad en la que transcurrió su vida. Milena encarnada por Jessica Schultz, con un vestido de calle, práctico, por si hay que salir corriendo o atender a un herido, se encuentra en el otro extremo (acierto de vestuario de Juan Miceli). Ambos extremos son bordes de vida y de muerte. Son Eros y Tánatos. La diferencia puede parecer precaria pero no lo es. Dar todo a los otros o morir por la mirada de los otros. Esos extremos tan bien jugados e ideados por Herminia Jensezian y sus desniveles, junto a la luz, diseño de la misma, permiten ver los claroscuros de la vida y la muerte, e incluso las gamas en las que se debaten los sujetos frente al bien y al mal.

Esa pasarela los aleja y acerca. Los une y expulsa, los junta en el momento postrero cuando nada que se diga alcanza. El director J. Palant lanza al vacío pero seguro, a estas criaturas cuyos ojos han sido penetrados de distintos modos por el horror.

Réquiem es una obra potente, que hace pie en un texto cuantioso y difícil del que sus protagónicos salen airosos. No importan los tiempos, 1944 de la partida Milena, 1994 el suicidio de Kevin. Las verdaderas tragedias no tienen tiempo. Hoy alguien está siendo perseguido y encarcelado sin motivos, hoy en un comedor escolar alguien arroja gas pimienta sobre la única comida de unos niños indigentes. Hoy llaman Madre a una bomba, como si se pudiera engendrar y parir un explosivo desde un vientre humano.

Si como dijo T. Adorno, "el Holocausto fue el fracaso de la Modernidad ", podemos inferir que la post modernidad no ha traído menos caídos, desolación y hambre. Revisitar la Historia sirve para interpelarnos. El teatro independiente está siendo el gran interpelador social, está revisitando sucesos, haciendo presentes cuestiones históricas pero fuera del tiempo porque lo indecible es un continuo. Kevin y Milena, Carlo Jessica con Jorge Palant, están haciendo una labor excelente que además conforma una didáctica de la culpa, la resistencia, la vida y la muerte.


Ficha Artístico/Técnica

Autor: Jorge Palant
Intérpretes: Carlo Argento, Jessica Schultz
Diseño de vestuario: Juan Miceli
Diseño de escenografía: Herminia Jensezian
Diseño de luces: Herminia Jensezian
Video: Lucas Palant
Fotografía: Lucas Palant
Diseño gráfico: Nahuel Lamoglia
Asistencia de dirección: Florencia Sweet
Prensa: Laura Castillo
Dirección: Jorge Palant

TADRON TEATRO Y CAFÉ
Niceto Vega 4802 
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: 4777-7976
Web: http://www.tadronteatro.com.ar
Entrada: $ 200,00 / $ 130,00 - Sábado - 21:00 hs - Hasta el 01/07/2017

Los Compadritos, de Roberto “Tito” Cossa, dirigida por Gerardo La Regina. Por Teresa Gatto.