El Grupo de teatro Callejero "La Runfla", de la mano de Héctor Alvarellos y Cristina Escofet presenta los sábados en el Parque Avellaneda este maravilloso espectáculo que es tan reidero como despertador de conciencias dormidas. Profundas reflexiones dichas en un tono de sátira, nos hablan a nosotros mismos de los que fuimos y lo que somos.
Por Teresa Gatto
"Caladita de alpargata
Trenzas de china
Ojos de gata…
Independencia se acerca…
Un Rufián la merodea
Puñal, clavel mucha plata
Un Prócer su pecho henchido
Pero pobre como rata…
¿Con quién quedará la China
Cuál de los dos es su hombre?
Hagan rueda, ceben mate
Pastelitos, empanadas
Que el culebrón ya comienza
Pónganle el nombre que quieran
Abran cancha, abran cancha
Ai se acerca Independencia…"
Cristina Escofet
Todos los sábados, a cielo abierto en el Parque Avellaneda, se puede disfrutar de un espectáculo como sólo La Runfla, grupo de Teatro Callejero de Buenos Aires, puede brindar. Recordemos que el teatro callejero es profesional. Que posee sus técnicas y aprendizajes, de modo tal que los actores puedan orgánicamente y en medio de cualquier espacio abierto, sacar a relucir sus dotes, ser escuchados desde todos los ángulos medie el clima que medie, convocar a un público espontáneo y cautivarlo hasta el final de su obra.
En esta ocasión, la sociedad Héctor Alvarellos (director desde hace 25 años de La Runfla) y Cristina Escofet, dramaturga y directora, ha dado un fruto magnífico: La Pulpería del Bicentenario.
De este modo, con un sólo artefacto que es un carro que cumple múltiples funciones, salen al ruedo aquellos de ayer y de hoy. Entonces, el parque se llena de próceres y de traidores a la patria.
Las discusiones en torno a la Independencia no tienen el menor desperdicio, porque profundamente poéticas no subsumen el relato de la Historia. Así, Mariano Moreno será envenado porque era un peligro para los intereses de aquellos que nos querían vender ¿le suena? En una anacronía bien pensada, los personajes que han hecho Patria y los que la han vendido y venden, aparecen en una argamasa perfecta que grandes y chicos disfrutan por igual. He visto a un padre, explicándole a sus hijos, algo que el Manual Oficial les contó mal.
El espectáculo, en que el elenco completo deja todo, aborda las distintas instancias de la Historia pero tiene un nodo dramático imperdible cuando comienzan las discusiones en Tucumán. El Parque permite que los sigamos a ellos, los actores callejeros, por la arboleda que como señal del pasado nos ubica en otro sitio y llegamos a la Casa de Tucumán.
Las reflexiones sobre si ser una monarquía extranjera o con un rey Inca son de una síntesis maravillosa porque los personajes sacan a relucir sus estirpes y, por qué no decirlo, su casta. Tomás de Anchorena, San Martín, Belgrano, los vendedores, los oligarcas y todos los actores de la Historia, discuten la mejor forma de ser Independientes.
Y hasta la Independencia tiene la palabra cuando antes las espurias ofertas de los rufianes de turno exclama: “Usté me marea con esas “ofrecencias”, que no sé si son decencias… No me veo como masa fina… ¿Y si se me nota el repulgue?”
Porque le duela a quien le duela: somos un poco indios, un poco gauchos, un poco inmigrantes, un poco torvos, de a caballo, de pampa bárbara, de Libertadores y Opresores, de a peso y de a dólar. Somos lo que fuimos, lo que perdimos. Somos la Revolución inconclusa, la verdad omitida. Somos desde antes de 1816, un magma informe de flores y gusanos. No pudimos, no supimos encontrar el nido de la plaga y fumigarlo. Y en círculos como una calesita loca, giramos en el ciego provenir.
1816-2016 La Historia vuelve a repetirse, mi muñequita dulce y rubia, el mismo el mismo loco afán: La Libertad de los oprimidos.
Ficha Artístico/Técnica
A la Gorra
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