Medea entre el rock y el trash, siempre mítica



 La puesta de Lía Jelín, en la que Valentina Bassi protagoniza junto a gran elenco, es una vuelta de tuerca sobre la multitud de Medeas que trashumantes no cesan de buscar lo que les corresponde aunque en ello se corran los límites.

Por Teresa Gatto

No se nace mujer: llega una a serlo.
Ningún destino biológico,
físico o económico define la figura
 que reviste en el seno de la sociedad la hembra humana;
 la civilización es quien elabora ese producto intermedio
 entre el macho y el castrado al que se califica como femenino.

Simone de Beauvoir

 

 

Tal vez el teatro no sea otra cosa que correr los límites. Es un bien mayor si es ficción. Los límites borrados de lo cotidiano desencadenan tragedias. Guerras, hambrunas, éxodos, migraciones y una multiplicidad de víctimas que no podemos enumerar en la fría cuenta de la estadística.

Medea en Manhattan, escrita por Lea Doler en 1999, tiene como horizonte de expectativas, la guerra de Kosovo. Muerte, sangre y migración.

La puesta de Lía Jelín en Konex supone un desafío enorme. No por el texto, no por los actores que son excelentes. Sino por su forma de mortificar cualquier realismo, cualquier naturalismo y cualquier construcción melodramática.

Jelín le infringe a esta Medea una potencia inusual, por supuesto que sigue siendo una tragedia. ¿Acaso no es una tragedia espantosa ser un ilegal en Estados Unidos de América, necesitar un casamiento por interés para salir del bote de los residuos y así cumplir un sueño americano que no existió nunca? Nunca, al menos, para el migrante. 

Medea  llega a buscar lo que es suyo, lo que cree suyo. Un admirable trabajo de Valentina Bassi logra imprimirle un sello indeleble a su criatura. Ella es alternativamente el amor, la ira, la furia, la búsqueda, el odio, el descontrol y el manojo de todas esas pasiones juntas que Bassi pasa por cada fibra de su cuerpo que se estremece, de su voz que alcanza todas las inflexiones. No está dispuesta a irse con las manos vacías. No escucha ningún no por respuesta.

Alfredo Allende, parece un maestro de ceremonias, que, con el tono justo media entre los deseos que Medea tiene de ver a su amado y la percepción de un coreuta griego en Manhattan. Su personaje intuye que esto no acaba bien.

Nacho Gadano como Jason explica lo que para Medea es inexplicable. En un logrado trabajo, intenta vanamente que su traición luzca menos horrenda. Todo intento es inútil. Medea se ha desatado. Desató a la hembra que va por su cría y su amor. Desató cualquier prejuicio, desató el nudo que a veces deja a las mujeres anquilosadas en un yo sumiso, en un estándar inamovible. Como mujer tiene una maravillosa subjetividad nómade que se posiciona en su contexto y muta según los tiempos que imperen. El resto del elenco acompaña a la altura de los protagónicos.

EL diseño de escenografía de Julieta Ascar es un personaje más, que dimensiona el espacio en el que se dirimen estas pasiones desbordadas, el trash acaece, no es un una maqueta y junto al diseño de luces de Sandro Pujía, sumerge toda la trama en un azul niebla, en el que ver con claridad es casi un milagro. Porque no hay claridad. Hay pasión, su antagonista. Y las pasiones nunca son claras, son intensas, desmedidas, son un carro sin riendas que lanzan al vacío o al todo y a la nada. La música de Octavio Estrín mece las acciones con perfecta gradualidad dramática.

La suerte está echada. De las miles de Medeas que vimos y veremos, que hemos leído, la que va a Manhattan no se olvidará. Tal vez por nuestro triste horizonte de expectativas, tal vez porque la podemos ver en Konex, pero sólo una cosa la hace diferente a todas con seguridad, y es que estos son nuestros actores, los que con el ser de su personaje tan orgánicamente logrado, nos gritan en la cara que el teatro es, puede ser y será esa magia cotidiana y renovada que nos sumerge, ensucia y limpia en las aguas de un Leteo generoso que nos hace olvidar quienes somos por un lapso de tiempo pero presentifica quiénes podríamos ser cuando la traición y el desarraigo nos ponen a prueba.

Excelentes decisiones escénicas, grandes trabajadores de la actuación, un texto implacable y una dirección milimétrica. Cuando Medea asoma, el espectador logra completar una nueva cosmovisión del mundo.


Ficha Artístico/Técnica

Autora: Dea Loher
Traducción: Mercedes Rein, Dieter Schonebohm
Intérpretes: Alfredo Allende, Joaquín Barrios, Valentina Bassi, Octavio Estrín, Pablo Finamore, Nacho Gadano, Matías Strafe
Diseño de vestuario: Julio Suárez
Diseño de escenografía: Julieta Ascar
Diseño de luces: Sandro Pujia
Música original: Octavio Estrín
Diseño gráfico: Nicolás Galanzino
Asistencia de dirección: Matías Strafe
Prensa: Furgang Comunicaciones
Producción ejecutiva: Gregorio Vatenberg
Dirección: Lía Jelín


CIUDAD CULTURAL KONEX
Sarmiento 3131
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: 4864-3200
Web: http://www.ciudadculturalkonex.org
Entradas desde: $ 230,00 - Viernes y Sábado - 21:00 hs - Hasta el 30/09/2016

Los Compadritos, de Roberto “Tito” Cossa, dirigida por Gerardo La Regina. Por Teresa Gatto.