Nerium Park, desintegración y suspenso en el country

 

La obra de Josep María Miró alcanza en la dirección de Corina Fiorillo una estatura enorme porque logra sacar lo mejor de los mejores: Claudio Tolcachir y Paula Inés Ransenberg. Los jueves y domingos en Timbre 4.

Por Teresa Gatto

 

“Me fascinaba la idea de una familia que quedaba sola en el mundo,
 rodeada de muerte y de un enemigo ignorado e inalcanzable.
Pensé en mí mismo, en mi familia, aislados en nuestro chalet
y comencé a plantearme preguntas”
Héctor Germán Oesterheld

Nacho y Victoria alcanzan el sueño de vivir en un barrio cerrado. Al principio no importa que sean los únicos, ya llegarán más pobladores. Ya se llenará de niños y hasta tal vez “amigos”.

Han planeado una vida de ensueño. Y han conseguido a despecho de su voluntad que sea una pesadilla.

¿Quién podía imaginar que el flagelo de la desocupación se las tomaría con Nacho? ¿Quién podría prever cuáles serían las actitudes de Victoria ante tamaño desgarro?

Lo cierto es que el texto de Josep María Miró, alcanza momentos de suspenso inusitado. No sólo porque es paulatino e imprevisible el desenlace, sino porque la gradación dramática que Claudio Tolcachir (Nacho) y Paula Ransenberg (Victoria), le imprimen a sus criaturas, es escalofriante.

Y no hablo de miedo, hablo de estupor, de zozobra, de luces y sombras. De alegría y tristeza. ¿No lo tenían todo? ¡No! Nadie lo tiene. Nadie.

Victoria es temerosa, prolija, pulcra, todo la atemoriza, hasta parar en medio de la ruta y observar esos arbustos que la rodean. Tal vez por eso eligió el barrio cerrado, aunque todos sabemos que no hay panacea en esos lugares y que hoy por hoy sus propios propietarios mienten con respecto a los robos para que sus casas no se deprecien cuando son asaltadas sistemáticamente.

Pero Victoria tampoco encuentra allí “la” seguridad. Tiene fantasmas. Oí decir en una ficción que “el fantasma organiza”, que es necesario. En Nerium Park, el fantasma organiza y estructura la densidad dramática.

De modo tal que esa pareja hermosa que juega mientras los espectadores nos sentamos en nuestras butacas, que se ríe y hace el amor, que esperará un hijo, empieza a ser asolada por el fantasma. El espectro tendrá o no nombre pero desintegra.

El fantasma  coloniza ambas vidas, por razones opuestas y atendibles... ¿Quién es? ¿Es un desocupado que por eso es digno de ser temido? ¿Es la propia desocupación tan actual en nuestra tierra hoy? Tal vez, la desintegración del amor no se deba a ninguna de estas cuestiones. Tal vez sea solamente humana y no espectral. El receptor se responderá esas preguntas. Lo que es imposible de soslayar es que las máscaras de lo que verdaderamente somos, la enfermedad silenciosa que se encuba dentro de nosotros, el monstruo o desdichadx que podemos ser, encuentran en Tolcachir y Ransenberg a “los intérpretes” de excepción. La carnadura de  cada uno de los seres de sus personajes, logra una organicidad pocas veces vista.

El orden de lo real sin realismo parece gritarnos en la cara que esto somos y que debemos soportar lo que podemos ser. Porque hay situaciones que sacan lo peor de nosotros. O tal vez, nos liberan sin nuestro consentimiento.

Nadie la tiene fácil, Nacho será una víctima del desempleo y Victoria una victimaria dolida que desemplea.

Pero… ¿y entonces? ¿Adónde fueron a parar los juegos del amor que los hacían recorrer un espacio escénico maravilloso realizado por Alberto Chuiquichaico y adaptado por Gónzalo Córdoba Estévez como si hubieran nacido en él? No hay centímetro que se desaproveche, no hay rincón, ventana o  foro que no se use. Y en una gradación fantástica, hasta se juega el juego del alejamiento cuando ella le habla desde el fondo, o él se confiesa desde una ventana.

Ricardo Sica plantea un dispositivo lumínico espectacular que cierra el brillo de las luces de la felicidad tan lentamente que cuando quedamos en penumbras ya es tarde. Tarde para todo, el fantasma ya hizo su trabajo.

El thriller está en su clímax y Victoria y Nacho o Paula y Claudio nos entregaron todo lo que uno espera y más. Corina Fiorillo lo hace de nuevo, le saca lustre al escenario porque usa los mejores abrillantadores que encontró para Nerium Park, ese lugar hostil dónde la vida del amor se desintegra aunque el dinero aún no falte.


Ficha Artístico/Técnica
Autor: Josep María Miró Coromina
Adaptación De Escenografía y Vestuario: Gonzalo Córdoba Estévez
Intérpretes: Paula Ransenberg, Claudio Tolcachir
Diseño de luces: Ricardo Sica
Realización de escenografía: Alberto Chuquichaico
Realización de utilería: Carolina Scarinci
Video: Nicolás Pol
Fotografía: Fabián Pol
Asistencia de dirección: María García De Oteyza
Prensa: Carolina Alfonso
Producción: Máxime Seuge, Jonathan Zak
Dirección: Corina Fiorillo

Funciones

TIMBRE 4
México 3554 
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: 4932-4395
Web: http://www.timbre4.com
Entrada: $ 200,00 - Domingo - 19:15 hs - Hasta el 31/07/2016
Entrada: $ 200,00 - Jueves - 17:00 hs - 26/05/2016

Los Compadritos, de Roberto “Tito” Cossa, dirigida por Gerardo La Regina. Por Teresa Gatto.