Patricio Azor lleva a escena la dramaturgia de Nelly Fernández Tiscornia en una puesta meticulosa y detallista, movida por la creencia en el poder trasformador del arte y la educación. Con el mismo tesón que destilan los personajes, Alta en el cielo reivindica esta creencia y la voluntad del hacer creer. No como engaño sino como potencia, como el pacto que nos propone el mismo hecho teatral.
Por María Luciana Gandolfo
Patricio Azorlleva a escena la dramaturgia de Nelly Fernández Tiscornia en una puesta meticulosa y detallista, movida por la creencia en el poder trasformador del arte y la educación. Con el mismo tesón que destilan los personajes, Alta en el cielo reivindica esta creencia y la voluntad del hacer creer. No como engaño sino como potencia, como el pacto que nos propone el mismo hecho teatral.
El espacio es una escuela rural de frontera plagada de íconos que nos sumen en un universo evocativo y nostálgico. Percibimos la precariedad sostenida de convicciones y una atmósfera de calidez en la adversidad. La escuela misma deviene frontera. Como las maderas de su infraestructura o las hojas pendientes de libros desencuadernados, es un mundo tambaleante que insiste en mantenerse en pie, amenazado por la ciudad y por el monte. El monte es ese otro espacio de infortunio y transgresión que expide hijos sin nombre. El pueblo es el techo de las ambiciones. Y más allá, la ciudad es la burocracia en exigencias vacías.
Todos los espacios reales y virtuales resultan abrumadores, pero son las acciones de los personajes las que los redefinen. En cada encuentro, en cada parlamento se evidencia el peso del límite. La Gringa (Julia Azar), la directora que sostiene con convicción su tarea, la que abriga a los hijos sin nombre, la que se empeña en hacer creer, se enfrenta a la Inspectora Juárez (Luciana Conde) o más bien al sistema que representa. La Gringa esgrime, con palabra punzante, la incoherencia de las instituciones cuando éstas pretenden intervenir en contextos singulares, con argumentos válidos pero abstractos, sin entender que tras sus registros, papeles y números, hay causas humanas trascendentales. Su discurso terminará interpelando profunda y emotivamente a la Inspectora, pero al mismo tiempo otro dilema se abrirá en la coyuntura del margen. La hija de La “Gringa, Susana (Luli Zunino), que es también maestra de la escuela, denuncia de utópica la dedicación excesiva de su madre, poniendo en cuestión su real incidencia transformadora. Susana se siente juzgada de ambiciosa y reprocha el desinterés hacia sus asuntos personales. Descreída y desencantada, sembrará entre las dos la pregunta del para qué. Quien las ayudará a encontrar nuevamente una respuesta y devolverá el sentido que entre tantas amenazas parecía perdido, será Nicasio Cardoso (Sebastian Dartayete). Porque Cardoso, el primer hijo del monte rescatado por La “Gringa”, siempre eligió creer en aquella enseñanza que ella les transmitió con tanto empeño: la posibilidad de un mundo mejor.
Afirmar que “la realidad se puede transformar”, que “otro mundo es posible”…resuena a teatro. El teatro nos reclama un pacto de creencia. Y el de Alta en el cielo conmueve porque nos vuelve sensibles a la pregunta del para qué. Al mismo tiempo nos responde: cuando todo se derrumba la respuesta está en el otro, en la acción que construye y en la ilusión que sostiene.
Ficha Artístico/Técnica
Autoría: Nelly Fernández Tiscornia
Actúan: Julia Azar, Luciana Conde, Sebastian Dartayete, Luli Zunino
Diseño de vestuario: Mariana Perez Cigoj
Diseño de escenografía: Juan Ignacio Pólvora
Diseño de luces: Soledad Ianni
Música: Claudio Martini
Diseño gráfico: Patricio Azor
Asistencia de dirección: Juan Ignacio Pólvora
Prensa: Pablo Lancone
Producción ejecutiva: Alejandra García
Dirección: Patricio Azor
Funciones: Domingo - 20:00 hs - Hasta el 22/11/2015
EL VITRAL
Rodriguez Peña 344
Capital Federal - Buenos Aires – Argentina
Teléfonos: 4371-0948
Web: http://www.teatroelvitral.com
Entrada: $ 150,00