No siempre una ilusa



Bajo la dirección de Marcelo Nacci, se presenta en TIMBRE 4 Para mí sos hermosa, escrita e interpretada por Paula Ransenberg. Como por arte de magia o, por la magia del arte, aparecen en escena varias mujeres que lloran una pérdida. Mujeres circenses, mujeres espejos de las almas humanas que buscan respuestas movidas por una ilusión.

por María Luciana Gandolfo y Mariu Serrano

 

El escape es la suerte de los cobardes.

 La desaparición es la condena de los tibios.

Ether, la femme du l´air

 
En el escenario están dispuestos un baúl cerrado con dos candados; en el extremo opuesto, una silla y una pequeña mesa bajo un tapete; en el centro del espacio la fachada de un carromato que reza “HARRY” al tope; delante de ella otras sillas y una mesa con una cafetera y algunos trastos. La escenografía, diseñada por el excelente ojo de Alejandro Mateo, nos sitúa inmediatamente en un a feria de variedades de mediados del siglo pasado y en algunos otros sitios más.
Harry Vansky, célebre ilusionista de origen húngaro, realizó por última vez el popular truco de escapismo acuático, en el que sumergido y maniatado de pies y manos, debía resistir y evadirse del encierro. Pero en esa oportunidad el número no concluyó de manera habitual. El baúl nunca se abrió. Se dijo que Harry, pese a su maestría, corrió la suerte que a algún tiempo a todos nos llega. Que ningún cuerpo sería capaz de resistir más de tres minutos bajo el agua. Lo cierto es que a partir de esa noche no quedó ningún rastro de él pero sí muchas preguntas y ninguna certeza. Tras el mago había un hombre y junto a él un puñado de mujeres de la compañía, seducidas por sus artimañas, que trataron de hallar alguna respuesta luego de resignarse a la imposibilidad de que regrese. 
Paula Ransenberg, mentora, artífice y protagonista de esta obra, encarna sucesivamente a las mujeres abandonadas, junto a quienes ahondamos el universo circense. Íntegra, con un total dominio de su cuerpo y una paleta repleta de matices, dibuja en cada personaje una impronta y un carácter inconfundibles. Su lenguaje actoral nos retrotrae al arte callejero y al teatro de variedades. Allí la ilusión y el artificio conjugan lo maravilloso con la desdicha y el infortunio en una puesta que desborda mística y alquimia. 
He aquí las damas del mago: Bess, su formal esposa, aquella que desmiente rotundamente los rumores de abandono, pero que no deja de actuar bajo un aura de despecho. En una sesión de espiritismo, de la mano de una gitana, la viuda se empeña en asir el espíritu del “difunto”, como si después de su desaparición (o escapada) éste pudiese presentificarse en el mundo; Ether, la lánguida y etérea equilibrista de origen francés a quien Harry, noche tras noche, hace protagonista de un número de desaparición; Magnética, la madonna ardiente cuyo poder de seducción desborda los límites de lo conocido; Erna, exótica perfumista, alquimista en búsqueda de quintaescencias; Gabriela, su estructurada nieta: la única que parece no ser un fenómeno, la única que ve en Harry un humano defectuoso antes que un genio brillante. Índice de la elipsis temporal que hace el relato, Gabriela abre la incógnita sobre la supuesta historia de su abuelo, a quien no se le conocía descendencia. Pero evidentemente ella lleva consigo la herencia del oficio. 

 
Finalmente -aunque primeras en aparecer en escena- están las Magníficas. Este personaje bífido, que introduce el argumento y tiene un rol crucial en el desarrollo del relato, está compuesto por Lizzi -rubia, rizada y escéptica -y Trixie -morocha, lacia y crédula-. Ellas son hermanas siamesas en constante ebullición. Sus apariciones funcionan como una bisagra payasesca entre las presentaciones de las demás amantes y asistentes del desaparecido Harry, al tiempo que modifican el ritmo de la acción. Las Magníficas son un hilo conductor y posiblemente el personaje en que Ransenberg más descarga su pericia actoral, manteniendo diálogos fluidos consigo misma e interviniendo a piacere sobre esta o aquélla mitad, con una versatilidad apabullante. Es aquel personaje que condensa todos los elementos significativos que posee el drama.
La magia y el ilusionismo referencian al teatro. Mientras la impronta circense abre paso a una reflexión sobre el oficio actoral, que antaño requería un nivel mucho más alto de entrenamiento físico, economía de recursos y una mayor capacidad de mutación para ejecutar numerosos personajes en un mismo espectáculo. A este grandioso trabajo interpretativo que Ransenberg despliega, lo acompaña una puesta escenográfica y lumínica que lo potencia y destaca.
Un análisis postrero sobre el argumento resalta los interrogantes sobre las categorías femeninas, sus zonas de confort y sus áreas restringidas. Todas estas mujeres, heterogéneas, disparejas, tienen la misma sombra de la dependencia, una suerte síndrome de Estocolmo colectivo. En ese sentido, Para mí sos hermosa es una disertación humorística acerca del género y sus condicionantes. Pero también  es un paseo demiúrgico que indaga todo el espectro humano en sus diversas frecuencias: la pregunta por la belleza, la necesidad de creer, la búsqueda de consuelo en la trascendencia y el amparo de la ilusión.
 
Ficha Artístico/Técnica
 
Dramaturgia: Paula Ransenberg
Actúan: Paula Ransenberg
Vestuario: Alejandro Mateo
Escenografía: Alejandro Mateo
Diseño de luces: Fernanda Balcells
Diseño sonoro: Emiliano Álvarez
Realización de escenografía: Manuel Escudero
Fotografía: Alejandro Ojeda
Diseño gráfico: Miguel Israilevich, Alejandro Ojeda
Asesoramiento en magia: Daniel Garber
Asistencia de dirección: Pablo Guises
Prensa: Marisol Cambre
Producción: Juan Zuluaga Bolívar
Dirección: Marcelo Nacci
Los Compadritos, de Roberto “Tito” Cossa, dirigida por Gerardo La Regina. Por Teresa Gatto.