La fragilidad del cielo, de Anahí Ribeiro, nos ofrece una imagen parpadeante. El dibujo de un camino trazado entre luces y sombras. Una historia en la que advertimos la dialéctica sensualidad entre la oscuridad y la luz en la forma de un quiebre, de una rasgadura.
Por Luciana Avakian Gandolfo
Los días transcurren pesados y paulatinos, signados por un cúmulo de acciones repetidas pero diferentes cada vez. La escena se desarrolla en una habitación oscura y húmeda, plagada de libros y papeles desordenados. Allí Bruno (Camilo Parodi) pasa sus días en soledad, apartado del mundo. Una ceguera progresiva lo sume en un universo de sombras. Quien cuida de él es Odell (Silvina Katz), su hermana. Ella procura lo necesario para Bruno y padece su sufrimiento, pero con la carga de los propios pesares se vuelve cómplice de esa reclusión. La habitación es símbolo y materialización exterior del caos que Bruno padece. El espacio es él mismo. Y en este espacio-Bruno, filigrana de oscuridad, aparece Ilse (Heidi Fauth), su nueva asistente. Designada por Odell, Ilse aparece -valga el sentido visual- en este mundo oscuro y es quien comenzará a operar un rompimiento en el espacio de clausura. Pero en espejo, ella misma se verá transformada también. Bruno e Ilse inician así un camino de seducción, deseo y erotismo donde la tela se desgarra para desnudar el cuerpo y el alma, y para hacer emerger la luz que, desde la profundidad, les permite mirarse. Develamiento más que iluminación, porque el cielo es frágil, la luz del sol no alcanza y Dios no tiene nada que ver aquí. Odell termina por enseñarnos esta premisa.
La fragilidad del cielo, de Anahí Ribeiro, nos ofrece esta imagen parpadeante. El dibujo de un camino trazado entre luces y sombras. Una historia en la que advertimos la dialéctica sensualidad entre la oscuridad y la luz en la forma de un quiebre, de una rasgadura. Aquí serán los tres personajes, hermosamente construidos en toda su densidad, quienes lleven adelante este rasgamiento. Rodeados de fantasmas y secretos que van siendo develados, Bruno, Ilse y Odell, configuran una trama compleja de deseos, frustraciones, confesiones y recuerdos. De este modo, habitan el espacio-tiempo de la obra volviéndose ellos mismos tiempos y espacios oscilantes. El pasado los acecha como una sombra que oscurece el presente, los hace temer a la soledad y los obliga a construir fortalezas. Pero en el camino, a tientas, las fortalezas revelarán sus fragilidades. En la búsqueda de configurar una imagen de sí mismos, de reconstruir sus identidades fragmentarias, el espacio se modificará en el devenir mismo de sus cambios. Los cuerpos cederán frágiles ante el deseo, el no ver y el ver sin ser visto despertarán la sensualidad y el erotismo llamará a los sentidos adormecidos.
Privados de la visión, el olfato se enaltece. Vaho a humedad o perfume a gardenias, los olores anuncian presencias e inundan situaciones. La audición también se agudiza en la voz, la palabra y el canto tardío.
En el significado fallido de los nombres propios, en las descripciones necesariamente inacabadas, en la dificultad de asir las esencias madres, en la excitación sensorial, el espejo de la mirada de los otros se quiebra ante el deber ser. La fragilidad del cielo nos muestra esas grietas, esas rasgaduras desde donde emanan los reflejos de luces que nos hacen parpadear, que desgarran la oscuridad y nos conducen al albedrío.
Funciones:
Sábados 22.30hs
TEATRO DEL PUEBLO
Av. Roque Sáenz Peña 943, CABA
Teléfonos: 4326-3606
Web: http://www.teatrodelpueblo.org.ar
Entradas. $130, $80
Ficha Artítico/Técnica
Dramaturgia: Anahi Ribeiro
Actúan: Heidi Fauth, Silvina Katz, Camilo Parodi
Músicos: Martina Greiner
Vestuario: Brenda Opoka
Diseño de luces: Akira Patiño
Diseño sonoro: Pablo Duchovny
Fotografía: Akira Patiño
Diseño gráfico: Facundo Ribeiro
Asistencia de dirección: Bárbara Majnemer
Prensa: Laura Brangeri
Producción ejecutiva:Pina Spena
Producción general:Carlos Monteros
Dirección: Anahi Ribeiro