Por Beatriz Vanella
Aviso: Con el consentimiento del público se ubicarán en la platea los que se identifiquen como varones y en otro espacio las que se identifiquen como mujeres. Este hecho es ya una declaración de principios. El interlocutor será un destinatario que recibirá un mensaje cuya semántica y sentido varía según su género.
“La que canta para acercar a los hombres que obnubilados por su hermosura perecen en altamar… y en tierra firme. Ésa que mediante conjuros extraños subyuga al macho para robarle la voluntad, ésa que no merece pena ni gloria, que muere anónima. Ésa es LA SIRENA de esta historia”.
Con la excelente dramaturgia y dirección de Luis Cano, esta sirena llega a un bar, si los parroquianos quieren saber su historia hay que darle un estímulo, sino no podrán.
Entonces, en el escenario la destacada interpretación de Monina Bonelli comienza como una Sherezada a contar un cuento tras otro, necesita un climax y los acordes del piano mustio ejecutado por Ana Foutel, es ideal, acordes mustios como los girones de vida de La Sirena.
Para los que no hayan visto Aviones enterrados en la playa, puede que la historia resuene de modo distinto, para los que asisitmos a esa maravilla poética, estas historia se conectan en un más allá de lo textual, en un más allá de lo escénico y en un más acá de la poesía hecha dramaturgia de Luis Cano.
La escenografía no necesita más: una tarima circular, un banquito en el centro, un marco de ventana en donde el telón juega haciendo de mar y de trampa, y el piano en un rincón, en el centro ella, eligiendo interlocutores, en el centro ella.
La iluminación proyecta, destaca y esconde lo mismo que el vestuario, las emociones con que juega el personaje de Nina y la identidad del pianista, involucrándonos a los que asistimos desde las butacas en ese ambiente de bar de mala vida.
Desde el piano en penumbras nos envuelve el ritmo con que laten las historias cantadas y contadas de forma espléndida por Nina. Si hay un espesor de narraciones, tal vez este hecho obedezca a una sola razón. El trauma no se cuenta de una vez, el abuso necesita un contexto, la violación se repite sin cesar porque la víctima haya o no conseguido su justicia estará herida para siempre. Por eso Monina Bonelli insiste e insiste porque la incesancia de su relato es una repetición que lejos de ser un menos, traslada el significante y lo expande.
Ella nos interpela, mirando fijo a los hombres y a las mujeres ubicados arriba y debajo, según la propia elección, y allí mismo tomamos partido sin saberlo, espectadores de la tragedia que se relata en tres cuentos con un mismo final.
Ficha Artístico/Técnica
Actriz: Monina Bonelli
Pianista: Ana Foutel
Escenografía y vestuario: Rodrigo González Garillo
Iluminación: Julio Alejandro López
Operación de luces: Javier Casielles
Música original: Ana Foutel
Pintura del telón: Margarita López Doufour
Sastrería: Patricio Delgado
Asesoramiento Peinado y Maquillaje: Cecilia Mendi/Beatriz Andiloro
Realización escenográfica: Gustavo Di Sarro
Fotografía: Marcelo Zapolli
Diseño gráfico: Lucía Vanin
Prensa: Octavia. Gestión cultura y comunicación
Pre-produción: Lourdes Sole Dolphyn
Producción: Nico Capeluto
Asistencia: Lucas Sanchez
Dramaturgia y dirección: Luis Cano
La cortina escenográfica reproduce la pintura de Francois Louis Thomas Francia “Rumming before the winds” 1796.
Funciones
Teatro El Extranjero
Valentín Gómez 3378 – Cap.
(011) 4862-7400
www.elextranjeroteatro.com
Miércoles 20.30 hs.