Por Mariu Serrano
El arrullo murguero y el sonar de bombo y platillo tras el telón nos empiezan a situar en el mágico carnaval, y la apertura de cuplé tiñe la herencia italiana de raíces latinoamericanas. La cuota musical que desempeña el multiinstrumentista Fernando Pérez sirve de soporte e hilo conductor a toda la obra. A ello se añaden los estupendos arreglos vocales ejecutados por los actores. Para quienes estamos en la orilla pasiva del espectáculo, es un verdadero deleite ver la destreza física de estos intérpretes que, sin descansar un momento, no pierden nunca el aliento.
Cada personaje carga una pasión que le marca su destino inexorable. El primer indicio nos lo dan las máscaras, que de un sólo vistazo se delatan hijas del maestro artesano Alfredo Iriarte, e instauran la condición de zanni, vachi o ennamoratti, acompañadas de un muy logrado vestuario.
El argumento comienza por el final: gracias a las mancias de una adivina sabemos que Arlequín (Jorge Costa, sorprendentemente ágil), el perezoso bufón, morirá a la medianoche. Su eterno compinche, Pierrot (Emiliano Larea, que se impone a los ojos con su gracia robótica), que no porta más máscara que su cara blanca, decide darle el changüí de extender su estancia en la Tierra atrasando el reloj dos horas, vale decir, lo que dura la obra.
Mientras el convaleciente agota, sin saberlo, sus últimos cartuchos de libertinaje, su lúgubre amigo se encuentra con la Dottora (Julia Muzio, fémina en el canto y bien macha en el discurso), que encarna la figura más poderosa en la jerarquía interna.
El estigma del desafortunado Pierrot será que todo le resulte adverso, pese a sus buenas intenciones, y enfermará de celos. El conflicto está servido: Arlequín lo traiciona en plena cara con su mujer, la exuberante Colombina (representada por la joven Romina Mónaco), que está sedienta de un amor febril y no tolera la melancolía de su esposo. La dolorosa humillación se torna furia, y con el consentimiento del público, efectuará la sutil venganza de adelantar dos horas el reloj. Ahora todo queda en manos de la Parca, que se presenta más negociadora que condenatoria, y deberá lidiar con un negrito candombero que, aunque no quiere morir, si debe, lo hará bailando.
Lo más destacado, sin duda, son los momentos de improvisación, propios de este tipo de comedia. Mientras desarrollan un argumento casi cotidiano, despliegan un humor satírico y con contenido de crítica social, que condimentan con guarangadas y chistes fáciles, que pese a lo predecible no pierden efectividad, porque el instinto no pasa de moda. Las alusiones a distintos histriones de nuestra ridícula política demuestran que los actores generan nuevas propuestas constantemente, nutriéndose de la actualidad para reírse de ella.
Se trata de una puesta exigente, que podría fácilmente haber caído en pretensiones y grandilocuencias. Afortunadamente la llevan adelante con una destreza y un conocimiento que maravilla.
Ficha Artítico/TéCnica
Actúan: Emiliano Larea, Jorge Costa, Julia Muzio, Romina Mónaco, Fernando Hugo Pérez Hernández.
Ejecución y Dirección Musical: Fernando Pérez Hernández
Máscaras: Alfredo Iriarte (www.mascarasiriarte.com.ar)
Vestuario: Almendra Vestuarios (en base a creación de Sara Constante.)
Escenografía y Utilería: Emiliano Larea, Fernando Pérez, Romina Mónaco y Jorge Costa.
Luces: Roberto Sánchez y Fernando Raíces.
Puesta: Julia Muzio, María Elena Lopez y Jorge Costa.
Supervisión dramática y actoral: Gaby Páez.
Coach en Canto: Mariana Macchiarola.
Prensa: Tehagolaprensa Feiguin Hernando.
Diseño Gráfico: Diego Feijoo.
Dirección: Jorge Costa y Roberto Sánchez.
BELISARIO CLUB DE CULTURA
Av. Corrientes 1624 (mapa)
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: 4373-3465
Web: https://www.facebook.com/belisarioclub
Entrada: $ 100,00 - Viernes - 23:00 hs - Hasta el 31/07/2015