Como un acróbata demente saltaré...

 

Con una ambientación modesta y un guión cotidiano, Nelson Valente consiguió montar cincuenta minutos impecables que envuelven al público en la intimidad de una familia. Una propuesta clásica pero no por eso menos efectiva.

Por Mariu Serrano

El loco y la camisa transcurre en una casa de zona sur en la cual vive un matrimonio típicamente disfuncional con sus dos hijos, María y Beto. Se destaca el trabajo corporal de los actores, que hace crecer el guión con una gestualidad intensa sin ser exagerada, y delinea el universo subjetivo de cada personaje. A través de la obra iremos conociendo, más por lo que callan que por lo que enuncian, las heridas de cada cual y lo que los mueve a ponderar mejor la obediencia ciega que enfrentarse a una verdad dolorosa.

Únicamente el rol de Beto encarna la denuncia, matizada con la inocencia impune de un niño chiflado. Él ve todo lo que le quieren ocultar y no pretende guardar ningún secreto. Él está más allá de las apariencias y del modo más satírico grita lo que nadie quiere aceptar. La presencia sobresaliente de Julián Paz Figueira, el loco en cuestión, conduce a los espectadores a los puntos más altos de tensión y a carcajadas liberadoras.

Entretanto el padre (Ricardo Larrama), recio lector del diario, se las arregla para no escuchar lo que oye y no ver lo que mira. La madre (Lide Uranga) insiste en dialogar mientras plancha, pero rápidamente se da cuenta que su esfuerzo es inútil. Hace años que lo es, o por lo menos eso nos indican sus ojos. Por su parte la hija (Soledad Bautista) lucha con el remordimiento de querer despegarse de raíz de esa cuna humilde. Será su novio (José Pablo Suárez) quien ponga de manifiesto las fricciones internas: Mariano, literalmente el extremo opuesto de María, es una visita tan ajena que Beto pensará que viene del Polo Norte. Para él, que es tan “camioneta”, esa linda casa es solamente “digna”… “Pero tranquila, nosotros no vamos a vivir acá”, consuela a su novia con la promesa de un futuro en Florida.

La apuesta de la Compañía Banfield Teatro Ensamble era en un principio más incomodante, dado que la función se realizaba en un departamento con capacidad para veinte personas que formaban parte de la escena. Más tarde adaptaron una sala del Camarín de las Musas para restituir esa proximidad entre actores y espectadores. Actualmente la obra se encuentra en El Picadero, con un formato convencional, que sin embargo alcanza fastidiar al público con su indiscutible veracidad.

Salimos con muchas preguntas repiqueteando. Habrá quien se haya visto reflejado con magnífica ironía en cualquiera de los integrantes de esta familia y se haya vuelto a casa reconsiderando algunos secretos. Habrá, asimismo, quien recapacite sobre los estigmas de la locura y la hipocresía habitual de no ver la viga en el ojo propio. Vuelve el símbolo de la camisa en todas sus variantes: planchada, manchada, de vieja, de fuerza…

Recuerdo las palabras de un prócer del rock nacional: “Este mundo te dirá por siempre que es mejor mirar a la pared”. Le contesto mentalmente que menos mal que existe el arte para encontrar los puntos de quiebre que nos hagan mirar para adentro y no salir ilesos de la sala.

Ficha Artístico/Técnica

Autor: Nelson Valente
Intèrptetes: Soledad Bautista, Gabriel Beck, Ricardo Larrama, Julián Paz Figueira, José Pablo Suárez, Lide Uranga
Escenografía: Luciano Stechina
Fotografía: Mariana Fossati
Asistencia de dirección: Mariana Fossati
Dirección: Nelson Valente

TEATRO EL PICADERO
Pasaje Santos Discepolo 1857 
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Web: http://www.facebook.com/teatropicadero
Entradas desde: $ 180,00 - Sábado - 22:30 hs - Hasta el 14/03/2015 
Entradas desde: $ 180,00 - Miércoles - 20:30 hs - Hasta el 11/03/2015 
Entradas desde: $ 180,00 - Viernes - 22:30 hs - Hasta el 13/03/2015 


Socilto de Otoño de Sebastián Bayot, interpretado por Ana Padilla, por Teresa Gatto