Maderna, el hombre que se transformaba demasiado



Excelente propuesta musico/teatral para una versión libre de un relato de Alejandro Dolina, a cargo de Luis Rivera López y Ana Kantemiroff, en teatro La Ranchería.

 

Por Teresa Gatto

“¿Quién me mostrará que él nunca existió,
que yo misma no soy sino una sombra, una silueta entre páginas?”
Macedonio Fernández

 

Buscar. Buscar lo inasible. Buscar a Maderna, el hombre que se trasformaba demasiado. Buscar con cuidado, con aprehensión, con desvelo. Buscar lo desconocido. Porque Maderna puede ser lo que desee.  No es el Zelig que Woody Allen concibió en 1983 y que por falta de aceptación se mimetizaba con aquello con lo que rozaba. No, Maderna necesita transformarse. ¿El resto? El resto busca o se adecua. No hay otra posibilidad. Porque Maderna es además de un espléndido montaje teatral  y musical a cargo de Luis Rivera López y Ana Kantemiroff, respectivamente, una puesta en acto de la necesidad de mutación de la que todos en algún momento de nuestras vidas, sentimos como irrefrenable.

Obviamente, uno no quiere ser un choripán o un jarrón (o tal vez sí, por qué no) . Uno desea ser otro/a. No importa si la razón es filosófica, existencial o sencillamente deviene de un cansancio genuino de  dejar de ser el que uno es  y tropezar siempre con los mismos escollos. De derrapar siempre ante las mismas faltas propias o ajenas. Es más, no se advierte en Maderna ninguna de las necesidades que experimentamos los mortales comunes cuando, defraudados o agotados, decimos “quiero cambiar”. No, en absoluto.  Si fuera un slogan político sería: Maderna es el nombre del futuro. Cambiar para experimentar es la razón del hombre mutador.

El sexteto de voces que dirige Kantemiroff, logra no sólo una entonación fantástica sino que se acopla a actuaciones y climas que derivan de los cambios de ese hombre. Sujeto que experimenta todos los cambios que su libre albedrío demanda y dan como resultado una experiencia teatral nueva. Sí, nueva. Al fin. No es comedia musical. No es una ópera. Es una obra de teatro que encuentra en los distintos ritmos y en las diversas coloraturas de voz de su elenco una suerte de puesta en abismo de lo que Maderna hace, o sea, cambiar. Ellos cambian de ritmo, Maderna de ser.

La escenografía y el diseño de vestuario de Alejandro Mateo, nombrado ya muchas veces en esta portada por sus logradas labores, aportan el exacto impacto que necesita lo que muta y representa. Blancos trastos, coloridos ropajes y el resto es trabajo de dirección, actuación y canto.

Alejandro Dolina nos regaló este texto hace muchos años, cuando nos entregó las "Crónicas del ángel gris", hoy, en La Ranchería, Nicolás Álvarez, Joaquín Coscarelli, Julieta Furszpan, Tomás Viano Kantemiroff, Lucía Pinto, Valentina Villela dirigidos por dos talentosos directores e investigadores teatrales, nos regalan una hora de historia de cambios, de música que adquiere no sólo la polifonía de sus registros, sino de otra polifonía más profunda que es la que nos llevamos como reposición de sentido, en la que cada sujeto/personaje de la obra, encarna  un “yo” social que busca y como la búsqueda es inherente a lo humano, nos deja la misma libertad que Maderna tiene: encontrar el sentido del cambio que para cada quién será distinto pero no por ello menos esperanzador.

 

Ficha Artístico/Técnica

Textos: Alejandro Dolina
Actúan: Nicolás Álvarez, Joaquín Coscarelli, Julieta Furszpan, Tomás Viano Kantemiroff, Lucía Pinto, Valentina Villela
Vestuario: Alejandro Mateo
Escenografía: Alejandro Mateo
Música original: Ana Kantemiroff
Diseño gráfico: Mariel Szlifman
Prensa: Simkin&Franco
Arreglos musicales: Ana Kantemiroff
Producción: Daniela Daverio
Dirección musical: Ana Kantemiroff
Dirección vocal: Ana Kantemiroff
Dirección teatral: Luis Rivera López

Duración: 60 minutos
LA RANCHERIA
México 1152 (mapa)
Capital Federal - Buenos Aires – Argentina
Teléfonos: 4382-5862
Web: http://www.teatrolarancheria.com.ar
Entrada: $ 90,00 / $ 50,00 - Sábado - 21:00 hs - Hasta el 28/06/2014

MAS CENIZA, escrita por Juan Mayorga y dirigida por Adrián Cardozo, por Teresa Gatto