Una versión rusa



La obra de Gustavo Sassi indaga los modos de la tragedia con citas implícitas de los grandes maestros rusos y un texto de lograda poesía.

Por Teresa Gatto

“Hay que querer hasta el extremo de alcanzar el fin;
todo lo demás son insignificancias”
F. Dostoievski

Es de noche y hace frío. En Rusia el frío es una instalación no una intervención. Por eso coexistentes pero ajenos, los personajes de Una versión rusa, logran (in)comunicarse porque forman parte de otras tragedias, anteriores, añejas. Corrió mucha vodka ya y seguirá corriendo porque la borrachera también es añeja. Es una borrachera de étil y soledad.

¿Importa acaso que el soldado llegue antes de lo que puede ser su última noche? ¿O que su amante fragmente su discurso y su accionar? Están solos y sin embargo a contra escena y a contraluz un par de amantes gozan y disfrutan. Tal vez, es porque son jóvenes, tal vez es porque son ingenuos. Tal vez es porque la tragedia es comedia más tiempo.

Hambre, desventura que duele. En el cuerpo y en la psiquis. Un hambre tan añeja y tan pertinaz que viene desde el origen de los tiempos, como el vodka y la soledad. Así , elegir con quién transcurrir la vida resulta un imposible pero se puede hacer una poética del hambre porque, ésta, no es una instantánea que abona el drama, es mucho más.  El la conidicón de posibilidad de decidir cómo ser feliz o desdichado por siempre.

Pero en la obra se Sassi lo poético del texto encuentra un modo en el decir de los personajes que impacta en el corazón de la platea.  No hay golpes bajos a menos que se asuma lo poético como un golpe que acierta en el nudo de la existencia.

EL diseño de vestuario y escenografía de Alejandro Mateo, junto al diseño lumínico de Luis Rivera López, colaboran con la narración/representación en la que el frío de la soledad se conforman un un signo que no se separa jamás del gran signo, por ello, las palabras de Sassi son elocuentes al máximo: “La obra nace del deseo de trabajar con pasiones intensas que exigieran la actuación para que respondiéramos con verdad y poesía. Me gusta el teatro que deja descansar la calavera para sostener en su lugar una brasa ardiendo, un fragmento de meteorito, un corazón humeante o una antorcha, me interesa  todo, todo me inquieta, solo deseo que queme y sea urgente”

Urgente como el hambre, urgente como la soledad, urgente e inminente como la necesidad de poetizar la pasión, los trabajos actorales de Claudia Tomás como Aliena que no logra controlar nada y lo hace organicamente, de Mónica Felippa como Olga que tiene un decir que exalta y si es posible aún, mejora el texto, de Carolina Sturla como Luba, fresca y con destino previsible,  Alejandro Cardozo como Antosha, de buena labor y Nicolás Van de Moortele  como Igor, en un buen trabajo de interpretación,  no conforman una suma de invidualidades sino un signo enorme y espeso denominado Teatro para ejercitar y re pensar cómo el arte sagrado debe vérselas con lo riesgoso y no con la ya dado.

Ficha Artístico/Ténica

Dramaturgia y Dirección: Gustavo Sassi
Intérpretes: Intépretes: : Claudia Tomás, Mónica Felippa,  Carolina Sturla, Alejandro Cardozo, Nicolás Van de Moortele
Vestuario: Una versión rusa y Alejandro Mateo
Escenografía: Alejandro Mateo
Diseño de luces: Luis Rivera López
Realización de objetos: Osvaldo Walter Melián
Máscara: Pupi Carmona
Fotografía: Agostina Centurión
Diseño Gráfico: Martín Casanova
Prensa: Más Prensa
Colaboración autoral: Camila Sassi
Dramaturgia y Dirección: Gustavo Sassi

Funciones: Viernes a las 21

Espacio Cultural Urbano
Acevedo 460, Villa Crespo, Ciudad de Buenos aires
Reservas: 4854-2257
Entrada General: $ 80

La presente crítica corresponde a la función del día 21 de marzo de 2014.

Los Compadritos, de Roberto “Tito” Cossa, dirigida por Gerardo La Regina. Por Teresa Gatto.