La obra escrita y dirigida por Mariana Mazover expande el universo posible de la infancia con enormes actuaciones y un texto exquisito.
Por Teresa Gatto
"Amanece
y ya está con los ojos abiertos"
J.J. Saer
Hace poco más de un año Mariana Mazover dejó aquí las huellas de su trabajo escriturario y de montaje de lo que sería luego Esquinas en el cielo. Recientemente reestrenada, la obra resulta una brillante oportunidad para revisar no sólo el andar de la dramaturgia que no se conforma con lo heredado sino que sale detrás de esa quimera de lo nuevo.
Mazover ya había abordado el terreno de la re escritura que no es igual al de la adaptación en El cerco de agua y Piedras dentro de la piedra. En ambos casos, el resultado además de mostrar la calidad de la pluma de Mazover para merodear lo álgido y salir airosa en una nueva estructura del texto, mostró su calidad de directora.
Esquinas en el cielo, es una historia absolutamente original en la que intervienen un mix de géneros que siempre conllevan un riego enorme. Vérselas con el fantástico al que se le agrega lo siniestro es tarea de la que no cualquier escritor sale airoso. Aquí el logro mayor es que la belleza del texto (sí, la belleza de lo siniestro), jamás subsume a lo representado.
Veamos, Lucrecia, una niña detenida en el tiempo, o sea, una “no niña” espera el regreso de su madre muerta, encerrada en un subsuelo. Su micromundo es un “no lugar” porque es también artificial. La llegada de Adela quien deberá hacer las veces de su institutriz devela una serie de anomalías que el padre de la no-niña ha sostenido desde hace mucho tiempo. De este modo, nada es lo que es y no hay final de invierno en que nada retorne.
Alejandra Carpineti ceñida, ella toda, en un vestidito de un no tiempo, desgrana la existencia de su Lucrecia con una calidad actoral notable, porque justamente en lo siniestro, empecinarse en ser lo que no se es, termina siendo parte de su devenir de develaciones y esperanzas fallidas. Sus muñecas, su baúl escondite, su no ventana le son inmanentes. Lala Mendia, compone a su Adela repleta de matices en un gran trabajo toda vez que debe cambiar de registro para bailar el baile que imponen la no niña y su padre. Mendía logra cautivar la atención cuando juega el juego del miedo y cuando hace como que sigue el juego. Daniel Begino, el padre en cuestión, maneja la ambigüedad de un modo sutil y preciso para ser padre, amo, victimario y vampiro, sus apariciones siembran de inquietud la escena.
Freud se refería así a lo siniestro: “La voz alemana «unheimlich» (siniestro) es, sin duda, el antónimo de «heimlich» y de «heimisch» (íntimo, secreto, y familiar, hogareño, doméstico), imponiéndose en consecuencia la deducción de que lo siniestro causa espanto precisamente porque no es conocido, familiar. Entonces insertar lo siniestro dentro de una estructura familiar sostenida sólo desde el fantástico como género y desde la propia inmanencia de la obra, resultan un logro fascinante de la puesta de Mazover en las que Carpineti, Mendía y Begino se lucen cuando, orgánicos al máximo, profieren sus parlamentos y producen esa inquietud que en más de una ocasión despierta hilaridad y risa en el espectador porque esa es la única válvula de escape de la asfixia de ese micromundo en el que voyeristas espiamos.
Pía Drugueri acierta como siempre en el diseño de vestuario y Féliz Padrón arma un espacio escenográfico que se acopla al espacio escénico sin trabas, ese es el universo de mentira develada, de infancia diferida y de juegos poco convencionales en el que las criaturas de Mazover se mueven para conmover al espectador.
Excelente trabajo de los que nos parecen tan jóvenes y se desempeñan como viejos sabios.
Ficha Artístico/Técnica
Dramaturgia: Mariana Mazover
Intérpretes: Daniel Begino, Alejandra Carpineti, Lala Mendia
Diseño de maquillaje: Ana Pepe
Diseño de vestuario: Pia Drugueri
Diseño de escenografía: Félix Padrón
Música original: Mariano Pirato
Fotografía: Luiza Lunardelli
Asistencia de escenografía: Mauro Petrillo
Asistencia de dramaturgia: Ornella Dalla Tea
Asistencia de dirección: Camila Peralta
Producción ejecutiva: Natalia Slovediansky
Nota: la presente crítica corresponde a la función del día martes 25 de febrero de 2014 realizada en La Carpintería, Jean Jaures 858 (mapa), Ciudad de Buenos Aires.
Las funciones tendrán lugar los domingos a las 19:00, hasta el 27/04/2014