Exiliados (Heridos de amor)

 



Basada en una obra de James Joyce, la versión escrita y dirigida por Claudio Ferrari, se arriesga con un texto complejo a subir a escena en el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini.

por Carlos Folias

Claudio Ferrari ha adaptado el texto Exciles de James Joyce (1882-1941) conocido por todos por su monumental obra Ulysses y estimado por Borges como uno de los primeros escritores de nuestro tiempo.  Con el título de Exiliados (Heridos de amor) y con la inclusión de fragmentos de Cartas de amor a Nora Barnacle, Ferrari ha encarado el arduo camino de llevar a escena una obra compleja, considerada por muchos como autobiográfica y tal vez una de las menos logradas de Joyce.

Escrita en plena Primera Guerra Mundial y en la que algunos creen notar la influencia de Ibsen, Exiliados es la única obra teatral (por lo menos la única sobreviviente) escrita por el famoso escritor irlandés. La pasión y el deseo, el matrimonio, el amor libre y la crítica a ciertos valores sociales en los que la mentira y el ocultamiento son moneda corriente constituyen el eje central de la trama.

Nos dice la gacetilla “…manifiesto anarquista sobre la pasión y el sexo. Una historia de amor entre cuatro personajes, que debatidos por el deseo, intentarán dilucidar hasta qué punto es posible la libertad total en las relaciones amorosas. Dos parejas y la invitación a descubrir qué hay de oculto en cada uno de ellos. Amortajados, intentarán dar con  la verdad absoluta entre los difusos caminos de la mentira. ¿Es posible la libertad total en el amor erótico?“

Las relaciones amorosas han sido siempre el eje de los dilemas más diversos. Atravesados por siglos de oscuridad e hipocresía y abonados por la nefasta influencia de inquisidores de toda calaña y en todas las épocas, el amor, el deseo y el sexo, reductos particularísimos de la condición humana han sido y continúan siéndolo, paradójicamente, los ámbitos de menor libertad. El texto de Joyce, menos dramático que pretencioso, no logra constituir un manifiesto anárquico en tal sentido pero al menos alcanza a situar el tema en el ámbito de la discusión, que no es un resultado menor.

Los exilios son siempre dolorosos. Junto a los cuerpos que mudan van los amores, los sueños y todo lo que consideramos nuestro. Un extrañamiento de lo cotidiano que produce marcas imborrables. Pero hay muchos tipos de exilios y no siempre está claro cuál es nuestro lugar en el mundo y hasta dónde es posible y se nos permite avanzar. Y no estamos hablando de geografías sino de sentimientos.

En Exiliados (Heridos de amor) ninguno de los personajes parece estar cómodo en el lugar que ocupa. Ni desde la acción ni desde la palabra. El texto espectacular se presenta en algunos momentos como un relato histérico y en otros, perverso, en el que siempre flota la sensación de que algo va a pasar pero se queda ahí, se insinúa pero nunca llega a concretarse. Una tensión dramática que se diluye rápidamente y que junto a la ausencia de un conflicto claro logra confundir al espectador restándole peso dramático a la puesta.

Curiosamente, un texto escrito para ser representado y que se pretende disruptivo, termina ofreciendo en escena más retórica que acción. Faltan excesos que sacudan la trama y sobran límites. Límites que nadie parece dispuesto a saltar. Actitud masturbadora que nunca concreta el placer perseguido y termina huyendo, alejándose, exiliándose voluntariamente. Eternos exiliados emocionales que buscan retornar a un lugar que nunca les ha sido propio o al menos, en el que la libertad se haya ausente. ¿Puede haber libertad en el amor? Sí, es imprescindible. Justamente la falta de ésta es la que termina matándolo.

Nora (Maia Francia) está casada con Ricardo (Camilo Parodi) y es deseada por Roberto (Tony Lestingi) amigo de Ricardo. Éste, no se opone a la relación de Roberto con su esposa y a la vez seduce a Beatriz (María Dimaio) prima de Roberto. Tanto Lucía (Franca Ferrari) hija del matrimonio como Brigid (Silvina Trawier) que trabaja en la casa, serán testigos de un desarrollo complicado.

Actuaciones parejas en un buen nivel. Tanto Camilo Parodi como Tony Lestingi les otorgan a sus personajes singulares matices que los construyen con claridad y precisión. Lo mismo ocurre con María Dimaio quien lleva al máximo las posibilidades de su personaje. Rol que, si Joyce hubiera querido o Ferrari imaginado, podría haber alcanzado mayor intensidad pero que aquí termina desdibujándose. Nos hubiera encantado ver en el escenario la potencia de una mujer seducida por un hombre y dispuesta a satisfacer su deseo. Precisos trabajos de Silvina Trawier y de Franca Ferrari que complementan y permiten el sólido desarrollo de la trama.

Un párrafo aparte merece la actuación de Maia Francia, una de las mejores actrices de la actualidad. La hemos visto innumerables veces. Entre ellas, la recordada Minetti, junto al maestro Gené en el 2009 y últimamente en Otros Gritos, en Golpes a mi puerta y en Los hechizados.

Francia le otorga siempre a sus personajes la dosis justa de humanidad que les permiten dejar de ser fantasmas literarios y cobrar vida en el escenario con un plus de intensidad inmejorable. En el rol de Nora, se constituye en el eje del deseo de dos hombres manejándose con total soltura, exhibiendo el brillo y la pasión necesaria para ser, en potencia, el hipocentro de un volcán. Y Maia Francia estalla. Pero es la actriz la que lo hace. La que eleva al máximo un personaje y un texto que si explotara en acciones le volaría la peluca al señor de la primera fila.

Pero esto no pasa. Claudio Ferrari al leer a Joyce ha construido un sentido distinto y los actores cumplen y logran plasmar en el escenario lo que parece que el director espera de cada uno de los personajes. Un gran desafío el de llevar a escena un texto difícil que, aunque concebido para el teatro, podría haber sido una intensa novela o cuento. El resultado es una puesta ordenada, prolija, donde todo parece estar en su lugar. La escenografía, el vestuario, la iluminación, todo redunda en una monotonía acorde con el texto enunciado. Lo otro, lo que corre por debajo, se insinúa pero no deja verse. Si ocurriera, saldría humo del escenario pero ésa, ya sería otra historia.

 


Ficha Artística/Técnica:

Autor: 
James Joyce
Interpretes: Camilo Parodi (Ricardo), Maia Francia (Nora), Tony Lestingi (Roberto), María Dimaio (Beatriz), Silvia Trawier (Brigid) y Franca Ferrari (Lucía)
Escenografía: Jorge Ferrari
Iluminación: Ariel del Mastro y Tony Lestingi
Vestuario: María Dimaio y Maia Francia
Producción: Eduardo Tatay
Asistencia de Dirección: Agustina Iparraguirre
Versión y Dirección: Claudio Ferrari

Nota: la presente crítica corresponde a la función especial del día lunes 17 de febrero de 2014 realizada en el Centro Cultural de la Cooperación Floreal GoriniCorrientes 1543 (mapa), Ciudad de Buenos Aires.
Las funciones tendrán lugar en la sala “Raúl González Tuñon” los viernes y sábados a las 23, hasta el 12/04/2014. http://www.centrocultural.coop


Los Compadritos, de Roberto “Tito” Cossa, dirigida por Gerardo La Regina. Por Teresa Gatto.