Por Teresa Gatto
"Así de manera fiel conté la historia hasta el fin;
es la historia de Caín que sigue matando a Abel"
J. L. Borges
Lejos estaba el ambicioso Ricardo III de saber que la modernidad lo encontraría con un sencillo ADN, cuando hace pocos meses sus restos fueron hallados en un estacionamiento de Leicester, donde se hallaban en 1497 los Campos de Bosworth y su castillo. Y, aunque muchas páginas se han escrito sobre la tetralogía shakesperiana de la que Ricardo III es el cierre compuesto por las tres de Enrique VI, podría decirse que en términos de tragicidad es la más lograda.
En el caso de la versión libre de Alfredo Megna, Ricardo es un seductor, no un informe ser como en el original, como bien señalaba Jean Baudrillard “La seducción nunca es del orden de la naturaleza, sino del artificio – nunca del orden de la energía sino del signo y del ritual”. Por ello, Ricardo III encarnado muy solidamente por Martín Ortiz, apelará a cuanto artificio encuentre a su paso para lograr su objetivo.
Nada lo detiene porque Lady Ana, en un buen trabajo de Marcela Fraiman, es volátil y/o ambiciosa. Sus duelos son efímeros y su ambición, aunque escondida, existe de modo ilimitado.
Ricardo III encontrará en su esbirro, interpretado por Leonardo Odierna y en Sir Buckingham, en la piel de Fernando Migueles, una dupla orgánica y bien plantada actoralmente y dispuesta a todo por lograr el ambicionado trono. Todos ceden a la codicia.
Lo interesante de la puesta de Megna es el espacio escénico que (diseño de Jorgelina Herrero Pons), conformado por una suerte de andamio con diversos desniveles, permite una puesta en abismo de los ascensos y descensos de los personajes. Sea para llorar sobra la sangre derramada, para mostrar un triunfo o derrota o para casi caerse de él porque el poder excluye, aunque el ambicioso crea lo contrario y se aferre a sus contornos o resquicios.
Ese mismo espacio escénico, muy transitado por los personajes, es el contendedor de un texto que bien adaptado permite que la obra de W. Shakespeare, escrita hacia 1593, se vitalice porque como bien señaló Harold Bloom, refriéndose a Freud, ya todo estaba en el genio de Stratford-Upon-Avon, sólo había que ponerle nombre a la patología y Ricardo III es un sociópata de esos que hoy por hoy se pueden ver en muchos espacios en los que se juegue el temible juego del poder.
Acertada osadía de entrometerse con Shakespeare y salir airoso.
Ficha Artística/Técnica
Autor: Alfredo Megna
Elenco: Marcela Fraiman, Fernando Migueles, Leonardo Odierna, Martín Ortiz
Vestuario y diseño de escenografía: Jorgelina Herrero Pons
Diseño de arte: Tomy Megna
Fotografía: Lucas Maccione
Asistencia de dirección: Maia Masciovecchio
Producción: Crisol Teatro
Dirección: Alfredo Megna
Funciones: Sábados a las 21:00
Entrada libre
Reservas: crisolteatro@gmail.com
El Crisol
Arismendi 2658 (mapa)
Ciudad de Buenos Aires, Argentina
Tel.: 4523-7605
http://www.crisol.org.ar