Granos de uva en el paladar, cuando el olvido no es una opción

 

La obra escrita y dirigida por Susana Hornos y Zaida Rico constituye una excelente puesta teatral que con una contundencia demoledora conmueve las raíces más profundas de eso que llamamos Memoria, Justicia y Verdad.

Por Teresa Gatto

A Piedad, Feliciana y Teresa Arranz García, cuya infancia y adolescencia fue quebrada por el monstruísimo cuando apresó a su padre.

Podría dividir esta nota en dos partes. Entonces lograría hablar separadamente de una puesta sumamente cuidada, de enorme poesía y actuaciones excelentes y de los crímenes del franquismo. Pero esto es imposible. Una concepción del lenguaje y el Arte escindida de lo ideológico me resulta una quimera. No hay obra de arte que no conlleve una marca ideológica. Aquí, allá y en todas partes. Y esto no significa ni consigna, ni propaganda ni adoctrinamiento. La cuestión es mucho más sutil. Tanto que muchos espectadores conmovidos o divertidos, advierten mucho después o jamás, el contexto de producción y circulación de un hecho estético.

Un cuerpo inerte se halla tendido, dos tercios de la puesta, sobre el escenario rojo, de paredes rojas. Un cuerpo muerto como sinécdoque de todos los que aún no han sido hallados. Ese cuerpo, que perturba al espectador, es el cuerpo de un desaparecido y también puede ser el cuerpo social indiferente de una de las dos Españas, la que no quiere saber.

Pero comencemos por el principio. Rumores y pases, la tauromaquia se instala en el espacio como el primer indicio. Tres historias se enlazan en Granos de uva…, la de los amores de Paco y Chusa, que quiere más y no se conforma con ser esposa que sepa de cocidos y zurcidos, ella desea aprender a leer y aprende. Y puede advertir como todo se ha partido en dos a partir del régimen que triunfa en la Guerra Civil.

En el centro de la puesta está la historia de Adelina, la cocinera del penal, cuando las cárceles ya están repletas de insurrectos que no se han conformado y han querido burlar a la represión que desde el centro del poder somete a España. Todo está partido en dos, los pueblos, los ríos, el pan, las almas, la España toda. Pero aún es posible "comerse" una bandera republicana.

Y como síntesis, el cuerpo que yacía inactivo en el rojo suelo del escenario regresa de entre los muertos para preguntarse si lo han olvidado. Es Miguel Corral del Prado que ha vivido 17 años y lleva 75 de muerto. “El verdadero cementerio es la memoria” le dice Rodolfo Walsh a su hija Vicky en su carta de despedida. Y Miguel descubre que para él no existió el olvido.

La puesta de Susana Hornos y Zaida Rico, apela a lo más emblemático de la hispanidad tal como está instalada en nuestra sangre o imaginario. Pero en su poesía acuna además de imágenes de gran belleza visual, una suerte de golpes que llevan a la ética a no poder esquivar el encierro porque su matador es la conciencia que acorrala a la indiferencia.

De este modo arma una constelación que apremia y conmueve. Coreografías que acompañan la diégesis, un uso del vestuario impecable en el que la prenda emblema es un trozo de tela que puede ser pañoleta, fusil, hábito, banderilla o delantal y la ausencia absoluta de trastos hacen que las seis actrices se desdoblen en dos o tres personajes, asumiendo incluso el género masculino sin que nada perturbe lo representado. Aquí lo que se vuelve a presentar es una cosmogonía cuya estructura son más de 80 años en los que una región se debatió y debate aún por saber el cómo y el dónde de sus muertos, mientras una parte de sí misma se niega a juzgar a sus genocidas.

Tal vez Miguel Corral del Prado haya sido asesinado porque de tanto verlo con su amigo lo han creído homosexual, tal vez alguien haya sido encarcelado en su obstinación de continuar hablando catalán o gallego, negándose a hablar la lengua del poder que limpia, fija y da esplendor (como postulaba la RAE). Tal vez ayudó a alguien a escapar. Tal vez, tal vez, tal vez. Lo cierto es que no hay tumbas de la gloria, hay fosas comunes, hay, aún, muchos desparecidos y muchos ciegos, sordos y mudos.

Por ello, para las tres funciones que quedan en El extranjeroGranos de uva para el paladar se constituye en un ejercicio de doble sentido. Por un lado la excelencia de sus trabajos actorales y de dirección y por otro, la comprensión de una cuestión que no nos resulta ajena.

¿Cuánto tiempo necesitamos para poder poner en ejercicio pleno la Memoria, la Verdad y la Justicia? Mucho, pero hemos podido hacerlo y es mejor tarde que nunca.


En esta nueva y tercera etapa de funciones, se hicieron presentes en la sala los familiares y activistas de la Querella que se lleva adelante para juzgar a los criminales del franquismo. Por ello además de recomendar fervientemente este hecho teatral dejamos copia del documento que nos fuera entregado en la sala, en el siguiente link: "Ayer por nosotros, hoy por vosotros"



Ficha Artística/Técnica

Dramaturgia: Susana Hornos, Zaida Rico
Actúan: Lorena Carrizo, Susana Hornos, Maday Méndez, Ana Noguera, Zaida Rico
Vestuario: Néstor Burgos
Iluminación: Mariano Arrigoni
Caracterización: Néstor Burgos
Diseño de escenografía: Alejandro Mateo
Realización de escenografia: Chinthia Chomsky
Música original: Gonzalo Morales
Fotografía: Akira Patiño
Diseño gráfico: Sergio Calvo
Asistencia general: Daniela Romero Pasin
Prensa: Marisol Cambre
Producción ejecutiva: Hornos&Rico
Coreografía: Antonio Luppi
Dirección: Susana Hornos, Zaida Rico

Funciones: Viernes de octubre a las 21hs

Teatro El extranjero
Valentín Gómez 3378
Ciudad de Buenos Aires, Argentina
Localidades $80,- Estudiantes y jubilados: $60,-

Más info:
Puesta en Escena: "Granos de uva en el paladar" y "Pinedas tejen lirios"
Blogspot: www.granosdeuvaenelpaladar.blogspot.com.ar
Facebook: Granos de uva en el paladar
Twitter: @en_el_paladar


Los Compadritos, de Roberto “Tito” Cossa, dirigida por Gerardo La Regina. Por Teresa Gatto.