Celebración del Día Mundial del Teatro en el Cervantes



El 3 de abril en la Sala María Guerrero tuvo lugar el acto organizado por el Centro Argentino del Instituto Internacional del Teatro -UNESCO-, con la participación de Argentores, la Asociación Argentina de Actores y el Teatro Nacional Cervantes.

El 27 de marzo de cada año se celebra el Día Mundial del Teatro en los 98 países de los 5 continentes que forman parte del Instituto Internacional del Teatro, organización sin fines de lucro dependiente de la UNESCO y que tiene como objetivo la difusión del teatro en el mundo.

En Argentina, nuevamente el Teatro Nacional Cervantes fue sede de los festejos que se realizaron el 3 de abril en la Sala María Guerrero y al que fueron convocados numerosos artistas que representaron para el público presente momentos significativos de la escena nacional.

“Pepino el 88”, por Claudio Da Passano
“Mi noche triste”, tango, por Alejandra Radano
“Las de Barranco”, de Gregorio De Laferrère, por Lidia Catalano y Rita Terranova
“Florencio Parravicini”, por Víctor Laplace
“Grupo Fray Mocho”: Los casos de Juan de B. Canal Feijóo, por Julián Howard Roberto Saiz

La escenografía estuvo a cargo de Carlos Di Pasquo y la dirección general de Román Caracciolo.

En cada ocasión, una personalidad del teatro internacional escribe un mensaje que se lee en los escenarios del mundo. Este año dicho mensaje fue escrito por Darío Fo [1] y su lectura estuvo a cargo del director, investigador y profesor Francisco Javier.

Por su parte, el mensaje nacional estuvo a cargo del director teatral y maestro de actores Agustín Alezzo.

 



 

Historia del Día Mundial del Teatro
El ITI fue creado por delegados de nueve países en Viena en 1948. Allí se fijaron los mecanismos que lo pondrían en actividad. Uno de ellos, los congresos que se realizarían en distintos países cada dos años, y el Teatro de las Naciones, Festival de la escena que reuniría las mejores expresiones teatrales de cada país. El primer Festival se llevó a cabo en París en 1955, precisamente, el 27 de marzo. El Festival resultó un evento artístico de gran magnitud: París pudo ofrecer a su público las producciones teatrales de 18 países. Desde una butaca el espectador pudo viajar sin moverse y asistir a la representación de espectáculos de Londres, Atenas, Berlín, New York... Para el espectador fue ésta una situación de privilegio.
Poco tiempo después, para conmemorar este feliz evento, el delegado de Finlandia propuso que el 27 de marzo fuera declarado Día Mundial del Teatro.
Desde entonces, cada ciudad del mundo celebra en este día la trascendencia humana y artística que emana de la actividad teatral.

AUTORIDADES:
Argentores: Roberto Cossa, presidente
Asociación Argentina de Actores: Alejandra Darín, presidenta
Teatro Nacional Cervantes: Rubens Correa, director general
Centro Argentino del ITI: Pepe Soriano, presidente

 


[1] International Theatre Institute ITI - World Organization for the Performing Arts

Día Mundial del Teatro 2013 - Mensaje de Darío Fo

Hace tiempo, el poder resolvió la intolerancia que sentía hacia los actores expulsándolos del país.
Hoy tanto a los actores, como a las compañías teatrales, les resulta difícil encontrar espacios teatrales y público, todo ello a causa de la crisis.
Los gobernantes ya no se preocupan por controlar a quienes se expresan con ironía y sarcasmo, dado que los actores no cuentan con espacios ni con un público al cual dirigirse.
Lo contrario sucedía en el Renacimiento en Italia, donde los gobernantes tenían que esforzarse para mantener controlados a los actores, ya que reunían gran cantidad de público.

Es sabido que el gran éxodo de los integrantes de la Commedia dell’Arte se produjo en el siglo de la Contrarreforma, que decretó el desmantelamiento de todos los espacios teatrales, especialmente en Roma, donde se los acusó de ofender a la Ciudad Santa. El Papa Inocencio XII, ante las presiones del ala más retrógrada de la burguesía y de las máximas autoridades eclesiásticas ordenó, en 1967, la eliminación del teatro de Tordinona en cuyo escenario, según los moralistas, se había representado la mayoría de los espectáculos obscenos.

En la época de la Contrarreforma, el Cardenal Carlos Borromeo, destinado a cumplir funciones en el norte de Italia, se dedicó a la redención de los niños milaneses, estableciendo una clara distinción entre el arte, como la máxima expresión de educación espiritual, y el teatro, como la manifestación de lo profano y de la vanidad. En una carta dirigida a sus colaboradores, se expresa -según recuerdo- en los siguientes términos: “Los que estamos resueltos a erradicar las malas hierbas hemos hecho lo posible por quemar los textos que contienen discursos infames, para extirparlos de la memoria de los hombres y, al mismo tiempo, perseguir a todos aquellos que divulgan esos textos impresos. Evidentemente, sin embargo, mientras dormíamos, el diablo actuaba con renovada astucia. ¡Hasta qué punto es más penetrante en el alma lo que los ojos pueden ver que lo que pueden leer en los libros de este género! De qué manera la palabra, dicha con la voz y el gesto apropiados, hiere de manera más contundente a los espíritus de los adolescentes varones, y a los de las muchachas, que la palabra muerta impresa en los libros. Por lo tanto, es urgente que en nuestras ciudades erradiquemos a los teatreros, como lo hacemos con las almas indeseables”.

Por eso, la única solución a la crisis es esperar a que haya una gran cacería de brujas contra nosotros y, sobre todo, contra los jóvenes que desean aprender el arte del teatro: una nueva diáspora de actores que, sin duda, a partir de esa imposición, encontrarán ventajas inimaginables para una nueva representación.

Traducción: Natalia Prunes

Los Compadritos, de Roberto “Tito” Cossa, dirigida por Gerardo La Regina. Por Teresa Gatto.