Oliverio, de y por Darío Cortés en Mar del Plata



Un unipersonal distinto, con poesía, cruces literarios y un toque de absurdo muestra como los artistas independientes se abren paso desde y hacia el amor por el Arte.

por Teresa Gatto

Desde la orilla prófuga y otras costas refluye a otro silencio
A otras huecas arterias
A otra grisura
Refluye y se desqueja

O. Girondo

Oliverio Cienfuegos es un hombrecito o un adolescente o un joven o tal vez un viejo ¿Qué más da? Si su apellido remite a fuegos de artificio o a guerras floridas y revoluciones. Si él mismo declara a viva voz que en su interior conviven múltiples personalidades y muchas de ellas se contradicen. Si su nombre evoca al “poeta” martinfierrista en la serie literaria nacional, vanguardista de cuando las vanguardias no se museificaban con tanta velocidad.

El mismo que desafió a sus compañeros de Martín Fierro inaugurando una circulación de sus textos (en la edición de 1925 de 20 Poemas para ser leídos en el tranvía, se lee como paratexto “Edición tranviaria a 20 centavos”) con una clara conciencia de la emisión y circulación de los mismos. En fin, Oliverio, a secas.

Pero nuestro Oliverio, está encerrado, varios males lo aquejan, por un lado el abandono de María Luisa, su amor, que sólo le dejó una cama y por otro su despido del empleo. Oli trabajaba en el correo hasta que alguien descubrió que intervenía la correspondencia de dos amantes que intercambiaban poemas de Girondo.

Oliverio está encerrado y a la vez preparado en su make up entre gótico y payasesco porque sus intentos de salir no cejan pero muchas veces se truncan.

Hay un trabajo que Darío Cortés hace muy bien y es la mezcla de códigos, por eso coexisten, de algún modo, en su espectáculo, la eternidad de los poemas, las reminiscencias al Bartleby de H. Melville, que en un espejo retrovertido encuentra una razón para vivir donde el escribiente se moría por trajinar las cartas de los muertos y también un guiño permanente a las diversas capas de público que sin competencias literarias, que no tienen porqué poseer aunque se pierdan la rosa, pueden leer en esa criatura solitaria. Encerrado, hace un gran esfuerzo por colocarse a tono con las circunstancias que suponen romper lanzas con su ostrascismo y socializar cuando los códigos de la disco, el karaoke y los nuevos modos de relación le son ajenos.

¿Cuánto hace que está encerrado? Tal vez un par de meses, años o una eternidad, no importa. Sólo importa su esfuerzo por encontrar el modo de calzarse alas y echarse a volar. Y Girondo es el poeta ideal para echarse a volar. El cosmopolita por excelencia, el de los 20 poemas, el del Espantapájaros pero básicamente el que jamás se queda quieto.

Entonces, tal vez, Oli, el melancólico, el del maquillaje gótico, casi un emo, consiga el modo de armar un sendero hacia la libertad y así aprehender del poeta y dejar detrás esa agorafobia, pero para saber qué ocurre de verdad en este unipersonal que Cortés escribió, actúa y dirige con aciertos varios, hay que ir al teatro y averiguar por uno mismo lo que los artistas independientes son capaces de transpirar para que su arte autogestionado, festivo hasta en la nostalgia y gratificante por la esperanza final, llegue a muchos, por el boca a boca porque no hay nadie que no tenga algo de Oliverio, de Girondo, de Oli o de Cienfuegos o de todos ellos a la vez.


 

Funciones en Mar del Plata

Sábados a las 23:30
Teatro Liberart
Moreno 2742, Mar del Plata
Tel. 0223-496-2823
http://www.liberartmdp.com.ar

Martes a las 23:30
Teatro El Séptimo Fuego

Bolívar 3675, Mardel Plata
Tel. 0223- 495-9572
http://elseptimofuegoblogspot.com.ar

Entradas Generales $70
Anticipadas consultar en lefrickteatrogmail.com
www.dariocortesweb.com

Los Compadritos, de Roberto “Tito” Cossa, dirigida por Gerardo La Regina. Por Teresa Gatto.