Las lágrimas que me tragué, un unipersonal surrealista

 



La actuación de Marina Castillo y la dirección de Ezequiel Matzkin logran un espectáculo en donde la imaginación y la creatividad marcan la diferencia.

por Carlos Folias

En lo cotidiano, para muchos, la obsesión por el “tener” deviene en una carrera interminable para vencer la angustia de la existencia. Pero las posesiones y la lucha por conservarlas, lejos de calmar la ansiedad parecen contribuir a todo lo contrario. 

No sabemos si influenciada por las antiguas o modernas enseñanzas de los filósofos acerca del "ser" o el "tener" o simplemente por las consecuencias de vivir su infancia junto a su “afrancesada” madre, lo cierto es que Trinity un día decide dejar de sonreír y terminar con los objetos que la atan a un mundo de pertenencias que la obsesiona. 

En poco menos de 40’ que dura la obra, Marina Castillo despliega toda la magia de su personalidad otorgándole un sello propio y particular a este unipersonal surrealista. Su natural predisposición para la comicidad se ve enriquecida por sutiles toques dramáticos. El texto de por sí atrapante se mixtura en una estética que conmueve por el uso creativo de palabras, objetos e imágenes corporales.

Ezequiel Matzkin (Tu ausencia animal), coautor junto a Marina de Las lágrimas que me tragué, contribuye además como director a establecer un juego teatral sumamente creativo potenciando las cualidades de una actriz de gran presencia escénica. Lo de ella es el quiebre de la interpretación fácil, es la palabra o el gesto disruptivo que modifica y enriquece el sentido esperado sorprendiendo al espectador.

“Un día siendo tan solo una niña, Trinity, decidió dejar de sonreír. Le informó a su afrancesada Madre: “No volveré a sonreír”. A partir de allí, todo fue desprendimiento para ella. “Muerte en vida” sentenció el especialista.”

El personaje, se encuentra enmarcado en un dispositivo escénico muy bien logrado que lo contiene y lo limita pero a la vez le permite transitar el escenario, contactar con objetos que lo rodean y establecer un contacto directo con el público.

“Una vida de objetos no es moco de pavo. Deshacerse de esta vida material, aún menos. ¿Por dónde comenzar?...”

Una puesta en escena ideal para aquellos que buscan ver cosas distintas sobre un escenario. Acá no encontrarán una voluminosa escenografía ni el despliegue grandilocuente de efectos especiales pero tampoco el minimalismo de lo simple o esencial. Acá habrá redundancia de sentidos a partir de la palabra, los objetos, la iluminación, los sonidos y el vestuario en una lograda conjunción de creatividad, imaginación y talento. 





Funciones: sábados a las 22:30
VeraVera Teatro
Vera 108 Ciudad de Buenos Aires
Informes y Reservas: 4854-3655
Entrada: $45 Estudiantes y jubilados: $35

Ficha Artística/Técnica:

Elenco
: Marina Castillo
Diseño gráfico: Sol Zambecchi y Mariana Scialino
Fotografía: Rolando Velázquez
Realización de video: Claudio Yamagihi
Realización de trailler: Primer Cajón
Escenografía: Magalí Luraschi y Maximiliano Sans
Vestuario: Daniela Martín
Producción ejecutiva: Candelaria Sesín
Prensa: Simkin & Franco
Asistencia general: Vanina Dubois
Dramaturgia: Marina Castillo y Ezequiel Matzkin
Dirección: Ezequiel Matzkin

Más info: Las lágrimas que me tragué


Los Compadritos, de Roberto “Tito” Cossa, dirigida por Gerardo La Regina. Por Teresa Gatto.