Prefiero que me quite el sueño Goya a que lo haga cualquier hijo de puta



Emilio García Wehbi deconstruye con hidalguía las formas compulsivas del consumo y se atreve a repudiar aquel teatro que abandona toda su capacidad critica.

por Julia Laurent

Wehbi* persiste en la necesidad de que solo la aparición de nuevos cínicos salvará al teatro, ellos capaces de dar batalla con lucidez serán hábiles para contradecir, insistir y vapulear formas y costumbres tan arraigadas como naturalizadas.

Prefiero que me quite el sueño Goya a que lo haga cualquier Hijo de puta expone un Emilio García Wehbi sobrepuesto al abismo que describe el sabor amargo que puede dejar el teatro, un Wehbi que miembro de un circuito especifico del teatro se ironiza y nos intima a todos, un director atravesado por contradicciones bien argentinas, un tipo como muchos capaz de dar cuerpo a un personaje apesadumbrado por Disney.

Un Wehbi intérprete fresco y capaz de transformar las certezas en pequeños artefactos de biblioteca.

En esta obra recupera a Rodrigo García un autor olvidado durante mucho tiempo por la escena porteña, pero además en su decisión estética se atreve a plantear los costos y principios para una ética cínica a través de fragmentos de "Critica de la razón cinica" del filósofo alemán Peter Sloterdijk.

“A partir de la súbita toma de conciencia acerca de la situación del personaje que narra, y a partir de su decisión de invertir todo los ahorros de su vida en la ida al Museo del Prado en Madrid a ver las pinturas negras de Goya y contratar al filósofo alemán Peter Sloterdijk para que le dé su visión del mundo, el intérprete nos sumerge en su universo caótico y despiadado a través de la provocación y el lenguaje afilado”  indica la sinopsis.

Como un núcleo en permanente crisis aquí el sentido escénico se construye en distintas tramas y dispositivos que proyectan una serie de conceptos tan cautivantes como transformadores. No existe la pasividad en un sentido unívoco y consecuente. 

Cómplice de la contradicción, Wehbi elige reivindicar aquel signo primitivo que olvidamos como nuestro.

Referencias permanentes a distintos animales transitan toda la puesta.
"¡la biblioteca nos sigue funcionando!" se ha derrumbado todo pero la esquizofrenia y el legado aún siguen operando.
Entre ruidos y murmullos de campo un Wehbi vestido de Gorila sabe abrumar al público con el poder intacto de lo simbólico. Libros enteros van y vienen en manos de este mono loco que es él y es entonces todos nosotros.
La cultura edificante contenida en los libros nos sigue funcionando como una maquinaria déspota que desmantelada aún sigue proveyendo conceptos y augurios.

El lugar de la ilustración tanto tiempo reivindicado solamente para ser funcional a un estado de convivencia perverso entre los seres humanos. 

Prefiero que me quite el sueño Goya a que lo haga cualquier hijo de puta es un grito indiferenciado que a su antojo increpa no solo a  ingenuos  creyentes de que el arte mejorará su vida en algún sentido. Sino  también, a aquel grupo reducido en el que Wehbi se incluye en una autocrítica voraz sobre los comportamientos del avant -garde del teatro porteño convertidos muchas veces en fórmulas de moda huecas.

La pregunta por el arte como bien de consumo y nuestro afán de practicarlo queda claro en la suculenta sátira del intérprete y su relación con el momento más sórdido de Goya, en intervenciones plásticas que se proyectan en algunos momentos de la obra.

Lo mismo que su registro actoral, lejos de ser mimético atraviesa y expone la artificialidad con contundencia.

De allí que el relato esta compuesto por distintas referencias a un universo primitivo que intenta revelarse. La disposición errática de no creer en la normatividad, de burlarse con el más obsceno y eficaz sarcasmo.

Emilio García Wehbi es un militante de larga trayectoria en la búsqueda de nuevas perspectivas y enfoques de la escena teatral, siempre proporcionando la ironía necesaria para desprenderse de cualquier pretensión de verdad absoluta. Generando un estilo incisivo que inquieta y cautiva.

"Hay que hacer algo. Sin preocuparse por las consecuencias. Porque la premeditación es el rasgo que peor han desarrollado los seres humanos, y que no es otra cosa que una montaña de prejuicios sedimentados. Sólo sé que tengo plata en el banco y que debemos hacer algo con toda esa plata ahorrada. Y eso tiene que ser YA" anuncia el intérprete.

Prefiero que me quite el sueño Goya a que lo haga cualquier hijo de puta, forma parte de una trilogía de textos de Rodrigo García que Wehbi planea estrenar en los próximos meses, Agamenón: volví del supermercado y le di una paliza a mi hijo que tiene previsto su estreno en mayo en el Teatro Beckett, y Rey Lear.

Obras que no habrá que dejar de ver para continuar profundizando reflexiones sinceras y propuestas estéticas que lejos de gestos vacíos apelan a la responsabilidad de cada espectador en el fracaso de una sociedad contemporánea desmembrada y ahogada en sus propias reglas.



Ficha Artística/Técnica

AutorRodrigo García
IntérpreteEmilio García Wehbi
Ayudantía de dirección y participación escénicaPablo Ramírez
Escenografíaproducción ejecutiva y asistencia de direcciónJulieta Potenze
IluminaciónAlejandro Le Roux
Imágen y videoSantiago Brunatti
Música y sonorizaciónMarcelo Martinez
Diseño gráfico para el programa y escenaLeandro Ibarra
Asistencia de direcciónJulieta PotenzePablo Ramírez
Producción: Cooperativa Goya
PrensaEzequiel Hara Duck
Pasantía: Fernanda Díaz y Mateo de Urquiza
Dramaturgia, puesta en escena y direcciónEmilio García Wehbi

Funciones: Viernes a las 23:00 hasta el 11/05/2012
Duración: 60'

Timbre 4
Av. Boedo 640 timbre 4 / México 3554 (mapa)
Ciudad de Buenos Aires, Argentina
Tel.: 4932-4395
http://www.timbre4.com
Entrada: $ 60,- Est./Jub. $40,-

 

* Emilio García Wehbi nace en Buenos Aires en 1964. Es un artista interdisciplinario que trabaja en el cruce de lenguajes escénicos. Desde 1989 –año en que funda El Periférico de Objetos, grupo paradigmático del teatro experimental e independiente argentino- hasta la fecha, se ha destacado en sus actividades como director teatral, régisseur, performer, actor, artista visual y docente. Sus espectáculos, óperas, performances, instalaciones e intervenciones urbanas han sido presentados en los principales escenarios, festivales y ciudades del mundo.

Su poética intenta confrontar con las categorías estéticas establecidas, hibridizando las disciplinas de tal modo de que el lenguaje creado no se ajuste a ninguna definición. Su búsqueda formal pretende establecer siempre una dialéctica con el espectador, considerándolo parte activa de la obra, con el fin de que sus montajes sean un espacio para la convergencia de las distintas miradas.

Sus principales trabajos son: Hécuba o el Gineceo Canino (2011), El (A)parecido (2010), Aura (2010), Dr. Faustus (2010), Red Light for Dr. Faustus (2010), Chacales y Árabes (2009), El Matadero. Un Comentario (2009), Heldenplatz (2008), Dolor Exquisito (2008), Jakob von Gunten (I y II; 2008), Moby Dick, oder Der Weisse Wal (2007), El Orín Come el Hierro, el Agua Come las Piedras (2007), Woyzeck (2006); Bambiland (2005), La Balsa de la Medusa (2005), El Matadero (Serie VI, V, IV, III, II, I; 2008-2005), Lucha Libre (2005), Proyecto Filoctetes (4 ediciones: Viena, Buenos Aires, Berlín, Cracovia 2007-2002), Hamlet de William Shakespeare (2004), Anna O. (2004), Moby Dick (2003), Los Murmullos (2002), Sin Voces (1999) y Cuerpos Viles: Museo de la Morgue Judicial (1999); como director de El Periférico de Objetos:  Manifiesto de Niños (2005), La Última Noche de la Humanidad (2002), Monteverdi Método Bélico (2000), Zooedipous (1998),  Máquina Hamlet (1995), Cámara Gesell (1994), El Hombre de Arena (2002), y Ubú Rey (1999).

Como docente, ha brindado cursos, seminarios, workshops y talleres en Japón, Brasil, Australia, E.E.U.U., Escocia, Austria, Alemania, Polonia, Colombia, España, Perú, México y Argentina.
www.emiliogarciawehbi.com.ar

Los Compadritos, de Roberto “Tito” Cossa, dirigida por Gerardo La Regina. Por Teresa Gatto.