Tamara Kiper y el re estreno de Guardapolvos, lunes 5 de marzo

 

Conversamos con la directora y dramaturga acerca del proceso de creación y puesta en escena de su obra que es una apelación a la memoria dentro de la historia familiar e íntima que se expande para inlcuirnos a todos.

Por Teresa Gatto

Quería conversar con Tamara Kiper*, no sólo porque Guardapolvos es una obra maravillosa sino porque es en un punto autoreferencial y a la vez involucra un nosotros amplio, generacional en muchos sentidos pero por sobre todo histórico en el más vasto significado de la Historia de la noche más oscura de la Argentina. Ella llega a Timbre 4 con su ostensible embarazo y un rostro plácido y aniñado que a poco de comenzar a hablar no abandona su rictus pero adquiere las dimensiones enormes de una Mujer que decidió, necesitó, elegió desde su lugar de creadora, de artista, narrar y representar una experencia de vida que es común, lamentablemente, a muchos sujetos de la Argentina pero no por eso es menos particular, íntima y vertiginosa.

P.E.- ¿Cómo laburaste Tamara Kiper? ¿Cómo hiciste con algo tan personal?

Tamara Kiper- Esto no arranca con el proceso de escritura, esto arranca hace más de 33 años, es parte de un trabajo íntimo y personal. Guardapolvos es a donde yo quería llegar porque el teatro es el lugar que amo y desde donde yo hablo. Aunque es personal lo siento como algo de todos nosotros, como una parte de nuestra historia. Quería hablar desde lo más humano, desde adentro de una casa. Quería acercarlo al tema puntual de una persona que trabaja, vive, tiene hijos, le pasan cosas y como continúa la vida de los que lo rodean cuando se lo llevan los militares en el 77. Si yo no hubiera tenido el equipo humano de actrices que tuve, que son las chicas…

P-E.- Geniales las chicas.

T.K- Si... al cual se sumaron asistente, productor y técnico, no hubiera podido. Además de ser una historia personal era la primera vez que escribía una obra de teatro. Creo que aunque no todos tengan una historia igual a la mía, pueden identificarse, porque ese es el aire que todos respiramos en los años de la dictadura.

P.E.- Incluso en los que está oculto y negado. Al que niega lo que pasó se le vuelve fantasmal y es más dañino.

T.K.- Justamente el desafío enorme era como contar desde un lugar personal donde cualquiera pueda entrar, era un desafío gigante y una apertura de mi vida. Me daba mucho vértigo porque que no quería que el tema me pusiera en un lugar de víctima. Esto le pasó a gente, no a extraterrestres y entonces era pensar todo el tiempo ¿cómo lo acerco?. Y charlas, muchas charlas con las chicas. Los ensayos eran muchas veces sentarnos a hablar y yo contarles todo lo que sabía de anécdotas e historias que me fueron contando de mi papá y de cómo fueron cambiando las búsquedas que fuimos haciendo con mi familia, por ejemplo el día que fuimos a ver a los antropólogos forenses, o el día que fuimos hasta la guardia de donde se lo llevaron con mi mamá y mis hermanos a ver dónde ponemos la placa que dice que lo secuestraron de ese hospital el 30 de julio de 1977. Todo lo compartido, las decisiones, los pensamientos en familia y en soledad. Para mí significó algo muy intenso y a la vez muy sano.

P.E.- ¿Liberador?

T.K.- Total, porque por ejemplo en la escuela primaria no podía hablar. No se hablaba del tema. Y de ahí en adelante la vida; con la premisa acechando de que esto no se habla en cualquier lado. No espontáneamente, jamás.

P.E.- ¿Cuántos años tenías cuándo se llevaron a tu papá?

T.K- Tres años. Hice primer grado en 1981 y en 1983 llegó la democracia, pero no se hablaba. Yo crecí y aprendí a inventar para preservarme; preservarnos. En casa hablamos pero afuera no. Y a mí, con tres años, me decían lo que podía entender, que es lo que está en la obra, a papá se lo llevaron unos señores malos. Creo que había algo de percibir el peligro y el terror y aprender a inventar. En la obra las chicas comienzan a inventar toda suerte de muertes y enfermedades, yo hice eso toda la primaria, y nadie me preguntaba nada.

P.E.- Justamente así funciona el aparato del terror generando invisibilizaciones de todo tipo y cuentos acerca de… y también hay una porción de la sociedad que decidió, no pudo, no quiso saber. Pero creo que hay gente que para protegerse decide tapar y todo lo que se tapa fermenta.

T.K.- Lograron congelar a la gente a través del terror y no es casualidad que yo haya hecho esta obra en esta época. En el 2004, Néstor Kirchner hizo bajar el cuadro de Videla y abrió las puertas de la ex-ESMA. Entramos y pusimos una flor en la puerta. Esa fue la primera vez que no me sentí tan sola. Estábamos ahí poniendo una flor que habían llevado los chicos de H.I.J.O.S. cruzamos las puertas de rejas todos juntos, se me aflojaron las piernas, pero estábamos ahí juntos todos esos hijos e hijas con una flor y dejarla en al fin algún lugar.

P.E.- Simbólico el lugar pero alegórico el acto, como casi todo duelo.

T.K.- Es que ese hecho y el cuadro que bajó, y todo lo que vino luego, como los juicios, quebraron una cáscara que estaba congelada y a partir de estos hechos la vida, los pensamientos, las ideas, los sentimientos, volvieron a latir de otra forma.

P.E.- Por suerte, aunque siempre está el tipo que es una roca, un granito y no le entra, no se le filtra nada y dice que esta es una bandera demagógica y etc. La vereda de enfrente (que nunca se sabe cuál es) dice que hay oportunismos en todo hasta en teatroxlaidentidad y que esto funciona porque hay un apoyo gubernamental para que suceda como si todo lo vinculado a la desaparición forzada de personas, a las torturas, apropiación de bebés y de bienes fuera, tuviera que ver con elucubraciones trasnochadas y no existieran. Y tu obra es una apelación a la memoria y eso es valioso.

T.K.- Escribiendo tuve un montón de contradicciones y debates conmigo misma porque la figura del desaparecido no te permite decir era, no decís está muerto, eso que vos mencionás a esta altura de la vida es era tras procesar en medio de la oscuridad de no tener respuestas de nada, hoy digo era, aunque durante muchos años de mi vida soñaba despierta que me lo encontraba.

P.E.- No está vivo ni muerto, no tiene entidad, cuando se dice eso a viva voz, desde un poder tan omnímodo, se desmorona la categoría de sujeto. Y vos le repones esa carga de subjetividad, en todo lo que era y lo que podría haber seguido siendo. Es siniestro para el que queda. Dónde reside o dónde se ubica esa subjetividad.

T.K.- Eso llegó a un lugar tan oscuro y tan cerrado que es tremendo no poder formularse esa pregunta y yo tenía una necesidad tremenda, porque nosotros somos tres hermanos y soy la más chica, la que menos lo conoció entonces era la que más preguntaba cosas de él. Cuando fui más grande vino otra etapa de buscarlo, saber cosas, investigar.

P.E.- ¿Siguen sin saber?

T.K- Nosotros supimos que él estuvo en la ESMA recién en el año 2003 pero hasta ese momento no sabíamos nada. Nos entrevistamos con gente que estuvo allí, ex detenidos-desaparecidos y en uno de esos encuentros nos hablaron de él y fue justamente porque fue la primera vez que esa persona vio entrar a gente con guardapolvos de médicos.

P.E.- Es que hay distintos tipos de militancias, desde Cacho El Kadri hasta el padre Mujica. Esa diferencia, y ahí reside el shock de los que ven llegar a los guardapolvos, debe haber sido tremenda.

T.K.- Ahí supimos. Luego supimos historias que fuimos hilvanando y otras que se fueron cayendo por su propio peso; algunas disparatadas. Fueron años de aprender a escuchar, a discernir. Justamente en una nota el otro día decía que con mi profesión la fantasía que tengo desde siempre es que alguien reconozca el parentesco en mi nombre y se acerque a hablarme de él. Y me ha pasado, una vez vino una compañera de él del hospital, trabajaban juntos y se me acercó, me esperó en la puerta. Ella me contó que desconocía cuál sería mi reacción y le dije que era lo más hermoso que me podía pasar, que alguien me acerque un pedacito de él, como hacía en su trabajo esto o aquello en este caso.

P.E.- ¿En el proceso de improvisación nació la idea del pívot entre las niñas y las adultas, o fue en el proceso escriturario?

T.K.- No, lo cierto es que ese año se acercaron dos grupos, uno un cuarteto de chicas y otro un dúo y ambos querían hacer algo. No tenían obra no tenía nada y buscaban directora y obra. Empecé a ensayar con los dos grupos, a hacer trabajo de improvisación y con el cuarteto luego de improvisar con cosas que tenían que ver con el tema desde el principio les di un texto, que es un monólogo que se llama Guardapolvos y que surgió de un hecho que ocurrió en mi casa y es que un día abro un placar y encuentro unos guardapolvos de otra época. Y entonces estaba Beti que venía los jueves a trabajar a casa y le dije qué es esto y ella me dijo "son los guardapolvos de tu papá que tu mamá saca y mantiene blancos cada tanto". No dije nada, lo sentí tan íntimo, tan personal que me callé. Varios años después escribí un monólogo que trataba de una mujer que lavaba esos guardapolvos y trataba obsesivamente de recuperar la blancura primaria de ese guardapolvos y la mujer se preguntaba a lo largo de los años buscando recuperar hacer perdurar ese blanco primero del guardapolvos, se preguntaba cómo lograrlo mientras hacía pruebas y los lavaba y los secaba al sol y los volvía a guardar amorosamente en el placar. Con los años se lo conté a mi mamá y ella me dijo que el guardapolvos era un símbolo muy hermoso de lo que mi papá era, de su amor por la profesión. Que era una manera de tener algo muy de él entre nosotros. Uno de esos me lo agarré para usarlo en un personaje en teatro y después lo bordé y hoy es la foto del cartel de Guardapolvos.

P.E.- Hay todo un tema con el dolor y las palabras, muchos no pueden decir, llaman parque al cementerio, dicen “cuando pasó esto” y no pueden decir muerte. El silencio se impone porque en el tema de los desaparecidos el silencio se imponía para preservar a los que quedaban. En otros casos por no enfrentar esa frase tremendamente nefasta y fascista de “por algo habrá sido” y también con esto de hacer un ejercicio enorme de tolerancia para no romperle los dientes al que te dice esto.

T.K.- Yo tenía tres años cuando se lo llevaron y me interesa mucho la mirada de los chicos que observo y me fascina y también es un lugar muy puro y en mi caso tenía muchas ganas de contar el trabajo que mi mamá y mis tías y tíos hicieron. Había mucha presencia femenina. Fuerte y contenedora.

P.E- Amazonas

T.K- Sí, Tengo una tía rusa que falleció el año pasado a los 98 años, hay una anécdota de ella ¿te la cuento?

P.E.- Obvio no tengo ningún límite.

T.K.- Fui a verla al hospital y empezó a contarme y actuar muchos capítulos de su vida de todos los tiempos, y de pronto me olvidé que estaba en un hospital. Cuatro horas juntas volando a través de una película hermosa e intensa. Toda mi familia tiene ese espíritu vital. Para que te des una idea es un símbolo de la vitalidad porque mi papá era muy divertido, amaba lo que hacía y su profesión, y decía que antes de un buen diagnóstico era muy importante hablar con el paciente, el encuentro humano. Mi padre daba inyecciones mientras estudiaba y cuando tocaba ir a lo de alguna tía las sentaba junto con las primas en la cama y volvía disfrazado con las chancletas de mi abuela imitándola y las hacía reír mucho, después venía la parte de médico, le gustaba imitar a personajes que se iba cruzando. En una época manejaba un micro escolar y parece que cuando volvía a casa imitaba cosas de los chicos que iba chusmeando durante los viajes.

P.E.- Yo tenía un analista lacaniano que me dijo que cuando uno pone en relato soluciona un gran porcentaje de lo que le pasa. A mí nunca me dio el alta pero esa es otra vaina.

T.K.- Una de las actrices, Nadia Marchione me dijo que cuando leyó la obra sintió que estaba escrita para ser contada a un niño. Bueno, yo siempre fantasee con cómo les voy a contar a mis hijos esta parte de nuestra historia como familia, del abuelo y como hecho en sí y como punto de partida para entrar en ese capítulo nefasto de nuestra historia como país.

P-E.- El esfuerzo infinito que hizo la sociedad por lograr la derogación de esas leyes nefastas de Obediencia Debida y Punto Final también merece una pronta resolución y como decía la Presidente en su discurso de apertura ojalá que quien venga en el 2015 no arrastre este lastre horrendo. Y a la vez como contracara uno ve lo de España que acaba de retroceder 100 años con lo de Garzón y ni hablar del amigo Piñera que eliminó en Chile la palabra dictadura del diccionario Otra vez lo que no se nombra no existe. Vergonzante. Pero a la vez creo en el relato como fuente de vida y por eso admiro la figura de Scheherazade, en el relato como fuente de vida, en el que narra para vivir como ella que cada noche se gana un día de vida y la memoria no?  el relato activa la memoria.

T.K.- Yo rescato y agradezco de mi familia que hicieron un refugio en donde los chicos podíamos seguir jugando y este espíritu vital que tienen todas esas tías y tíos que es increíble y esta tía Regina que partió el año pasado, ellas propiciaron un espacio para que los chicos siguiéramos jugando mientras ellos seguían buscando. Pero los chicos debían tener una niñez de juego.

P.E.- En la obra hay un uso como repetición que genera ritmo, y yo percibía el “era, era, era” y para mí además de lograr un ritmo poético y a la vez reponer esa subjetividad y también en la polifonía de los grandes y de los niños es un “es”, un emocionante “es” que lo trae hacia nosotros, el público, muchos, sujetos de pérdida. Y cuando el arte se hace cargo de algunas cuestiones genera una conciencia colectiva de otra dimensión. No desideologizada pero si despolitizada, repone un cachito de un hogar.

T.K.- Si lo logra estoy más que feliz. Y además lo que dicen los chicos aunque uno crece y vive, hay frases que siguen con los años, “había dos señores en la esquina que ahora que me acuerdo no vi más” no vi más desde que se llevaron a mi papá, esas frases quedan. Yo estaba asustada cuando vino mi familia, fue el día del estreno. No se levantaban de la silla, estaba mi mamá, el hermano de mi papá que es el tío, no tengo, no me alcanzan palabras de amor para describirlo, es una persona inmensa y yo nunca los vi llorar así, me asusté, nunca lloraron así, mi tío es súper sensible y se emociona pero esto yo nunca lo vi y con mi madre lo mismo, se disculpaba diciéndome no sé que me pasó, siempre me contuve…

P-E.- Les otorgaste la catarsis.

T.K.- Y después me di cuenta y luego empezamos a hablar de mi papá espontáneamente y era algo que yo necesitaba, porque cuando vos te reunís con hijos o familias que pasaron por lo mismo, advertís que las anécdotas se cristalizan, se congelan. Empiezan y terminan siempre en el mismo lugar. Después me di cuenta de que esto pasaba en todas las casas y hay una imposibilidad de ir para atrás o para adelante porque nos amarnos para seguir viviendo y te puedo contar hasta acá, más no porque me desarmó y porque con el tiempo también se habla de otras cosas sino no se puede vivir. Y cada vez que hablábamos en familia con mi mamá y mis hermanos y eran momentos de comunión total y de dolor y de amor y de entrar en zonas de vértigo total, siempre respiré eso, desde chica tenía como ese vértigo de cuidarlos yo a ellos.

P.E.- El niño tiene una sensibilidad especial y los adultos ocluimos para preservarnos. El niño pregunta desde un lugar muy primigenio que desdramatiza. Y la obra tiene esa catarsis que va de lo general a lo particular. ¿Cómo sigue Guardapolvos?

T.K.- Seguimos todo el año, y también esperamos que se repita la experiencia del año pasado en que vino una escuela secundaria y luego hubo debate y preguntaron de todo sin prejuicios; libres. Yo lo que más quiero es que vengan chicas y chicos, además de contarle a mis hijos (ella es nena, se señala una panza bella) la historia personal del abuelo y parte de la historia, quiero ese espacio de encuentro y debate con chicos de secundaria y primaria.


*Sobre Tamara Kiper

Su carrera teatral se incicia en el sótano del colegio Mariano Moreno con sus compañeros Lautaro Perotti y Claudio Tolcachir. Su formación artística no se detiene y continua creando y participando de lo que hoy es Timbre 4. En su formación se destaca el entrenamiento vocal, la danza clásica, contemporánea y afro con formación en la Escuela de danzas María Ruanova. Realizó estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón. También estudió teatro, entrenamiento corporal, vocal y clown con Guillermo Angelelli, Verónica Oddó, Thomas Leabhart (discípulo de Decroux), Gabriel Chamé, Cristina Martí, Lilo Baur (teatro de la Complicité). Ha participado de Automáticos (Actriz), Lisístrata, cruzada de las piernas cruzadas (Actriz), La omisión de la familia Coleman (Actriz) y El viento en un violón (Actriz), Jamón del diablo (Actriz), Hamlet (Actriz) y Guardapolvos en la que es su primera obra como Autora, Escenógrafa y Directora.
 



Ficha Artístico/Técnica 

Dramaturgia y Dirección: Tamara Kiper
Actúan: Alejandra Carpineti, Gabriela Irueta, Nadia Marchione, Vanina Montes, Julia Montiliengo, Soledad Sauthier
Escenografía: Tamara Kiper
Diseño de luces: Ricardo Sica
Asistencia de dirección: Fabricio Mercado
Producción ejecutiva: Fabio Petrucci
Colaboración artística: MacarenaTrigo

Funciones: Lunes a las 21

Timbre 4
Av. Boedo 640 (timbre 4) México 3554
Ciudad de Buenos Aires, Argentina
Tel.: 4932-4395
http://www.timbre4.com

Los Compadritos, de Roberto “Tito” Cossa, dirigida por Gerardo La Regina. Por Teresa Gatto.