Ampelmann, una puesta donde milita la comedia





La lucha por la salvación de un semáforo en Berlín Este y el sueño cumplido como premio de otros fracasos, hace reir en el Teatro SHA.

Por Teresa Gatto

Con la caída del Muro de Berlín se cayeron muchos mitos pero no las ideas. Quien haya querido decretar el fin de las ideologías no se imaginó que siempre habrá un héroe o antihéroe para cada lucha. Tal vez porque alguna vez nos acallaron, tal vez porque cuando un sueño se interrumpe hay que salir a buscarse uno nuevo.

Así Miguel, en el cuerpo de Cutuli a quien el personaje le cae a medida, se marchó sin más un día cualquiera a Berlín, impulsado por la búsqueda de una lucha posible, con el preciso objetivo de impedir que las nuevas tendencias dieran por tierra con la figura del Ampelmann, un simpático muñeco que haciendo las veces de semáforo indicaba a los peatones cuándo y cómo manejarse en las calles. Esto que para las nuevos tejidos sociales era un vejestorio, significaba para muchos, incluido Miguel, una marca de cuando el Este resistía y de cómo algunas cosas son imperecederas. Lo nuevo se quería llevar por delante a lo que esquivo a la obsolescencia, permanecía intacto como ícono.

Para  Marta, su mujer, en una muy buena labor de Marcela Ferradás, las cosas no fueron tan fáciles y tuvo que reorganizar su vida de algún modo. El regreso sorpresivo de su esposo el día del cumpleaños de su hijo Camilo, en la piel de Juan Ignacio Bianco de gran frescura en su desempeño, dispara el análisis del pasado y la dificultad de un presente que Miguel desconoce y no hay manera de hacerle ver sin que, al menos, haya daños colaterales.

El fracaso de su militancia por inoperante que lo expulsó del partido, la traición de su amigo Álvaro, en un trabajo lucido de Alfredo Castellani, que entregó los planos del semáforo para ciegos que Miguel había diseñado, la nostalgia de un tiempo en el que las grandes causas eran motivo de grandes luchas y el fracaso, en tono de comedia, son los pilares con los que Víctor Winer sostiene la dramaturgia de esta puesta que Mónica Viñao dirige con precisión ya que todo se juega en el texto y en la organicidad con que el mismo se hace carne en los personajes. Sólo hacia el final de la función presenciada la interpretación decae un poco en su energía tal vez por los nervios del pre-estreno.

Una pareja de casados/separados, un amigo que se develará con otra categoría y el hijo con un nuevo paradigma junto a la presencia de su novia, estallada en juventud y alocamiento por Noelia Siancalepore,  muestran cómo en dos años la vida cambia como en dos siglos. No necesitan más que el fondo de una cocina dibujada, una mesada en la que jugar el tiempo que como en círculos ha dado una vuelta o más y un par de tubos fluorescentes para volver más cotidiano ese estar, logro del diseño de arte de Carlos Di Pasquo. Todo ello resulta suficiente para que Ampelmann haga reír al público en lo que es el estreno de esta semana entre el Off y el Comercial, ya que si bien sus artistas son muy reconocidos, los modos de producción de la obra los acercan a esa mística de trabajo del teatro independiente en el que cada detalle cuenta y el trabajo a pulmón se nota mucho. Sin música manipuladora de emociones y con un final que se las trae, la comedia de Winer, estrenada para el público el jueves 12 de enero, merece un aplauso porque detrás del fracaso hay un sueño, porque nuestro soñador nunca se da por vencido y porque no importa sino pudo ser el Che ni fumar un puro con Fidel Castro, su propia revolución ha sido llevar su deseo hasta el final y ahí no hay fracaso. Loser es el que no se atreve, no el que intenta siempre, de nuevo, cada vez y por siempre.

 

Ficha Artístico/Técnica

Dramaturgia: Victor Winer
Intérpretes: Juan Ignacio Bianco, Alfredo Castellani, Cutuli, Marcela Ferradás, Noelia Sciancalepore
Vestuario y escenografía: Carlos Di Pasquo
Iluminación: Miguel Solowej
Asistencia de escenografía: Fernando Díaz
Asistencia de vestuario: Mariana Perez Cigoj
Asistencia de dirección: Martina Schvartz
Prensa: Ayni Comunicación, Romina Pomponio, Damian Rovner
Dirección: Mónica Viñao
Duración: 60 min.

Teatro SHA
Sarmiento 2255, (mapa) 
Ciudad de Buenos Aires, Argentina
Tel.: 4953-2914
http://www.teatrosha.com

Funciones:  (desde 24/02/2012 viernes y sábados a las 21:00)
Domingos a las 20:00
Jueves, Viernes y Sábado a las 21:00
Entrada: $ 80,- 

Ampelmann:
Luego de la caída del muro de Berlín, el Este pasó a ser la Cenicienta de la ciudad. La asimetría fue notoria desde el primer momento y los ciudadanos del Este aceptaban con resignación las nuevas condiciones que les imponían sus pares occidentales.
El límite llegó al punto de querer modificar el Ampelmann, el muñeco peatonal de los semáforos de Berlín del Este que había sido diseñado en los años sesenta por un sociólogo alemán de la R.D.A.
Fue tal su éxito que desde ese momento hubo series de televisión y revistas sobre este símbolo. Esa tendencia continuó hasta hoy y, actualmente, encontramos restaurantes, tiendas de regalos y más de 400 productos que llevan la figura del Ampelmann estampada.
Ampelmann es una tierna mirada de aquellos años de militancia, de emociones plenas, de utopías y sueños compartidos.
Nunca es tarde para poder planchar algunas ideas y volver a ordenarlas en nuestro imaginario. 
 
Víctor Winer nació en Buenos Aires aunque gran parte de su juventud la pasó en Rosario, provincia de Santa Fe, donde se asentaría su familia de inmigrantes polacos. A los 18 años vuelve a su ciudad natal, donde da los primeros pasos en el teatro y de a poco deja el escenario para consolidarse como autor. Dueño de una estilizada pluma para describir los dramas del alma, desde sus comienzos hasta ahora nunca ha renunciado a un particular humor negro que hacen de sus obras una auténtica marca registrada.
Además de la Argentina, sus escritos se estrenaron con particular éxito en el ámbito internacional como España, Francia, México y Estados Unidos.
Sus esfuerzos le han hecho merecedor de distintos reconocimientos. Algunos de ellos son:
-El Primer Premio en la categoría Generación Intermedia del Concurso Internacional de dramaturgia argentina organizado por la Universidad de Nueva York y Argentores.
-El Premio Florencio Sánchez otorgado por la Casa del Teatro y el Trinidad Guevara otorgado por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
-El Premio Casa de las Américas (2005) por su obra Postal de Vuelo.
También incursionó como guionista de televisión durante la emisión del ciclo Ficciones con las obras “Alias Gardelito” y “Una Historia increíble”.
En 2012 viaja a Cuba como Jurado del 52º Concurso Casa de las Américas en el género Teatro.
 
Mónica Viñao ha dirigido más de veinticinco obras de teatro y ha traducido, escrito, y adaptado obras de teatro que se han estrenado. Ha recibido varios premios a su labor como directora y ha mostrado su trabajo en  Buenos Aires, Argentina en El Teatro Nacional Cervantes, Teatro San Martín, Centro Cultural Recoleta, Centro Cultural Borges, CETC, Camarín de las Musas, Babilonia, El Ángel, Teatro Payró, Teatro del Abasto y Teatro del Pueblo entre otros.
Ha participado en diversos Congresos y Festivales Nacionales e Internacionales en Argentina, Japón, Reino Unido, Brasil, España y Grecia y U.S.A. y ha dirigido elencos internacionales en U.S.A. y Japón. Ha publicado obras de teatro, cuentos y artículos.
Como docente ha enseñado en la Argentina en el IUNA, EMAD, Teatro San Martín, Teatro Nacional Cervantes y Centro Cultural Recoleta y también en San Pablo, Brasil.
Es miembro del Comité Ejecutivo del Simposio Internacional de Profesores del Método Suzuki de Actuación que sesiona desde el año 2008 en Japón.
A mediados del 2012 estrenará Recordando con ira de John Osborne en versión de Mauricio Kartun, en la Sala Casacuberta del Teatro San Martín, protagonizada por Joaquín Furriel y Eleonora Wexler. 
Los Compadritos, de Roberto “Tito” Cossa, dirigida por Gerardo La Regina. Por Teresa Gatto.