por Teresa Gatto
"No se puede hacer ni la historia de los reyes ni la historia de los pueblos,
sino la historia de lo que constituye uno frente al otro...
estos dos términos de los cuales uno nunca es el infinito y el otro cero "
M. Foucault
La bulla de las niñas llega y se va. La voz de las adultas llega y se va. Pasado y presente que se balancea homónimo sobre una ausencia. La del padre, marido, sobrino.
La obra escrita y dirigida por Tamara Kiper, indaga un hecho traumático. Una desaparición, pero no acude al lugar común ni a las valoraciones históricas sobre la noche negra de la Argentina. Un hombre fue visto por última vez, llevaba guardapolvos, era médico y muchas cosas más que se irán reponiendo en el vaivén en que las niñas y las adultas siguen rodeando esa ausencia que como un agujero negro las asola sin muchas treguas, aunque las chicas jueguen a esconderse. Aunque el cotidiano le imprima a la falta un aura de dolor infinito. Aunque después de tantos años se pueda recordar todo lo que era el hombre del guardapolvos porque evocado se presentiza omnímodamente en cada segmento que en una enumeración caótica pero plena de sentido lo trae de nuevo, porque el desaparecido no se va. Aunque no esté, habita el mundo interior de quienes lo amaron y aman y por ello lo vuelven presencia en plena ausencia.
“Lo estoy buscando a el”
“Piensa mucho”
“¿No lo vio?”
“Es mi sobrino"
“Mi hijo”
“Mi marido"
“Usaba guardapolvos"
“Tenía guardapolvos cuando...”
“Yo vi a un señor en la esquina y después que se lo llevaron no lo vi más”
Todas lo presentan, todas se preguntan, todas buscan.
Las niñas sueñan consigo mismas cuando sean grandes y el sueño se prolonga porque cuando sean grandes van a seguir buscando.
El diseño de iluminación de Ricardo Sica coopera con acierto con el vaivén en que las niñas de ayer y las adultas de hoy lo representan.
Los planos en los que la obra se construye, ayudan al espectador a reponer un rompecabezas, el de la vida de ese hijo, sobrino, marido, padre que duele y el derrotero que Tamara Kiper en su ópera prima como dramaturga y directora le imprime con una sabiduría y lucidez enorme. Porque a la sala se accede a través de un ropero como quién entra a la parte más íntima de una existencia, donde se guardan ropas nuevas, viejas, cartas, fotos, certificados. Y porque podemos sentarnos en unos sillones que como un living cotidiano nos deja ser parte de esa historia que parece común pero no lo es. Porque cada dolor es inmenso y único y porque el modo de narrarlo tributa a distintas vertientes de representación y lejos de armar un mix extraño, solidifica el cuento.
Las excelentes actuaciones de Alejandra Carpineti, Gabriela Irueta, Nadia Marchione, Vanina Montes, Julia Montiliengo y Soledad Sauthier, que ya hemos disfrutado en otras puestas, sostienen un código familiar orgánico y eficaz a efectos de la narración en el que reluce el gran entrenamiento y la comunión con la puesta, todas pueden decir algo de él, a todas les falta, todas lo aman y los segundos que esta cronista demora en aplaudir sólo se deben a la emoción generacional de un tema doloroso. Pero, y también, a la esperanza que generan estas nuevas generaciones que pueden hacerse cargo de una historia íntima y a la vez colectiva sin el alarde de la pura ideología pero con la convicción de la memoria.
Ficha Artístico/Técnica
Dramaturgia y Dirección: Tamara Kiper
Actúan: Alejandra Carpineti, Gabriela Irueta, Nadia Marchione, Vanina Montes, Julia Montiliengo, Soledad Sauthier
Escenografía: Tamara Kiper
Diseño de luces: Ricardo Sica
Asistencia de dirección: Fabricio Mercado
Producción ejecutiva: Fabio Petrucci
Colaboración artística: MacarenaTrigo
Funciones: Lunes a las 21 hasta el 28/11/2011
Entradas $40
Timbre 4
Av. Boedo 640 (timbre 4) México 3554
Ciudad de Buenos Aires
Tel.: 4932-4395
http://www.timbre4.com