El VIII Festival Internacional de Buenos Aires, se presentó del 24 de setiembre al 8 de Octubre en distintas salas de la Ciudad y con programación de obras internacionales y nacionales.
por Julia Laurent
Sucesos increíbles, reflexiones memorables y un despliegue de elocuencia e innovación que fueron agradecidos por gran parte de público que aplaudió de pie en las distintas funciones.
Pero en esta fiesta existieron también las más frívolas bajezas como las que tuvieron que vivir los elencos, claro que locales, para conseguir mejores condiciones de contratación y cuidado en sus presentaciones o la sectaria decisión de no invitar a los teatristas nacionales a los festejos de inauguración y cierre.
Un Festival que como siempre evidencia la postura ideológica de un gobierno acerca de la cultura y lo público.
Un Festival organizado por un gobierno que ha despreciado permanentemente a trabajadores de la cultura y artistas, recuérdese: trabajadores del Teatro Colón, despidos y cierres de talleres culturales en el Centro Cultural San Martín, desfinanciamiento de las obras de mantenimiento, cierre y falta de pago de los talleres en centro culturales barriales, subsidios paupérrimos a la actividad teatral…y podría seguir enumerando.
Un gobierno macrista que se regodeó e hizo alarde bufonamente de un supuesto éxito fundando en contundentes cifras sobre el funcionamiento del FIBA, pero no pudo ocultar su visión mercantilista de la cultura y la producción artística.
Dicho esto, es preciso puntear dos espectáculos internacionales que han sabido dejar su sello estético en la cartelera porteña y que comparten su desasosiego y pérdida de fe en el lenguaje y el significado.
ERARITJARITJAKA, MUSÉE DES PHRASES de Heinner Goebbels
Suiza/Alemania/Francia/Holanda
Un cuarteto de cuerdas da paso y acompaña con ritmo el comienzo de una obra que llega para dejar marca en la memoria, por su violenta, bella y única manera de revelarse.
Goebbels reflexiona sobre la función tenaz del lenguaje, la fe, la cultura, la soledad, el arte, y muchas más cosas que estas palabras no llegan a expresan.
Supera expectativas y se convierte en memorable.
Es una propuesta innovadora al permitirse en el juego mezclar y tensar hasta sus límites las artes al servicio de la deconstrucción realista y el lenguaje.
La luz es protagonista inapelable, aparece donde menos se la espera, se fija y aturde siguiendo al único actor de la escena, el francés André Wilms que plantado en la sabiduría de sus pelos blancos no tiene prejuicios y se lanza.
“¿Los animales tendrán menos miedo por que viven sin palabras?” Se pregunta en la catarata afortunada y melancólica de reflexiones que nos dispara.
Resulta que este hombre, que no es ningún personaje y que puede ser cualquier hombre o mujer se deja moldear en escena, duda pero no para existir después.
Sino para quizás animarse a suspender la plaga expansiva del sentido que el hombre ha inventado y del que no hay modo de zafarse.
Subrayo el tratamiento imponente de la música, como la luz también extiende su condición, develando cualquier sentido explicito, dejando en permanente suspensión a los espectadores.
“Somos como palos de beisboll rígidos, derechos y duros esperando todos el mismo golpe” arroja el actor en una escena despojada.
La obra incluye textos del escritor búlgaro Elias Canetti.
“Eraritjaritjaka” es una palabra que Canetti recogió de la lengua aranda de los aborígenes del norte de Australia y que significa “poseído por la nostalgia de algo perdido”
En un momento inesperado André Wilms se escapa del escenario, nos abandona en la desazón de preguntas sin respuestas, de relatos truncos.
Se subleva, nos miente y engañados, los espectadores volvemos a enamorarnos del artificio.
Una cámara lo sigue incisiva, y lo vemos irse del teatro, ¡salir!
Se va a su casa. Abandona la escena.
El actor nos deja y empezamos a verlo en esa intimidad, en la propia película de un fragmento de su vida de la que somos testigos en tiempo real.
Entre el tránsito porteño y en la soledad de su cocina nos somete dulcemente a una descarga contra la sociedad, contra lo que somos y ese yo tan tirano que la mayoría de veces nos hunde en plegarias.
Es como vernos a nosotros mismos sin mediaciones. Es por fin no esperar del teatro ningún sentido, ninguna verdad ni moraleja alguna.
Es una obra sesuda e irreverente que se deja degustar por un espectador permanentemente atravesado.
Una propuesta sublime, de esas sensaciones que sobrepasan nuestras capacidades y acongojan por su simple contemplación, que nos deja agitados, rabiosos y en silencio. Adorando y cultivando una experiencia que antes no teníamos.
Ficha Artítico/Técnica
AUTOR DE LA OBRA: Sobre textos de Elias Canetti
COMPAÑÍA: Théâtre Vidy-Lausanne
DIRECTOR DE LA OBRA: Heiner Goebbels
MÚSICA: Johann Sebastian Bach, Gavin Bryars, George Crumb, Vassily Lobanov, Alexeij Mossolov, Maurice Ravel, Dmitri Shostakovich, Heiner Goebbels
DISEÑO DE ILUMINACIÓN: Klaus Grünberg
DISEÑO DE SONIDO: Willi Bopp
DISEÑO DE ESCENOGRAFÍA: Klaus Grünberg
DISEÑO DE VIDEO EN VIVO: Bruno Deville
DISEÑO DE VESTUARIO: Florence von Gerkan
DRAMATURGISTA Y DIRECTOR ASISTENTE: Stephan Buchberger
REGIDOR: Nicolas Bridel
LUCES: Roby Carruba
ESCENARIO: Fabio Gaggetta, Nicolas Pilet
VIDEO EN VIVO: Bastien Genoux
VIDEO: Marc Perroud
ELÉCTRICOS: Stéphane Janvier y Thierry Kaltenrieder
TOUR MANAGER: Elizabeth Gay, bajo la dirección técnica de Michel Beuchat
PRODUCCIÓN: Théâtre Vidy-Lausanne
COPRODUCCIÓN: Schauspielfrankfurt (Alemania), Spielzeiteuropa I Berliner Festspiele (Alemania), Pour-cent culturel Migros (Suiza), T&M - Odéon Théâtre de l’Europe (Francia), Wiener Festwochen (Austria) y el apoyo de la Fundación Landis & Gyr y del Programa Cultura 2000 de Union Européenne (UTE, Réseau Varèse). Apoyo adicional de Pro Helvetia - Swiss Arts Council
TE ESTOY MIRANDO A LOS OJOS, CONTEXTO SOCIAL DE OFUSCACIÓN! De René Pollesh/ Alemania
“La palabra necesita que se la deje en libertad, y he aquí entonces que el lenguaje se reconstituye, revive con una especie de severa pureza moral que no teme pagar a la vida el precio que ella exige”
Antonin Artaud
Pollesh crea esta obra junto al actor Fabian Hinrichs.
Según indica el programa de mano, la pieza es una parodia del teatro interactivo. Fundado en compartir y construir un sentido común con el público que participa.
Se supone que en el teatro interactivo se comunican sensaciones, se devela un sentido que el espectador comparte.
Pero aquí Pollesh y Hinrichs ríen desfachatados de esa fe en la transmisión de un mensaje o un sentido compartido entre actor y audiencia.
Amablemente acido y complaciente despliega habilidades y hace cualquier cosa en el escenario generando el aplauso de un público que le pide más y más sin sentirse por ello incómodo.
“La performance no es la sombra del resto de la vida”.
Afirma casi desnudo en la mitad del teatro, no hace nada, no cuenta nada, no promueve nada, no alcanza nada.
Porque tampoco parece querer romper nada, ni evitar nada.
Es radical y eso impresiona.
Es interesante por su alto voltaje filosófico, por su revelación acerca del cuerpo y por intentar detener al menos un rato esas estructuras de valores y creencias que suponemos tan naturales.
A esta altura, algunos ya se han levantado de sus butacas claramente indignados.
Vivimos de relatos! Grita Fabian Hinrichs con la sonrisa desesperada del que tira abajo castillos en el aire.
La prescripción del relato se vuelve autoritaria y rígida.
“¿Acaso alguien podría enamorarse sin haber escuchado hablar de amor antes?”
Como sujetos sociales nos atraviesa el lenguaje y presos del sentido asimilamos como naturales formas de amar y odiar.
Por eso no se cuenta nada, por eso es insistentemente arbitraria porque no pretende conducir ni representar, porque quizás “sin lenguaje nos hemos liberado y dejamos de ser parte de esta obra clásica” de la humanidad que hemos inventado.
La obra termina asumiendo que es probable que el público se sienta estafado y con deseos de que le devuelvan su dinero.
Pero nunca nadie aquí nos prometió relato ni revelación alguna.
Porque “Cuanto menos sentido tiene la existencia, más libres somos”
Y Pollesch sabe bien que el arte al fin no nos exime de nada.
Ficha Artístico/Técnica
Título Original:Ich scahu dir in die Augen, gesellschaftlicher Verblendungszusammenhang
ACTOR: Fabián Hinrichs
AUTOR DE LA OBRA: René Pollesch
TRADUCCIÓN: Carla Imbrogno.
COMPAÑÍA: Volksbühne am Rosa-Luxemburg-Platz
DIRECTOR DE LA OBRA: René Pollesch
DISEÑO DE ILUMINACIÓN: Frank Novak
DISEÑO DE ESCENOGRAFÍA: Bert Neumann
DISEÑO DE VESTUARIO: Bert Neumann
PRODUCCIÓN: Volksbühne am Rosa-Luxemburg-Platz